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Timochenko a la carta

Las cartas que remite desde Cuba el jefe de las Farc enseñan más acerca de las verdades profundas, las ruinas y miserias, las complejidades y desafíos del proceso de paz, que las 297 páginas del acuerdo que firmó con el Gobierno.

Germán Manga, Germán Manga
27 de septiembre de 2017

Hay que leer las cartas que remite desde Cuba en los últimos días Timochenko, el jefe máximo de las Farc, convaleciente de un accidente cardiovascular. Enseñan más acerca de las verdades profundas, las ruinas y miserias, las complejidades y desafíos del proceso de paz, que las 297 páginas del acuerdo, de espeso estilo ‘grecocaldense‘, que firmó con el Gobierno. 

En una carta del 13 de septiembre a los integrantes de su partido, él mismo resume sus agobios: “…Los presos que no han salido, los proyectos que no arrancan, los mal llamados disidentes jodiendo, algunos líderes que no asumen su papel como debe ser, los líos de las listas y un largo etcétera”.

En la implementación de los acuerdos Iván Márquez y los abogados de las Farc entregaron al Gobierno una lista con 14.088 nombres de guerrilleros de los cuales 11.284 han sido acreditados. Hasta ahora fueron detectados y reportados 25 capos del narcotráfico y otros 251 colados. Ahí pueden estar “los presos que no han salido” y el complique para Timochenko, quien tiene que explicar, por qué hay tantos infiltrados y si es cierto que dos abogados “recorrieron cárceles reclutando mafiosos y exigiendo 5.000 millones de pesos por cabeza, para hacerlos pasar como miembros de las Farc” como publicó el diario El Tiempo.

En su carta al papa, del 8 de septiembre, pese a su militancia comunista y a tantas décadas de guerra y violencia, saca a relucir su esencia judeocristiana “Profundamente conmovido por su santa presencia en mi patria…”, suplica a Francisco “perdón por cualquier lágrima o dolor que hayamos ocasionado al pueblo de Colombia o a uno de sus integrantes”. Y se anima a decir que desde la firma del Acuerdo Final con el Gobierno, “nos hemos empeñado en cumplir sagradamente con cada una de sus prescripciones”.

Esa desobediencia al octavo mandamiento -“no mentir”- va en contravía de las verdades que le exigen sus contradictores, otra fuente grande de problemas para Timochenko. ¿Dónde están los niños reclutados ilegalmente? ¿Dónde el dinero y los bienes de las Farc?. A lo cual hay que agregar la amenaza de Trump de descertificar a Colombia por el crecimiento desmedido de los cultivos de coca y de la producción y exportación de cocaína, en coincidencia con los tiempos del proceso de paz. Más el reclamo de su embajador, Kevin Whitaker, por el incumplimiento de aportar información acerca de redes y funcionamiento del narcotráfico “para desmantelar y desmoronar lo que eran las estructuras criminales”.

La carta del 13 de septiembre confirma que además de la crisis nacional e internacional de las Farc, Timochenko tiene también el rancho ardiendo, cuando habla del resultado de una campaña sistemática, “que nunca creí que fuera cierta”, en la que algunos de sus compañeros cuestionan su idoneidad para seguir siendo el jefe de las Farc. Habla del uso de “métodos arteros, desleales”, con lo cual ratifica que también en las Farc -como ocurre con los médicos, los abogados, los artistas, los artesanos, los periodistas, los políticos y tantos más-, los colombianos somos mejores individuos que socios y desperdiciamos grandes cantidades de tiempo y de recursos en las luchas por el poder. Superado el hermetismo de la guerra es impactante descubrir que Iván Márquez, Joaquín Gómez y Santrich le estarían moviendo la butaca a su jefe máximo.

En la carta del 22 de septiembre a la misión de la ONU en Colombia habla de "una verdadera campaña de odios y difamaciones” contra las Farc. “La soñada reconciliación naufraga ante el empuje de quienes insisten en negarnos un espacio en Colombia". Habla del fiscal Néstor Humberto Martínez -que les tiene las pitas pisadas con los bienes y los testaferros. El narcotráfico y los infiltrados-. De las demoras del Congreso para aprobar la JEP y la reforma política. Y de “la ausencia de compromiso por parte de algunos funcionarios del Estado”, como fuente de serios obstáculos “para materializar una paz estable y duradera”.

Ese puede ser su temor más fundado a juzgar por un excelente dossier que publica La Silla Vacía ‘El duro aterrizaje de las Farc en la realidad‘, que narra lo que encontraron en visitas a cuatro de las 23 zonas veredales y que confirma la zozobra y frustración que permean a las bases, por la lentitud del proceso y el incumplimiento de muchos compromisos. Se expresan en fuga de guerrilleros, reclutamiento por otros actores armados, indisciplina, ocio, delincuencia, una creciente y espesa nube de ilegalidad de la cual solo se salvan los que no tienen deudas con la justicia y prefirieron regresar a sus casas para huir de las Farc, del Gobierno y de la guerra. Son datos que confirman que, como ha ocurrido con todos los procesos de paz realizados en Colombia, los retos mayores aparecen en la implementación de lo pactado.

Esta semana le escribió al presidente Santos a quien enumera todas sus tribulaciones y advierte: “La inmensa familia fariana se revuelve inconforme e indignada. Miles de combatientes, milicianos, apoyos clandestinos, militantes políticos, seguidores y comunidades que creyeron de buena fe en la seriedad del Estado colombiano, reclaman de esta dirección una posición enérgica. La disciplina militar de la guerra siempre fue prenda de subordinación. Desaparecida esta solo nos queda la persuasión y el convencimiento. Para ello hacen falta hechos, presidente Santos”. A veces llegan cartas…

@germanmanga