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¿Aumento de desocupados o de desempleados?

Juan Miguel Villa explica de dónde sale la cifra de desempleados y cómo eso afectara la campaña presidencial.

Semana
11 de marzo de 2006

Todos los presidentes utilizan las estadísticas para defender su gestión en momentos en que son favorables y consistentes con las políticas y los planes de gobierno. Nuestro presidente Uribe no es la excepción. Cada vez que se involucra abiertamente en debates ante la opinión pública se ha destacado como un buen conocedor de las estadísticas que coincidentemente, para la mala fortuna de sus opositores, durante su gobierno lo han favorecido. Temas como el crecimiento de la economía, el comercio exterior, entre otros, han sido bastiones de apoyo de su gestión y en los momentos en los que se cuestionan sus políticas, sagazmente se defiende haciendo alarde de las buenas estadísticas que lo han acompañando.

Cuando Uribe comenzó su gobierno, la tasa de desempleo se encontraba en un porcentaje heredado de Pastrana del 14,3%, mientras que a finales del año pasado logró posicionarse en el 10%. Producto de las políticas de generación de empleo de Uribe o no, evidentemente el desempleo bajó significativamente concordando con el ciclo natural de nuestro país en que el número de personas que buscan trabajo siempre ha tendido a disminuir a finales de cada año y aumentar a principios.

Ahora, en el primer semestre del año, el aumento de los índices de desempleo, evidentemente, coincide con la contienda electoral y, por supuesto, es de esperarse que ese sea uno de los pequeños pero significativos puntos débiles que los candidatos de la oposición utilizarán para atacar la reelección, junto a las recientes falencias en la política de seguridad democrática, que afectan a cada uno de los humildes hogares colombianos.

El DANE (cuyo primer director del actual gobierno renunció por desacuerdos con el Presidente en el manejo de la estadísticas) reveló a finales de febrero el pésimo dato sobre desempleo, el cual pasó de 10,4% en diciembre del año pasado a 13,4% en enero de 2005.

Lo que la gran mayoría de la opinión ignora es la forma como se mide el desempleo en Colombia y en la mayoría de los países del mundo. Sólo entendiendo la metodología utilizada se puede comprender la gravedad de lo que sube o lo que baja cada vez que el DANE muestra los últimos resultados de las encuestas.

Para generar los indicadores laborales, un encuestador similar al que nos visitó el día del censo se acerca a un hogar a realizar las preguntas con las que se obtiene el indicador del desempleo en el nivel nacional. Pregunta a cada uno de sus integrantes mayores de 12 años en qué ocupó la mayor parte del tiempo la semana pasada. Cuando una persona afirma que se encontraba buscando trabajo, no figura inmediatamente como una persona desempleada, sino que el encuestador vuelve y pregunta si además de ello realizó alguna actividad paga por lo menos durante una hora, si la respuesta es no, el encuestador insiste y pregunta si trabajó en un negocio familiar en el mismo tiempo aunque no le pagaran. Lo insólito de la metodología es que una persona, aparte de quedarse sin trabajo, tiene que ver televisión en su casa y buscar un empleo al mismo tiempo para ser un desocupado.

Es obvio que el DANE pretende determinar si una persona se encuentra desocupada y no si es desempleada. Cuando el desempleo aumenta o disminuye, lo que varía es el número de personas que a pesar de estar resistiendo hambre no trabajan por lo menos una hora en un empleo o en el negocio de la familia (que puede ser la tienda de la esquina que pertenece a un hermana o a los padres).

Las encuestas para calcular el desempleo están más inclinadas a establecer si alguien se encuentra ocupado, que no es lo mismo que estar empleado. Para estar empleado es necesario un empleador y un trabajador, mientras que para ser un ocupado, basta con subirse en un bus urbano a vender maní o soplar fuego en un semáforo durante una hora en la semana antes de que llegue el encuestador. Incluso un desplazado por la violencia que pide limosna no puede ser considerado como un desocupado, aunque haya tenido que dejar su finca y su trabajo habitual, pues realiza una actividad por lo menos durante una hora con alguna clase de remuneración.

Es necesario ser muy ocioso en nuestro país para figurar como un desocupado en las encuestas del DANE. En plena crisis del 99, el reconocido economista Rudolf Hommes afirmó sarcásticamente en la radio que teniendo en cuenta que en un semáforo en Bogotá se encuentran al menos 25 personas ocupadas, deberíamos instalar mil semáforos más para generar 25.000 nuevos puestos de trabajo.

Hoy se encuentran un poco más de 550.000 personas más desocupadas con respecto a diciembre del año anterior, y un millón de ocupados menos en el mismo período. Si se considera la metodología de medición, resultó que todas esas personas dejaron de realizar alguna actividad paga o familiar durante por lo menos una hora. Las encuestas que muestran la información concerniente a los mercados laborales se publican cada trimestre para cada una de las 13 principales ciudades y la próxima entrega será a principios de junio.

Coincidentemente, en ese lapso se disputará la primera vuelta de la contienda electoral y es muy probable que el repunte en el desempleo anunciado a finales de febrero, sea utilizado por los opositores de Uribe para mostrar que sus políticas de generación de empleo no han funcionado y que el crecimiento económico está quedando en pocas manos.

* Magíster en economía. Universidad Javeriana.
villajuanmiguel@yahoo.com

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