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Argentina, ¿caos o futuro?

Los cálculos que han hecho expertos es que Massa se gastó 1 punto del PIB en esa corrupción que lo llevó a ganar la primera vuelta.

Por: Francisco Santos

No deja de ser inaudito que uno de los países más ricos del continente, que hoy sufre hasta escasez de gasolina, esté a punto de elegir a quien lo llevó por ese camino. Que Sergio Massa –el ministro de Economía responsable de gran parte de la crisis que hoy vive Argentina– tenga opción de ser elegido dice mucho de los habitantes y de la historia de un país que hace poco menos de un siglo era una de las cinco naciones más ricas del mundo.

Argentina decide este domingo si continúa por el camino de la desesperanza, del caos, del empobrecimiento o decide romper con el pasado y se lanza a una aventura nueva con un candidato que rompe todos los moldes de la política y que si bien es muy preparado académicamente tiene poca experiencia en el manejo de lo público. Esta elección es finalmente un salto hacia el abismo con Massa, el candidato de la continuidad o del kirchnerismo, o un salto al vacío lleno de posibilidades y de un nuevo comienzo para ese país, pero con la incertidumbre de ser una nueva historia. Es decidir entre el pésimo conocido o el bueno por conocer.

Javier Milei puede llegar a representar para América Latina en términos económicos lo que el presidente Nayib Bukele significa en materia de seguridad. Si es elegido y recompone el rumbo económico y social de Argentina, esa izquierda populista que acabó con Venezuela, con Bolivia, con Ecuador, con Nicaragua y con Argentina queda herida de muerte. Gustavo Petro en Colombia va por el mismo camino de los Kirchner, con los escándalos de corrupción y todo, pero sin la riqueza de ese país, lo que le da mucho menos margen de maniobra.

Pero primero hay que ganar las elecciones y la verdad el sistema electoral argentino está tan corrompido y controlado por el poder Ejecutivo que se pueden robar el resultado si este es cercano en votos. Afortunadamente, el partido de Macri y otros de oposición van a designar fiscales en las mesas para vigilar los resultados, pues ya en la primera votación se vieron resultados anómalos en muchos lugares donde Milei no sacó ni un voto y, por el contrario, Massa obtuvo resultados sorprendentes.

En 2015, me cuenta alguien muy allegado a Massa, quien también era candidato, cuando el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, se enfrentó a Mauricio Macri para la presidencia, eran tan pocos los votos de diferencia que quienes manejan los resultados le preguntaron a Scioli que si quería le arreglaban el resultado. Él, en un acto de gallardía y de decencia política sin igual, se negó y dio la declaración en la que reconoció el triunfo de su rival.

Hoy, el sistema electoral sigue igual de corrompido, por un lado, y Massa, que no tiene la decencia de Scioli, utilizó su cargo para comprar votos con bonos a los pensionados y otros subsidios a pocos días de la primera vuelta. Los cálculos que han hecho expertos es que Massa se gastó 1 punto del PIB en esa corrupción que lo llevó a ganar la primera vuelta.

Algunos en el centro dicen que Massa no es kirchnerista. Su pelea, casi a golpes, con Néstor Kirchner en 2009 por los resultados electorales en Tigre es utilizada por quienes quieren mostrar a un Massa distinto y que puede ser independiente del kirchnerismo. Y recuerdan además su pasado liberal más cercano al peronismo de Menem que al de sus jefes políticos Néstor y Cristina Kirchner. Pero su historia los pasados 15 años dice otra cosa, siempre ha estado ahí. Además, los congresistas electos son de la entraña de Cristina Kirchner; por lo tanto, no hay, ni va a haber, ningún tipo de posibilidad de que si Massa es elegido sea independiente de su jefa política. Argentina ya vivió lo mismo con el hoy presidente –con minúscula– Alberto Fernández, quien fue un buen sirviente de la vicepresidenta.

Sí, Milei no es perita en dulce, es un dirigente muy distinto. Pero es el equivalente en la derecha a esa izquierda voluble, vociferante y descarada a la que estamos acostumbrados. Acá los Maduro, los Petro, los Lula dicen de todo y nos toca aguantarlos. Lo mismo hace Milei con la misma desfachatez, pero con mucha más claridad y coherencia.

En el último debate de esta semana, en el que supuestamente Massa lo molió, las encuestas mostraron lo contrario, pues los argentinos están hasta la coronilla de los políticos profesionales. Es más, los argentinos sintieron que Massa había sido un bully con Milei y ya sabemos cómo hoy se reacciona frente a ese fenómeno.

Dicen que los países se merecen los dirigentes que tienen o que eligen. Vamos mal, muy mal en la región. Chávez y Maduro en Venezuela, claro, no elegidos luego de 1998, la última elección limpia en ese país. Kirchner, Kirchner y Fernández en Argentina. Evo, Evo, Evo y Arce en Bolivia. Lula, Dilma y Lula con prontuario y condenado en Brasil. Correa, Correa, Correa –condenado por corrupto– y Lasso en Ecuador. Y ahora Petro en Colombia.

Argentina tiene la oportunidad de romper ese lastre y arrancar un nuevo camino, que, por incierto que sea, es nuevo y distinto. Ojalá el electorado de ese país aprenda de lo que Einstein una vez dijo: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes” y con un cambio de rumbo nos desmienta en algo esa otra frase genial de ese científico: “Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy seguro de la primera”. Vamos, Argentina; vamos, Milei.

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