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Argentina a Cavallo

De la Rúa apela al controvertido ex ministro de Menem. ¿Será capaz de salvar la economía del país austral?

23 de abril de 2001

Entro al galope. Durmio tres horas, se reunió, se peleó, discutió y negoció con todo el mundo. Domingo Cavallo, el tercer ministro de Economía de Argentina en dos semanas, quiere provocar un shock de confianza para sacar del letargo al gobierno del presidente Fernando de la Rúa para cambiar el signo de la

situación económica y descomprimir la caldera social. Pero en un momento de extrema agitación, con el país parado por una huelga general y la violencia a la vuelta de la esquina, el momento no puede ser más difícil.

Cavallo pretende quebrar esa ley según la cual nunca segundas partes fueron buenas. Hace nueve años, como ministro de Economía de Carlos Menem, presentó la famosa ley de convertibilidad que ató el peso al dólar, doblegó la espiral inflacionaria e inició un ciclo de crecimiento económico.

Ahora Cavallo llevó ante el Congreso su “ley de competitividad” con el pedido de que le otorguen superpoderes para hacer y deshacer en las esferas administrativa, financiera y laboral y buscar que la economía recupere 20 por ciento de su competitividad sin recurrir a la devaluación.



Vacio de gobierno

Por grave que sea la situación económica el problema más serio es el vacío político. El presidente De la Rúa ha emitido tantas señales de debilidad, lentitud, confusión y falta de previsión de los acontecimientos que ha sorprendido hasta a sus más íntimos colaboradores.

Su último traspiés fue el nombramiento de Ricardo López Murphy como ministro de Economía y el anuncio, sin anestesia, de un recorte presupuestal de 2.000 millones de dólares, que afecta en primer lugar a las universidades, la educación y las provincias gobernadas por el peronismo. Por el aire salieron volando las fichas de la Alianza, el acuerdo entre el radicalismo y el Frepaso —una disidencia peronista—, que llevó a De la Rúa al poder.

Dos días después, a seis horas de haber presentado a López Murphy como su nuevo ministro ante la comunidad internacional, De la Rúa tuvo que dar marcha atrás y cambiar de conducción económica.

Al ver diluirse su autoridad el presidente tuvo que llamar a un hombre fuerte. Así apareció el supermago Cavallo, siempre en guardia para atender emergencias que le den réditos a su imagen presidenciable.



Un nuevo mapa de poder

Con Cavallo el mapa político giró hacia la derecha. Como dijo a SEMANA Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, muy cercano a Cavallo, “hasta ahora la clave de la gobernabilidad era la capacidad de negociación y acuerdo entre el radicalismo y el Frepaso. En cambio ahora la clave pasa a ser la relación entre el radicalismo y el peronismo. El justicialismo es una oposición dispuesta a colaborar y sin la cual no se puede gobernar”.

Cavallo apuesta a su imagen de hombre fuerte, de cowboy hiperkinético, pero en las actuales circunstancias su magia puede fallar. Su plan es conseguir de inmediato los 2.000 millones de dólares faltantes con un impuesto del 6 por mil al cheque, provocar una reactivación al bajar las tasas impositivas, aumentar aranceles para la importación de bienes de consumo y liberar la maquinaria y otros insumos necesarios con el fin de impulsar la producción. El problema es que la clase política argentina no parece dispuesta a autoinmolarse al entregarle el Poder Legislativo a Cavallo ahora que De la Rúa ya le entregó la llave del Ejecutivo.

El segundo problema es la debilidad política del gobierno. Es muy difícil que se repita el esquema de 1991, cuando Cavallo consiguió frenar la crisis económica gracias a la fortaleza del gobierno del peronista Carlos Menem. Como dice Fraga, “si bien la crisis económica es grave como en 1991, la personalidad de De la Rúa no es la de Menem. Además la coalición de poder que articuló éste último es más fuerte que la actual. Si Cavallo obtiene la aprobación del Congreso a su proyecto eso generará las bases de apoyo político suficiente para conjurar la crisis. Lógicamente, hay diferencias, ya que en 1991 Cavallo logró que la economía creciera el 10 por ciento y en cambio ahora, si tiene éxito, crecerá menos”.

El temor es que Argentina no logre cumplir con el pago de los intereses de su deuda externa, que llega a 150.000 millones de dólares, y que el FMI no otorgue la segunda cuota del crédito blindaje de 40.000 millones por el aumento del déficit fiscal y el incumplimiento de las promesas al Fondo. Argentina representa el 20 por ciento de la deuda de países en desarrollo en los mercados mundiales y una caída suya repercutiría en las economías del Tercer Mundo.

La situación es delicada. Al momento de cerrar esta nota la Bolsa de Buenos Aires caía, la incertidumbre se mantenía, el Congreso se debatía entre el sí y el no, Cavallo, que debía presentarse en el Parlamento, viajaba de improviso a Brasil para tranquilizar al vecino país, los dirigentes sindicales se hicieron presentes en la Cámara para pronunciarse en contra de los superpoderes, una grave tormenta dejaba miles de evacuados en Buenos Aires y la opinión pública, impaciente y cansada, no parecía muy dispuesta a depositar en Cavallo una amplia cuota de confianza. ¿Será demasiado tarde?

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