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La paz en la cuerda floja

El más reciente episodio, protagonizado por el jefe negociador de la delegación de las Farc en La Habana, Iván Márquez, y Emilio Archila, el alto comisionado para el posconflicto, es muy ilustrativo. La confrontación continúa por otros medios.

Clara López Obregón, Clara López Obregón
15 de enero de 2019

Pocos eventos en la vida del país han despertado tan elevadas expectativas como la firma del Acuerdo Final para la terminación del conflicto el 24 de agosto de 2016 y luego, la renegociación del mismo, el 24 de noviembre del mismo año. De igual forma, pocos sucesos han generado un mayor desconcierto que el triunfo del No en el plebiscito del 2 de octubre, para sorpresa del Gobierno, de los promotores del Sí y de la propia oposición.

Esa montaña rusa de emociones y posiciones ha signado la implementación de los acuerdos. Cada avance o retroceso produce reacciones encontradas, para no decir exageradas, que mantienen en permanente tensión a los distintos actores que se debaten entre el pesimismo y el optimismo sobre las posibilidades reales de sacar adelante el proceso.  

El más reciente episodio, protagonizado por el jefe negociador de la delegación de las Farc en La Habana, Iván Márquez, y Emilio Archila, el alto comisionado para el posconflicto, es muy ilustrativo. La confrontación continúa por otros medios.

De una parte, Iván Márquez afirma que "la paz fue traicionada por el Estado colombiano.” Fundamenta su aseveración en los cambios introducidos a la JEP, la inseguridad jurídica por el caso de Santrich, los homicidios de 85 exguerrilleros y de más de 400 líderes sociales, que generan una gran desazón y desconfianza, y la permanencia en la cárcel de 400 exguerrilleros que debieron recibir los beneficios de la amnistía, entre otros temas.

Emilio Archila contesta enseguida con lenguaje igual de acalorado que Iván Márquez falta a la verdad, que “el que está incumpliendo es él,” que el Gobierno ha hecho avances sustanciales en la reintegración, tal como lo avala el más reciente informe de Naciones Unidas, y que solo están pendientes de verificación 253 personas de las listas de las Farc respecto de su efectiva pertenencia a la organización.

Sin duda, cada uno tiene parte de razón, pero ese no es el punto. Para las FARC, desde un comienzo, el ritmo de la reincorporación ha sido demasiado lento y lo cierto es que después de dos años de implementación, ya era hora que todos los exguerrilleros estuviesen cobijados por la amnistía pactada en el Acuerdo. Pero el fondo del problema no es de números, sino de confianza.

Negar que hay inseguridad jurídica para los exguerrilleros es como tratar de tapar el sol con las manos. El caso Santrich hizo estragos entre los antiguos insurgentes. No está en el interés nacional de consolidar la paz insistir en su extradición. Tampoco se puede obviar el hecho de que el presidente Duque alude frecuentemente a su promesa de campaña de modificar los acuerdos y que su partido, el Centro Democrático, ha sido muy activo en el Congreso buscando vaciar de competencias a la JEP y hasta ha planteado otorgar al presidente de la república la facultad de suspender el levantamiento de las órdenes de captura de los exguerrilleros sometidos a esa jurisdicción.  

La realidad es que el acuerdo de paz no pasa por su mejor momento. Muchos en el Centro Democrático ni siquiera aceptan el acuerdo del Colón, renegociado después del plebiscito, tachándolo de ilegítimo. El Gobierno ha reemplazado la palabra paz por legalidad en el léxico oficial. Hasta en el Plan Nacional de Desarrollo, que se anuncia como un “pacto nacional,” la paz es el tema que menos menciones tiene, según un innovador estudio elaborado por Enrique Arrieta Díaz y Amanda Vargas Prieto publicado en Razón Pública.

Quienes consideran que la paz es el principal bien estratégico para transformar a Colombia deben coordinarse para defender los acuerdos y la vida de los líderes sociales en un verdadero pacto por la vida y la paz que solo puede impulsar una sólida movilización social. Mientras ello no suceda, la paz seguirá en la cuerda floja.