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El arzobispo, el abogado y el cura pedófilo

Grave equivocación del arzobispo de Cali anteponer la defensa de los intereses económicos de la arquidiócesis, a la defensa, la atención y la protección de los niños víctimas de curas pedófilos

Germán Manga, Germán Manga
8 de marzo de 2017

No será fácil para el arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve, salir del infierno de acusaciones, ofensas, cuestionamientos y desprestigio en que se encuentra sumido en las últimas semanas por causa de su encendido enfrentamiento mediático con el abogado de las víctimas de un cura pedófilo.

En el año 2009, el sacerdote William de Jesús Mazo, de Santa Fe de Antioquia, abusó sexualmente de cuatro menores de edad que le fueron confiados por sus propias familias, cuando estaba de visita en la casa cural de la parroquia del barrio Alfonso Bonilla Aragón, en el distrito de Aguablanca.

A diferencia de la impunidad que cubre los miles y miles de delitos y abusos que se cometen contra menores todos los días en Colombia, esta vez la justicia hizo su trabajo. Mazo fue acusado, juzgado y condenado en el 2012 a 33 años de prisión. Hoy purga su pena en la cárcel de Jamundí.

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La polémica estalló a finales del año pasado con motivo del incidente de reparación para el cual las familias de los niños afectados contrataron a un abogado –incisivo, beligerante, con acceso a los medios y a las redes sociales– que exige a la arquidiócesis 9.000 millones de pesos de indemnización por los perjuicios ocasionados por Mazo.

En los últimos días el arzobispo pidió perdón a los niños y a sus familias y reiteró “el compromiso a observar tolerancia cero con estas conductas”. Pero al mismo tiempo se enfrascó en la polémica con el abogado en la cual no oculta que su prioridad es la defensa de los intereses económicos. “Es una cifra impagable. Ante esa situación, la Arquidiócesis tiene que defenderse y está haciéndolo”, dijo en una reciente entrevista.

El abogado, por su parte, hostiga al arzobispo. Denunció en medios y en redes que su contraparte, el abogado de la Arquidiócesis, culpó en su defensa a los padres de los niños y dijo que tuvieron una actitud “omisiva, laxa, permisiva, abandonada y desinteresada” que habría facilitado los hechos. También denunció que el arzobispo le ofreció un trato para que dejara el caso.

En una carta del pasado 28 de diciembre, con motivo de la conmemoración del día de los Santos Inocentes, el papa Francisco invitó a todos los obispos del mundo a custodiar a la infancia frente a los “herodes” de la actualidad: “…de los nuevos Herodes de nuestros días, que fagocitan la inocencia de nuestros niños”. A partir de esas palabras no parece a la altura de un pastor como Monsalve que no haya asumido desde el comienzo el compromiso y la solidaridad total con las víctimas, con su atención y su rehabilitación, que no haya repudiado los alegatos de su abogado y que no lo haya destituido fulminantemente por lo que se atrevió a decir contra las familias afectadas.

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El que llegó a Cali no es un tema episódico ni un hecho aislado. Es la más profunda e inquietante crisis que afecta a la Iglesia Católica en el mundo de hoy, por la proliferación de abusos de clérigos contra menores. La Iglesia de Australia acaba de pagar 213 millones de dólares a 4.444 víctimas de abusos sexuales por religiosos ocurridos entre los años 1980 y 2015. Y las 197 diócesis de Estados Unidos han desembolsado más de 4.000 millones de dólares en indemnizaciones por el mismo motivo.

En este país en donde abundan tantos oportunistas en torno de las causas de las víctimas es posible que las pretensiones contra la Arquidiócesis de Cali sean excesivas –tres millones de dólares en contraste con los 70.162 dólares en promedio que reciben cada una de las víctimas de Australia–. Un juez tendrá que decir la última palabra al respecto, pero es inaceptable reducir el abuso a menores a un tema monetario y que se perciba que más allá de las sanciones penales o morales, lo que está en juego no sean los derechos y los intereses de los menores, sino el dinero.

En Colombia sólo hay en la actualidad 18 registros de sacerdotes acusados de abusos de menores. Ojalá no haya más, pero el escándalo de Cali puede tener un efecto positivo en la medida en que estimule a otras víctimas a sacar a la luz sus casos, a realizar denuncias y revelaciones que sirvan para llegar al fondo de las cosas, y a la Iglesia para poner la casa en orden, como ha ocurrido en otros países.

La encrucijada que enfrenta Monsalve es en esencia la misma del Vaticano: doble moral. El discurso enérgico del Papa contrasta con los obstáculos que impone la curia romana para dar información y colaboración judicial, lo cual tiene en la cuerda floja al cardenal Gerhard Müller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El deber de la Conferencia Episcopal y de Monsalve no es sólo cuidar las finanzas sino limpiar la Iglesia de pederastas, al costo que sea, pero sobre todo acoger a las víctimas, protegerlas, comprometerse con su destino presente y futuro. Con las víctimas del padre Lazo y con todas las demás de otros “herodes” que puedan existir en cada diócesis.

@germanmanga

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