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Anorexia

¿Cómo se mide eso? ¿En micromiligramos? ¿En migajas? ¿En minchas, que cuando yo era niño equivalían a la milésima parte de un jurgo?

Antonio Caballero, Antonio Caballero
19 de abril de 2014

Leo en la revista Soho un artículo sobre las dietas comparadas de una modelo, un soldado, un vicepresidente de la República, un chofer de camión, un vegano, una diabética. Ahora que en Colombia la Semana Santa se ha vuelto pretexto para grandes comilonas y no se respetan el ayuno y la abstinencia, este puede ser el momento adecuado para saber qué come la gente.

El soldado en guerra come lo que le dan en su batallón, y, por disciplina, ni siquiera se queja: “ Cuando los compañeros cocinan con amor, todo sabe mejor”, asegura, agradeciendo la parca ración de campaña: la galleta integral, el refresco hidratante, los cien gramos diarios de leche condensada, las dos pastillas purificadoras, la pastilla multivitamínica, las dos servilletas (?), la sal y el café instantáneo. El camionero come a ojo, al azar de la carretera: “Si me coge un trancón me toca comprarles cualquier cosa a los vendedores ambulantes que pasan en moto”. Y si no, de todo. Tinto (dos por la mañana), caldo de costilla, arroz, huevos, sancocho, lentejas, pollo, carne, aguapanela, jugo de papaya, más pollo y más arroz. Y aunque no lo confiesa supongo que también, cuando no maneja, se echará sus cervezas. El vicepresidente de la República se cuida más, no solo por el respeto debido a su alta investidura sino porque, en lo personal, tuvo un feo problema cardiaco provocado por el exceso de grasas seguido de un aún más feo accidente cerebrovascular del que no se ha podido recuperar del todo todavía. Así que come y bebe con cuidado: jugo de tomate licuado con aceite de oliva (“muy recomendado –dice– para la salud del corazón”), queso campesino, una taza pequeña de café con leche, un vaso de agua, verduras al vapor, unas uvas…Comida cautelosa de convaleciente.

La diabética come lo que puede, que no es mucho. Y el vegano –un vegetariano de la secta extremista– lo que quiere, que tampoco es mucho: ensaladas, chocolate en agua, jugo de mora, banano, sopa de verduras. “Por solidaridad con los animales”, explica.

Pero lo asombroso es lo que come la modelo, que se declara “fanática de la nutrición y el deporte”. Y antes de comer algo lo mide y lo pesa, como un boticario. Dice así:

“Como seis veces al día, cada tres horas. Utilizo una báscula para pesar cada cosa que me voy a comer y llevo un conteo de las calorías”. Y explica que su menú depende de cuáles son “sus metas” del momento: “Si estoy intentando subir de masa muscular consumo entre 2.300 y 2.500 calorías diarias, pero si estoy intentando bajar de peso y marcarme solo como 1.334”.

¿Cómo se mide eso? ¿En micromiligramos? ¿En migajas? ¿En minchas, que cuando yo era niño equivalían a la milésima parte de un jurgo? Y, sobre todo, ¿cómo se come eso? La modelo asegura que “para tener el cuerpo que uno sueña no es necesario someterse a ninguna medida extrema ni mucho menos aguantar hambre”. Y es verdad que tiene un bello cuerpo: lo he visto en fotografías y en televisión. Pero lo cierto es que no es fácil. Hay que empezar el día desayunando con cinco gramos de Met-rx ( No sé qué es eso, pero no suena particularmente apetitoso), 130 gramos de claras de huevo, 50 de avena cocida en agua, una cucharada de canela, un café mitad agua y mitad leche de almendras sin azúcar y cinco gotas de Stevia, una cápsula de vitamina C, una de Omega 3, tres de amino 3.000 y dos de un quemador de grasa CLA. A media mañana, una medida de proteína de suero isolate en agua, tres cápsulas de amino 3.000, cinco gramos de L glutamina y dos CLA. Para almorzar, 150 gramos de pollo sin sal y 100 de brócoli semicrudo, y una cápsula de Omega 3. A media tarde, porque no todo ha de ser rigor, un yogur griego, pero sin grasa ni azúcar. Y para por la noche una cena ligera: 100 gramos de espárragos al vapor, una medida de caseína en agua y otros cinco gramos de glutamina, como los de por la mañana. Y a dormir. 

No son los glotones los que no piensan sino en comer. Por el contrario: son los anoréxicos. 

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