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Breviario de cosas raras

He averiguado que caballos, cerdos y reses, que representan alguna riqueza, no le significan al Estado casi nada en impuestos

Semana
12 de septiembre de 2004

Me gusta coleccionar ejemplos de atentados burocráticos y oprobios oficiales contra los ciudadanos. No digo los casuales y esporádicos que se cometen por obra de un funcionario atrabiliario, sino los que están reglamentados por leyes y normas absurdas, que siguen vigentes a pesar de su arbitrariedad manifiesta. Siempre que me pasa algo, o que

algún amigo me cuenta algo que le ha pasado, le añado un punto a un memorial interno de rabias y desengaños. Al tiempo que les ruego a los lectores que me ayuden con sus experiencias para ampliar la lista, les voy contando algunas joyas que he ido coleccionando:

-Existe un comité de censura que clasifica por edades las películas, creo que depende del Ministerio de Cultura. No voy a meterme a cuestionar el asunto filosófico de fondo de la sola existencia de esta junta. Lo que sí quiero señalar es el absurdo siguiente: si un menor de edad (acaba de sucederme con un hijo de 14 años, con el que se me prohíbe ver Fahrenheit 9/11) va a cine acompañado de uno de sus padres, los depositarios de la patria potestad, la prohibición general debe ser suspendida. Entiendo que no se le permita a un menor -ni siquiera en compañía de sus padres- consumir alcohol o manejar motocicleta; pero para ver una película, que contribuye a dar el tipo de educación que uno le quiere transmitir a sus hijos, el Estado no debería impedirme que yo le deje ver lo que me parezca adecuado.

¿Han visto los censores lo que pasan por los canales de televisión? ¿Han ido a los sitios donde alquilan películas? Ahí a nadie le piden que demuestre su edad para alquilarles, no digamos Fahrenheit ni algún otro documental político, sino tampoco para el préstamo de Las colegialas también pecan.

-Hay un documento específico para salir de un país y entrar en otro. Se llama pasaporte. Cuando uno va a sacar el pasaporte, le piden la cédula y otros documentos que certifican la propia identidad. ¿Por qué, entonces, para salir de Colombia no basta con el pasaporte? ¿Por qué hay que mostrar también la cédula? ¿Por qué, si es mucho más fácil falsificar una contraseña de cédula que un pasaporte, se requiere presentar la contraseña (en caso de pérdida o cédula reciente)?

A propósito, ¿a quién identifica la cédula? Mírense en un espejo; miren después la foto de la cédula. Se parecen más Natalia París y el Tino Asprilla. El señor canoso o calvo de hoy y el muchacho atónito de la cédula que sacamos a los 18 años casi siempre lo único que tienen en común es el nombre y el grupo sanguíneo.

-Existe, en las declaraciones de renta, un renglón que se llama 'semovientes'. Se refiere a los animales de los que uno es propietario. En particular, caballos, cerdos y reses, que representan alguna riqueza. Según datos de los gremios, en el país existen decenas de millones de estos semovientes. Pero, cosa curiosa, he averiguado lo que este renglón le representa al Estado en impuestos. Casi nada. Más que una norma absurda, en este caso estamos frente a una norma que no se cumple. ¿Qué tal si ahora que buscan resolver el problema fiscal poniéndole IVA hasta a la yuca se preocupan también porque los dueños del ganado llenen la casilla que dice 'semovientes'?

-Otra cosa curiosa. Aquí es posible casarse antes de ser mayor de edad. Casarse es una decisión difícil, llena de consecuencias, una decisión mucho más importante que emprender un viaje. Sin embargo una persona casada que pretenda salir del país, si es menor de edad, tiene que presentar el permiso de los padres. Autenticado, por supuesto, para bien de los notarios. Ah, y los recién casados de 17 no pueden ir a cine de mayores de 18.

-Otra de viajes. Si uno lleva un cortauñas en la maleta de mano, en el escáner del aeropuerto lo detienen y se lo quitan. Sin embargo, después de pasar por los rayos X, es posible comprar una botella de ron libre de impuestos. Me pregunto, ¿qué arma será más peligrosa y letal, un cortauñas o una botella despicada?

-¿Han notado que en los retenes flotantes de las carreteras y de las ciudades, la Policía y el Ejército tienden a detener solamente los carros grandes y ostentosos, tipo narcoburbujas? Si yo fuera mafioso, paraco, secuestrador, ladrón o guerrillero, me movería siempre en taxi o en Renault-4. Por no decir en zorra. Hay una regla mucho más efectiva, si es que tenemos que someternos a esta inspección: parar siempre de manera aleatoria (digamos cada cierto número de vehículos), aunque quienes vayan dentro del carro sean seminaristas. Esto no impide inspeccionar también a todos los que parezcan sospechosos.

Tengo otros ejemplos, gruesos y banales, que se me quedan en el tintero, pero se acaba el espacio. Espero ampliar el memorial con la memoria y la experiencia de ustedes.

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