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Carta preventiva a Paul Mcartney

En Colombia es de buen gusto congraciarse con la clase dirigente. Dedícale ‘Yesterday’ a Álvaro Uribe; ‘Help'! a Luis Carlos Restrepo y ‘She loves you’, a Carlos Alonso Lucio.

Daniel Samper Ospina
14 de abril de 2012

A preciado Paul,

Bienvenido a Colombia, un país que te va a encantar por la belleza de sus gentes, como podrás atestiguarlo cuando conozcas al vicepresidente, y en el cual el riesgo es que te quieras quedar. Ojalá lo hagas. Así podrás hacer nuevos amigos y disfrutar de nuestra infraestructura: el puente de la 100, por ejemplo, o el muro de contención que construyen desde hace seis meses en la Circunvalar.

Te escribo esta carta porque durante tu estadía pueden suceder algunos eventos que prefiero informarte de antemano para que no te afecten.

Sir Paul: es muy posible que a tu camerino traten de entrar, en este orden, las siguientes personas: Tutina. Las hermanas Lara. Vicky Turbay. Olga Pumarejo. Silvia Sáenz. José Gabriel Ortiz. El maestro Gordillo, para entregarte personalmente un cuadro de su serie de Michael Jackson. El embajador Mauricio Rodríguez, para cerciorarse en persona de que todo esté bien. Y un exsecuestrado con algún animal traído desde la selva, que puede ser Josefo Libertad, un marrano al que el vicepresidente mira con ojos de deseo. No te afanes si lo ves. Acá es normal que dejen ingresar al concierto a semejante mamífero artiodáctilo. Y a Josefo Libertad también.

En la zona VIP encontrarás a Christian Toro, que te ofrecerá champaña y te invitará a rematar en su casa para mostrarte su colección de mancornas; a Carlos Mattos, que tratará de contratarte para la fiesta de 15 de su hijo; a César Gaviria, que tendrá puesta la camisa de seda tornasolada que usa en los conciertos; a Harry Sasson, que querrá cocinar en tu honor una reducción de ajiaco por módicos 200.000 pesitos el plato; a Pachito Santos, cuyo peinado de totuma te recordará al de tu banda en los sesenta; a Noemí Sanín, nuestra exembajadora en Reino Unido, que tarareará las canciones porque no habla inglés; y a Manolo Bellón, el decimoquinto beatle, que te tendrá horas contándote detalles de tu propia vida. Asiente a todo lo que te diga y no te afanes por su español: cuando está con los suyos, en la casa, él habla como una persona normal.

Bien. Puede irrumpir una turba rockera comandada por Salvo Basile, Poncho Rentería y el dueño de San Sebastián, seguido cada uno por su respectiva enfermera, dispuestos a jugarse la próstata misma en cada salto y a rockear hasta que se acabe el mundo o la bala de oxígeno, lo que suceda primero. No te asustes. Tampoco te sorprendas si Sergio Barbosa te pregunta en un directo si ya probaste la bandeja paisa, qué opinas de la mujer colombiana y si puedes cantar un poquito de Let it be a los televidentes; o si Jairo Dueñas te entrevista para Cromos y en la foto no apareces tú, sino él, con el mechón lacio en primer plano; o si te invitan a Yo me llamo y un jurado se refiere a tu presentación en estos términos:

-Hermanito, te fajastes: lo hicistes muy bien, ¿oyó? Siga así.

No te preocupes: es normal que tenga gafas moradas y hable de tú y de usted en la misma frase: normal. Él y el alcalde Petro son pruebas vivientes de que Colombia es un país incluyente con el discapacitado gramatical.

Ahora bien: en Colombia es de buen gusto congraciarse con la clase dirigente. Dedícale Yesterday a Álvaro Uribe; Help!, a Luis Carlos Restrepo; todo el álbum blanco, a las señoras Zarzur; She loves you, a Carlos Alonso Lucio. Y muy especialmente, All you need is love al alcalde Petro. El alcalde Petro, sir Paul, recogió tu legado y todo lo que necesita para gobernar la ciudad es amor: no el frío estudio técnico, no la inane planificación. En ese empeño lo acompaña Bacatá, una perrita que cogobierna con él, y padece la ausencia del doctor Navarro Wolff, que se fue cansado de que el alcalde le lanzara la pata de palo a la perrita para jugar con ella. Siquiera no viene tu exmujer.

Pero que nada te afecte. Ya verás que somos un país muy espiritual. Varios humoristas están encontrando a Dios: Jeringa, por ejemplo. O uno de apellido Ordóñez, cuyo nombre se me va: creo que es Alejandro, Alejandro Ordóñez. El último fue don Jediondo, cuyo humor inglés te encantaría: renunció al chiste verde y ahora solo venderá chicharrones y dirá "jajajay, jajajay, jajajay" cada vez que recoja el diezmo. Enhorabuena. Cuando me convierta seré quien más le dé. Porque, como el Señor, yo también voy camino al calvario. Y lo puedes ver en mi situación capilar.

Sir: (me gusta decirte Sir, que equivale a 'doctor': ¡cuánto daría porque acá respetáramos de esa manera al músico que triunfó en los sesenta! ¡Por anunciar que el doctor Harold, o don Jaime y doña Ana, cantarán otra vez en la Teletón, que este año debería recoger fondos para ellos!): a pesar de todo, sé que Colombia te va a cautivar. Aprovecha el viaje. Visita las Maravillas de Arena, que te quedan al lado de 'El Campín'; monta en TransMilenio, un sistema de buses rojos parecidos a los de ustedes pero con un solo piso, en el que el oficinista tiene sexo involuntariamente cada vez que hay una curva. Y goza nuestras buenas noticias: la campaña de Remángate coincidió con la ola invernal. Nombraron a don Clímaco Urrutia rector de la Universidad Nacional. Y en Semana Santa algunos vuelos no fueron cancelados. Ojalá salga el tuyo, porque acá, recuerda, el riesgo es que te quieras quedar. O, dicho de otro modo: que no te puedas ir.

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