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ARMONIA ENTRE PRODUCTOR Y CONSUMIDOR

Semana
28 de febrero de 1983

Soy un convencido de que hay que proteger la producción nacional, pero también al consumidor nacional. Cuando tuve la distinción de ser gerente del Instituto de Fomento Industrial, agité públicamente la tesis de comprar productos colombianos y lo hice en forma persistente y ostensible, con el afortunado apoyo de la prensa colombiana, a pesar de que esa tesis iba a contrapelo de las que sostenían y apoyaban el ministro de Hacienda Wiesner y el director de Incomex Edgar Moncayo.
No creo faltar a la discreción al comentar hoy que esa tesis también la defendí con tenacidad y creo que hasta con elocuencia, pues alguna influencia tuvo ante el Consejo Nacional de Política Económica y Social, Conpes, ante el Consejo Nacional de Comercio Exterior y ante el Consejo de Política Aduanera. Fue una controversia de la que me enorgullezco, a pesar de las "vaciadas" que recibí, pues rango y posición son también un argumento.
Proteger la producción nacional y al consumidor es una de las tesis fundamentales del gobierno del Dr. Belisario Betancur y no son vanas palabras, pues decretos y disposiciones diversas las han convertido en un hecho. La reacción será positiva, aunque lenta debido al grado de postración a que llegaron la Industria y la Agricultura en los últimos meses.
He escuchado que éstas son tesis conservadoras, lo cual es absurdo. De la misma manera que la tesis que sostenía el Dr. Wiesner no era una tesis liberal. Son simplemente tesis económicas sin connotación partidista a la manera colombiana. Hoy el programa de proteger la producción nacional es bandera del presidente Betancur y la apoyan sus ministros liberales y conservadores, como la apoyamos casi todos los colombianos, liberales y conservadores. Posiblemente disienten de ella algunos economistas teóricos y quienes tienen su negocio en la importación o en el contrabando.
Yo sostengo que la defensa de la Soberanía nacional no se circunscribe sólo a la defensa del suelo. El patrimonio nacional es la suma de los valores espirituales, morales y materiales que tiene una comunidad, en este caso una nación. Sus principios, sus ideas, su derecho a la vida y al trabajo, su territorio, son parte fundamental de esa Soberanía, por cuya defensa hay que luchar y morir si es necesario.
Un producto fabricado en Colombia es la resultante del trabajo de muchos colombianos: en las minas para extraer la materia prima o en el campo para cultivarla, en la fábrica para refinarla y transformarla y en el mercado para vender el producto. Se agrega además el trabajo de quienes transportan materias primas y productos, de quienes producen insumos y servicios, de quienes diseñan y dirigen. En suma, cuando se protege la producción nacional, se protege al trabajo de los colombianos, su derecho a la vida y el futuro de sus hijos.
Algunos de nuestros productos van a otros países donde no los producen y a la vez nosotros compramos fuera de Colombia aquellas cosas que no producimos, pero que necesitamos. Debe ser un intercambio justo, pues no se trata de cambiar oro por espejitos.
Una política que proteja y estimule la producción nacional y a la vez regule el comercio internacional y vigile los términos de intercambio es básica para el desarrollo armónico del país. Esta es la política actual y hay que respaldarla con entusiasmo para que rinda rápidamente sus frutos y se convierta en algo estable, que es la mejor garantía para inversionistas, empresarios y trabajadores.
Esta protección implica un compromiso de los productores de garantizar una calidad mínima que satisfaga las necesidades del pueblo, de solicitar un precio justo por lo que vende y de ofrecer oportuna y ampliamente sus productos. Esto es, respetar los derechos del consumidor.
Pero como estos principios morales, sociales y económicos se han olvidado en gran parte, se necesita entonces la acción gubernamental y también en esta área el gobierno acaba de fijar un estatuto cuyo cumplimiento estricto deseamos todos.
Tales medidas contribuyen sobremanera al restablecimiento de la paz, anhelo de todos, pero deben estar seguidas de la acción de los empresarios del campo y de la ciudad, para que con fe en el país, vuelvan a sembrar, administrar y mejorar sus ganados y sus parcelas y a reiniciar el trabajo de las máquinas en las industrias.
Se necesitan medidas complementarias. Unas ya llegan y otras tendrán que venir. Reestructuración del Idema y del Incora. Redoblada acción de la Caja Agraria. Reestructuración del Instituto de Fomento Industrial. Refinanciación de la Banca de Fomento, y así muchas otras. Llegarán, no debe haber duda, porque tanto el señor presidente, como sus ministros, especialmente los de Hacienda y Desarrollo, saben lo que quieren y lo están haciendo.

-Ingeniero químico y administrador de empresas, ha sido secretario de Hacienda del Departamento de Antioquia, gerente y promotor de empresas industriales. Durante años se dedicó a la industria editorial y fue fundador y gerente por dos años de EL MUNDO.
Gerente del Instituto de Fomento Industrial (IFI) durante la administración Turbay, actualmente presidente de la sociedad editora y distribuidora Albon Interprint.