OPINIÓN
Bienvenida la oposición
Qué tal el presidente electo Iván Duque, calificando de hirsuta la oposición que a partir del próximo siete de agosto ejercerá, legítimamente, Gustavo Petro, a quien ocho millones de colombianos le delegaron esa responsabilidad. No se dio cuenta, el nuevo mandatario, que los resultados vistos en las urnas revelan claramente que este país cambió y que, para bien de la democracia, el nefasto Frente Nacional desapareció.
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Este 17 de junio nació en Colombia una oposición que desde de la otra orilla, sin prebendas ni canonjías, asumirá un verdadero control político, hará un estricto seguimiento a las acciones de gobierno y vigilará que el acuerdo de paz llegue a buen puerto. Eso es sano para un país que encontró en el voto el mejor instrumento de cambio. En el inmediato pasado convocaban a los colombianos cada cuatro años a las urnas. Eso cambió. Hoy hasta para salvar los páramos contamos con un instrumento para protegerlos, el voto; voto que ejerceremos en tres o cuatro meses, de nuevo, para erradicar a los corruptos sufragando a favor del referendo anticorrupción.
Una oposición fuerte, vigorosa, prácticamente inédita en nuestra vida republicana, es lo más positivo que dejó este debate electoral; porque este proceso va más allá de los ocho millones de colombiano, va camino a constituirse en una verdadera alternativa de poder, despertando, sin prisa pero sin pausa, una conciencia crítica en las nuevas generaciones en torno al valor de las acciones políticas.
El suyo, como lo han dicho Petro, Claudia López, Navarro, Ángela María Robledo, Iván Cepeda, Jorge Enrique Robledo, es un proyecto con vocación de poder, no para dejar constancias históricas. Será una oposición rigurosa que además podrá recurrir a la réplica después de una alocución presidencial. En algo se avanzó.
No puede ocultar el presidente electo, Iván Duque, que tras su gobierno acecharán las sospechas de corrupción si sus propuestas son negociadas con un Congreso que hará valer sus mayorías aplastantes y le cobrarán por ventanilla ese apoyo. Todos sabemos que toda esa caterva de políticos tradicionales, no da puntada sin dedal: su apoyo cuesta y mucho dinero. Pero ocho millones de colombianos estarán vigilantes y harán piña para denunciar esos desmanes.
No se trata de sacar conclusiones absolutas, sino de mirar el presente y el futuro de la democracia colombiana. El mundo no camina en línea recta, luego no es una utopía pensar que Colombia dará un viraje a la izquierda seguramente en los próximos años. Las ataduras al pasado de la derecha, esa sí hirsuta y aglutinada bajo la égida uribista, consolidarán, en los próximos cuatro años, las políticas económicas neoliberales, la situación agraria pasará por el tamiz de los dueños de la tierra, y los campesinos, como siempre, se quedarán viendo un chispero. Seguramente Duque se rodeará de tecnócratas para dejar en sus manos el futuro fiscal. Su tarea inmediata será recuperar los ingresos de la nación a través de la economía extractiva (petróleo y carbón), de la reforma tributaria y pensional en la que subyace el aumento de la edad y, por supuesto, un recorte en el gasto social. El ajuste que se nos viene pierna arriba, no tiene nombre.
Ni qué hablar de la erradicación de los cultivos ilícitos; creo que la erradicación manual en este nuevo gobierno será historia y volveremos, según dictamen del Departamento de Estado de los Estados Unidos, a la fumigación con glifosato. Lo dejo ahí, espero equivocarme.
Ardua tarea, pues, tendrá la oposición y el escenario pinta bien porque, desaparecidas las Farc, la derecha no tendrá la disculpa para acabarla a tiros.
@jairotevi