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¿Qué amarrará a Duque con Botero?

Iván Duque, comandante general de las Fuerzas Militares, decidió desperdiciar la oportunidad. Con su actitud pusilánime frente a este hecho ha fortalecido la impunidad y el descrédito.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
28 de octubre de 2019

Gana la impunidad y todo indica que esto continuará. 

Dimar Torres fue asesinado por el ejército nacional. Su cadáver fue rescatado por la capacidad organizativa y la presta vigilancia de la comunidad que evitó su “desaparición”. Su terrible asesinato significó una oportunidad de oro para que la comandancia general del ejército, las Fuerzas Armadas, el Ministerio de Defensa y la Presidencia de la República construyeran legitimidad y confianza en el Catatumbo.  

Por décadas, las Fuerzas Militares han actuado como enemigos de buena parte de las comunidades y como aliadas de un paramilitarismo que masacró con impunidad en varias zonas de la región. 

Desafortunadamente en el Catatumbo y otras regiones no se ha podido pasar la página de la violencia.

Iván Duque, comandante general de las Fuerzas Militares decidió desperdiciar la oportunidad.  Con su actitud pusilánime frente a este hecho ha fortalecido la impunidad y el descrédito. 

Lo grave del asunto es que el 9 de agosto de 2018, a solo dos días de su posesión, en medio de una enorme difusión mediática, durante visita realizada al municipio de Tibú, dijo: “..Quiero decirles algo con humildad y al mismo tiempo con la firmeza de obrar como Comandante en Jefe de las Fuerzas Militares y de Policía: ..., y que estaré como Comandante en Jefe pendiente, minuto a minuto, de esta región”.

El asesinato de Dimar y otros desmanes denunciados pasan por el uso de instalaciones educativas como campamento militar, ingresos a propiedades por la fuerza sin órden judicial, maltratos fisicos, amenazas e intimidación verbales repetidas a líderes y a integrantes de comunidades en municipios como el Tarra, Hacarí, Teorama, San Calixto, Tibú entre otros. 

Múltiples son las denuncias presentadas ante la Defensoría del Pueblo, agencias de Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales por personas y organizaciones sociales del Catatumbo sin que ello haya conseguido frenar la conducta de ocupación adoptada por el ejército en la región bajo la guía de Guillermo Botero, el ministro e Iván Duque, el comandante general.

En este contexto, hay que elevar el cuidado con visiones en las que los resultados electorales son entendidos como un riesgo por grupos derrotados y fanatizados de ultraderecha.

Manifiestan que la estruendosa derrota de los candidatos de Álvaro Uribe, significa que en el corto plazo la izquierda obtendrá el poder. (Incluyen en la izquierda a Sergio Fajardo y a Claudia López por quienes les rodean). Con ese miedo sembrado en las cabezas de sus seguidores, puede desatarse una matadera mayor que la existente, algo ya vivido en la historia nacional.

El temor a un desborde violento se acrecienta por la actitud tanto del ministro Botero, como la del comandante general Iván Duque, quienes siguen mirando para otro lado, defendiendo con espíritu de cuerpo a la institución del ejército. 

Ser livianos frente a los asesinatos repetidos es el mayor pecado de este gobierno que muestra su incapacidad para defender la vida de los ciudadanos, especialmente la de quienes se oponen a sus políticas o las enfrentan desde las comunidades.

Las Fuerzas Armadas requieren cambios reales en el ejercicio de su actividad y en la formación de sus miembros. 

La doctrina Damasco que hoy rige el mundo militar colombiano, no está teniendo aplicación en el cotidiano de las operaciones y los hechos lo demuestran. 

¿Qué amarrará a Duque con Botero?

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

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