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DIANA SARAY GIRALDO Columna Semana

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Buena suerte, presidente Petro

Desde este espacio le deseo la mejor de las suertes en esta nueva etapa que comienza el país bajo su mando. Necesitamos que usted lo haga muy bien, que haga historia, que se lleve el aplauso de esta nación, porque, de lo contrario, no tengo duda, este país quedará más fragmentado, más hundido y en una peor violencia.

Diana Giraldo
6 de agosto de 2022

Este domingo 7 de agosto comienza una nueva era para el país. Nadie puede negar que la llegada a la presidencia de Gustavo Petro Urrego marca el comienzo de una nueva época para Colombia. Nunca antes un gobernante de izquierda había sido elegido para guiar los destinos de nuestro país. La posesión de Petro está llena de simbolismos que dicen todo de lo que significa este nuevo gobierno: una espada de Bolívar que fue robada por el M-19, la guerrilla de la que formó parte el nuevo presidente, el 17 de enero de 1974 y que estuvo en manos de esta guerrilla hasta el 31 de enero de 1991, cuando fue devuelta por Antonio Navarro Wolff, ya entonces desmovilizado.

Estará también en la posesión la guardia indígena, un grupo de líderes que defienden los territorios indígenas y su autonomía, que fue protagonista en las protestas sociales del último año. Una posesión que será abierta al público, como una clara muestra de lo que quiere trasmitir el presidente Petro, que este será un gobierno “del pueblo”, como él dice, y no de los “privilegiados” que recibían una invitación en las posesiones pasadas. Todo, a su vez, será retratado por Alexa Rocha, una excombatiente que dejó las armas por la cámara.

Presidente Petro, usted tiene en sus manos una responsabilidad histórica, mucho más grande que la de todos sus antecesores. Usted tiene la responsabilidad, primero, de unir un país cortado en dos mitades, que parecen más bien bandos a la espera de poder destruir al otro. Pero también, presidente Petro, tiene la responsabilidad de quitarle a Colombia ese miedo de que la izquierda en el poder significará la destrucción de todo.

Porque ese es el temor, señor presidente, que su llegada al poder signifique la desaparición de la empresa privada. Que en su válido afán de lograr más justicia social, que todo un país pide y que es el necesario camino para poder avanzar como nación, termine ahogando al sector empresarial con una carga impositiva que haga imposible la permanencia de muchas empresas. Y usted sabe, doctor Petro, que si algo es cobarde es el capital y es el primero que huye de un país cuando se siente en peligro.

Presidente Petro, la empresa privada es necesaria para generar empleo, impulsar la economía, jalonar el progreso. No se puede pensar en un país que crezca atacando al sector empresarial hasta el punto de ahogarlo. Se necesita prudencia. Por supuesto que hay que desmontar las inmensas exenciones que solo han llevado al abuso de diversos sectores, que llevan décadas sin pagar las cargas tributarias que le corresponden. Pero no puede ser que todo el ingreso que falta para lograr los fines de este nuevo Estado que usted propone venga solo del sector empresarial, pues esto solo terminará por ahogar la empresa y destruir el empleo.

Es cierto, necesitamos que quienes tengan que pagar impuestos los paguen. Pero tal vez más urgente que eso es que quienes tienen a su cargo el funcionamiento del Estado no se roben la plata. Porque el gran drama de Colombia, y lo que ha multiplicado esta pobreza, más que el establecimiento de exenciones tributarias, que repito hay que desmontar, es que los políticos se hayan robado los recursos públicos por décadas, con planes de alimentación escolar de baja calidad que se facturan como manjares, con estudiantes que no existen, con enfermos crónicos que solo están en los planes de desfalco de los gobernantes regionales o con los miles de contrataciones amañadas que se convierten en la caja menor de congresistas, muchos de los cuales están hoy junto a usted, jurándole que trabajarán para sacar adelante “las reformas que el país necesita”.

Presidente Gustavo Petro, es en la lucha anticorrupción en la que verdaderamente podría darse un cambio que haga este país distinto, en la que verdaderamente estaría la génesis de una transformación profunda en Colombia. ¡Qué bueno sería conocer pronto cuáles son sus iniciativas para fortalecer la lucha contra la corrupción y castigar sin piedad a todos esos que han hecho de los recursos públicos la fuente de su malhabida riqueza! Pero hasta hoy, desafortunadamente, no se conoce.

Hoy termina la era de Iván Duque, un presidente que nunca pudo superar su discurso de campaña y que no entendió que gobernaba para toda Colombia, para los que apoyaron su postura política y para quienes siempre ha visto como sus opositores. No cometa el mismo error, presidente Petro, usted ahora es el presidente de todos los colombianos, de los afines a la izquierda, de los desmovilizados, de los que creemos en el diálogo como salida a los conflictos, de los que creen que se debe fortalecer la institucionalidad y las Fuerzas Militares, de los grandes empresarios y de los jóvenes que sueñan con irse del país o de los que ahora dicen que quieren regresar. De todos. Gobierne pensando en el bienestar de una nación, en hacer crecer este país, en tomar las decisiones que se requieren, aunque no sean populares entre quienes tanto lo aplauden.

Desde este espacio le deseo la mejor de las suertes en esta nueva etapa que comienza el país bajo su mando. Necesitamos que usted lo haga muy bien, que haga historia, que se lleve el aplauso de esta nación, porque, de lo contrario, no tengo duda, este país quedará más fragmentado, más hundido y en una peor violencia.

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