El tema del día es el costo de los intereses en el concierto del mercado de capitales nacional. Y no es para menos, si tenemos en cuenta los trascendentales efectos negativos que se generan en el ámbito productivo cuando la tendencia de los intereses se mantiene en un ritmo creciente.
El hombre de la calle se pregunta, sin lograr una explicación clara, por qué se hace tan difícil una disminución en las tasas de interés. Pues bien, es que son varios los factores que influyen en este proceso y resulta oportuno esbozarlos en momentos en que se centra la atención sobre el tema.
Tienen efecto sobre el costo del dinero circunstancias que van desde las puramente económicas hasta las que tienen que ver con los hábitos e idiosincrasia de las gentes. Entre los económicos entra en juego prioritariamente la necesidad de compensar la pérdida del valor adquisitivo del dinero por efectos de la inflación de manera que para el ahorrador o inversionista el dinero que le reintegren, después de un tiempo de haber estado a interés, tenga la misma capacidad de compra que el que dejó tiempo atrás depositado; esto implica, entonces, que por el sólo concepto de compensación de la pérdida adquisitiva del dinero, el interés debe llevar al menos un componente del 27% que grosso modo representa el ritmo de inflación de los tiempos recientes. Pero el inversionista espera, además, y esto es apenas natural, que el rendimiento de la inversión signifique en términos reales una ganancia tangible, lo que supone entonces en adición a la compensación por la inflación, un componente extra que no puede ser menor de cinco puntos, conformándose así un interés del 32% por aspectos puramente económicos, sin considerar todavía el efecto de oferta y demanda.
Se suma, además, un tercer aspecto que tiene que ver con la manera de ser y actuar de las gentes, con el espíritu "mágico" que caracteriza en buena parte a los colombianos que nos induce a cifrar esperanzas en la suerte, en el juego y en las expectativas de enriquecimiento pronto, eclipsando la capacidad de medir con objetividad los riesgos inherentes. Esto supone un estado de ánimo dispuesto a mezclarle juego, suerte y riesgo a las inversiones a interés, desviando los recursos a sectores diferentes de la banca tradicional pero forzando a ésta a competir con incremento en sus tasas de interés.
Conjuntamente con estos aspectos, han actuado factores coyunturales que al presentarse simultáneamente llevaron las cosas al estado en que hoy las encontramos. El aumento de la inflación que ha sufrido el mundo occidental con el que tenemos importantes nexos comerciales, el fenómeno de especulación que hemos vivido en los últimos años como consecuencia de la necesidad de algunos empresarios nacionales, de consolidar sus organizaciones y el afán de otros de adquirir, a ritmo desmesurado y por encima de sus capacidades, nuevos activos para vincularlos a su ámbito de influencia, generaron en el mercado una necesidad apremiante y urgente de recursos, frente a una oferta siempre lánguida, que los obligaron a subir indiscriminadamente los intereses de captación de dineros llegando a un punto de no retorno, cuando los activos que se adquirieron no eran capaces de costear los intereses ofrecidos al público y se produce invariablemente el colapso.
Como todos los fenómenos económicos, el problema de los intereses en alguna medida tiende a ser cíclico, al menos en el comportamiento de sus variaciones, y parece ser que estamos en un éxtremo del ciclo. Por fortuna, las actividades especulativas en el ámbito nacional parecen haber disminuido radicalmente y en lo externo la inflación da muestras de haber cedido en algo y por ende el costo del dinero internacional, circunstancias que al presentarse simultáneamente crean un ambiente propio para lograr, en un mediano plazo, una reducción de intereses en Colombia.
El Gobierno Nacional ha dado los primeros pasos para este propósito mediante las recientes disposiciones que obligan a las entidades bancarias oficiales a disminuir en el orden de tres puntos sus tasas de captación, de manera que este sector oficial actúe como catalizador de un efecto más vasto y de alcance nacional. Muchos son los comentarios encontrados en cuanto a este efecto catalizador y la prontitud con que el resto del sector financiero pueda notar una reducción de intereses. La banca en general tiene que someterse al mercado de oferta y demanda y en las proximidades de fin de año, como es bien sabido, los dineros escasean y sería contradictoria una disminución de tasas de captación en tales circunstancias. Es de suponer entonces que los efectos en la banca privada empezarán a notarse no antes del primer trimestre de 1983.
Pero se atraviesa otro factor: como ya vimos, las tasas de interés están influenciadas por el ritmo de la inflación y ésta, a su turno, determinada en buena parte por el control que las autoridades monetarias logren sobre los medios de pago. Con un déficit fiscal de las cuantías que se conocen, no sería extraño que el Gobierno se vea en la necesidad de aumentar los medios de pago mediante emisiones primarias para cubrir el déficit empujando nuevamente la inflación hacia arriba y anulando las circunstancias favorables para una baja de intereses.
En resumen, con la única excepción del problema fiscal, el momento es propicio para un intento en la reducción de los intereses, el Gobierno ha dado muestras de estar decidido a orientar esfuerzos en ese sentido, el sector privado está ansioso y requiere de tal reducción y la banca privada, sin lugar a dudas, coadyudará en este propósito, entre otras cosas porque la intermediacion financiera se torna más sana y segura. Queda entonces un interrogante: ¿podrá el Gobierno superar el deficit fiscal sin emisión primaria?
-Experto en asuntos financieros. Ha sido autor de varios estudios sobre el tema y asesor de importantes entidades industriales y financieras del país. Actualmente es vicepresidente ejecutivo de Granahorrar.

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CAUSAS, EFECTOS Y EXPECTATIVAS DE LAS TASAS DE INTERES
Por: Semana