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Calibre 12

El debate en torno a la letalidad de las Calibre 12 dotadas con munición inhabilitante se ha dado en el mundo entero y muchos países, sin la situación de conflicto interno que agrava el riesgo en su uso, las han prohibido. Los casos publicados y documentados por la organización Physicians for Human Rights están al alcance de la mano.

Poly Martínez, Poly Martínez
17 de enero de 2020

El debate en torno a la letalidad de las Calibre 12 dotadas con munición inhabilitante se ha dado en el mundo entero y muchos países, sin la situación de conflicto interno que agrava el riesgo en su uso, las han prohibido. Los casos publicados y documentados por la organización Physicians for Human Rights están al alcance de la mano. 

La noticia de la petición de la Procuraduría de sacar estas escopetas calibre 12 de las marchas dejó un poco de lado un punto crucial del debate, ya no por el arma en si misma sino por el usuario. Que los miembros del Esmad estén curtidos en temas de policía, que lleguen a ese cuerpo antidisturbios con un recorrido profesional suficiente no significa que tengan el entrenamiento realmente requerido para el uso de estas armas en teoría no letales, pero que han probado lo contrario.  

El cuestionamiento sobre la capacitación de los miembros del Esmad no es nuevo. La Procuraduría habla de 48 horas de entrenamiento como insuficiente; documentos de 2014 indican que se dedicaban 36 horas en total para el entrenamiento en uso de armas no letales, entre ellas las mecánicas cinéticas como la calibre 12; para el manejo del Taser, 28 horas. Aunque hayan aumentado las horas de clase, parece que las de práctica, en especial con la Calibre 12 y por falta de munición de prueba, se da en vivo y en directo, en las calles.

La falta de entrenamiento -en términos políticos: “intensificar su entrenamiento”- de estos escuadrones se acepta inclusive en el reciente Marco de convivencia y seguridad ciudadana, publicado por el gobierno a finales del año pasado. Allí, además, asegura que multiplicará el número de efectivos, con lo cual salta la duda de cómo serán entrenados, número de horas, entre otras preguntas que ojalá el Ministerio de Defensa o el director de la Policía respondan.

El otro punto que no se dice claramente, pero que se debe cuestionar, es si el argumento de que estas armas inhabilitantes (pero con capacidad letal, vale recordar) tienen el aval de los protocolos de Naciones Unidas es suficiente para continuar con su uso. Formalmente, tal vez sí, pero el manto de legalidad no alcanza a arropar los cuestionamientos éticos. Los protocolos son referencias, no salvoconductos o carta blanca.

¿Se pueden cuestionar estos protocolos de la ONU? ¿Se deben ajustar, con realismo, al contexto de países como Colombia, con un conflicto interno tan prolongado y que conlleva una carga implícita? Estas armas, como la calibre 12, son disuasivas, no ofensivas, excepto en casos extremos de defensa de la vida del uniformado o de personas en el entorno inmediato. Además, la munición de la calibre 12 no está pensada para blancos móviles, es imprecisa, tiene un margen de error mayor, por así decirlo. Causa un gran impacto.

¿Y en qué más no están capacitados suficientemente los miembros del Esmad? ¿Cómo aprenden a leer el entorno social, con qué mirada y lecturas sobre “el enemigo”? Las horas de clase en materia de derechos humanos y “normas específicas aplicadas al uso de la fuerza CNP y armas no letales”, en 2014, no superaba las seis horas; ¿cuántas reciben hoy? ¿El procurador se refería también a este tema?

Está claro que hay que hacer un análisis detallado –como se refirió de pasada el ministro de Defensa; mientras tanto siguen en pie las calibre 12- no solo del documento de la Procuraduría, sino de la forma como están siendo entrenados estos escuadrones especiales, de cómo van a ser calificados los nuevos miembros del Esmad, cuyo número quiere multiplicar el gobierno, y la calidad de formación que reciben.

Ya sobre las calibre 12 tenemos bien claro lo que dicen las autoridades: que son armas no letales, simplemente destinadas a causar dolor. Y es cierto: las muertes derivadas de los excesos causan dolor.

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