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Botero y el periodismo (Gustavo Adolfo Delvasto)

Tal vez la descripción de las sensaciones que se presentan ante mí son de tristeza y de un poco de rabia; todas confusamente en contra del periodista Jorge Enrique Botero y por supuesto contra el absurdo del secuestro.

Semana
5 de abril de 2006

 La razón es de todos conocida, especialmente de las familias de políticos, policías, militares y civiles secuestrados por la guerrilla, la publicación del libro “Ultimas noticias de la guerra” de este antiguo periodista del canal Telesur, en el cual se hace una revelación insólita, desconcertante y a la vez inquietante, si se quiere. Más allá de la polémica de si es cierto el nacimiento de un bebe en cautiverio, hijo de Clara Rojas, de su condición, de la relación sentimental que le dio fruto y de las posibles implicaciones políticas, estratégicas de guerra y de acuerdo humanitarioo; más allá de todo esto, lo que me interesa, me impacta y a la vez me desconcierta es la forma en que el periodista Botero reveló la información, la forma en que se pretendió ocultar y la pretensión de enmendar el error con una supuesta noble causa, que los receptores de ella, rechazan con dignidad. Esto se relaciona trivialmente, aunque no sin razón, con lo que pudimos evidenciar en la excelente película norteamericana “Capote”, donde las implicaciones del periodismo investigativo, la profundidad que se deduce de él y las repercusiones éticas que laten en la atmósfera del asunto dan como resultado tragedias personales y descenso a los infiernos.

En la película Capote se evidencia el dilema ético y moral de un investigador, un periodista, un escritor, a través de su relación y las consecuencias de esta relación con los implicados o protagonistas de la historia que está escribiendo; en el caso de Botero, en la triste realidad colombiana, aparece también el dilema ético y moral de la investigación y los escritos periodísticos frente a sus fuentes de noticia. Por lo menos este dilema surge en nosotros, los simples lectores, medio informados, que queremos y respetamos el periodismo serio, que deseamos que las noticias que nos llegan vayan más allá de la coyuntura, que sean humanas o cotidianas, que sean subjetivas. ¡Sí, subjetivas!, a favor de las víctimas, como alguna vez lo señalara Javier Darío Restrepo, que tomaran parte en el conflicto a favor de los indefensos o civiles situados en medio del fuego cruzado. Aquí es donde Botero creo que falla, porque a pesar de desconocer el texto que pronto saldrá, a pesar de poder ser de gran valor literario y testimonial, a pesar de que Botero mismo dice que quiere hablar de un hecho positivo a favor de la vida en medio de la muerte, a pesar de que los fondos se destinarán a ‘Asfamipaz’, la ONG que agrupa a los familiares de policías y militares secuestrados; a pesar de todo esto, decepciona el hecho que Botero revele esta información a todos los vientos, justo cuando va a salir el libro al mercado, sin antes haber contado con los familiares de la persona de la cual surge la noticia (o en el peor de los casos el rumor). Tendría que preguntársele cuándo se enteró del hecho y porqué solo hasta ahora lo reveló a los familiares de la implicada (“Esa especie de gran noticia que recibí inesperadamente la mantuve viva como una obsesión durante un buen rato”) o preguntarle si esto no hace parte del fuero privado de la familia de la secuestrada.

Tal vez podemos mencionar la buena fe del periodista Botero, quien antes había realizado trabajos periodísticos audiovisuales extraordinarios al intentar buscar ‘la parte humana’ de las historias de guerra, (“Mi apreciación es que la guerra no es que esté mal narrada, sino que le falta una narrativa a esa guerra, que falta introducirle a toda esa información los seres humanos que están allí”) sin embargo, ese halo de ética periodística que ronda el ambiente y no nos deja tranquilizarnos con una historia de amor, y que no dejó a Capote librarse de la culpa de haber usado a sus investigados, ese malestar estomacal nos impide dejar atrás el error grande que un periodista ha cometido a favor del interés que pueda despertar un libro o de las ventas que surjan aprovechando la coyuntura (otro más que muestra el lado humano de la muerte y la destrucción). Esperemos que a Botero la conciencia no lo destruya como lo hizo con Capote hace algunos años, y que al contrario pueda enmendar el terrible error publicando sin preocupaciones exteriores verdaderas historias periodísticas que le lleguen primero a los que se resultan afectados.
 

Gustavo Adolfo Delvasto
Comunicador social - Periodista.

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