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Maria Andrea Nieto

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Claudia, ¿Politiquera?

La alcaldesa tiene una alta capacidad de liderazgo, convocatoria y disciplina. Pero esas cualidades las debe poner en función del bienestar de la ciudad.

María Andrea Nieto, columnista invitada para esta edición
29 de noviembre de 2020

Esta semana, no fue la mejor para la Alcaldesa de Bogotá, Claudia López.El mismo día que fue abucheada por un grupo de ciudadanos mientras acompañaba la ceremonia del primer aniversario de la muerte del joven Dilan Cruz, un grupo de ciudadanos anunció la creación de un comité mediante el cual busca revocar su mandato como alcaldesa de la capital del país. Dicho comité se embarcará en la consecución de más de 300.000 firmas en su cruzada contra Claudia.Los abucheos de ese día fueron violentos. Distintos sectores políticos manifestaron su solidaridad y rechazaron las agresiones en contra de la mandataria. Tal vez el único que desentonó fue el senador Gustavo Petro, quien retrinó la publicación de un video en el que una turba enardecida le gritaba “asesina” a la alcaldesa. Lo sorprendente fue que Petro defendió su cuestionable actuación diciendo que el descontento de la ciudadanía era auténtico y que, palabras más, palabras menos, merecía ser replicado.Los políticos e “influenciadores” que desde las redes sociales incentivan el odio parecen no darse cuenta de lo peligroso que es promover el lenguaje violento. Ese que encuentra su mejor escenario en las redes sociales. Vale la pena decir que quienes aúpan esa violencia pasarán de victimarios a víctimas. Se trata de un círculo vicioso. Sin justificar las agresiones, eso le pasó a Claudia López, aunque ella parece no percibirlo. Claudia ha sido colérica y muchas veces ha apoyado las agresiones verbales en contra de otros; esta vez las sufrió en carne propia. Claudia obtuvo 1.109.362 votos y, por primera vez, la ciudad eligió no solo a una mujer, sino también a una lesbiana. Su plataforma política progresista hizo promesas que emocionaron al electorado, en especial a los jóvenes. Cero tolerancia con la corrupción, un no rotundo a continuar expandiendo el modelo de TransMilenio de Peñalosa, respeto por el medioambiente, cuyo punto de honor era la reserva Van Der Hammen, y convertirse en la jefe de la Policía para mejorar la seguridad de la ciudad, entre otros temas.Pero, hasta ahora, los bogotanos no ven más que un chispero de promesas incumplidas.El mismo día de la noticia de la revocatoria y del abucheo, la administración López comunicó dos noticias que cayeron como un baldado de agua fría. El primer anuncio fue la construcción del corredor verde en la carrera Séptima, que contará con buses eléctricos. Los expertos aseguran que es un TransMilenio “maquillado”, que se suma a la troncal de la avenida 68. Otra promesa también incumplida.Cuando apenas se recuperaban de la noticia los sectores alternativos que la apoyaron en campaña, vino el segundo anuncio sobre la ampliación de la avenida Boyacá hacia el norte, atravesando la reserva Van Der Hammen. Las barras de Claudia se silenciaron.La pandemia sorprendió a la alcaldesa y a su gobierno, como a todos los mandatarios del mundo. Su gran idea fue el confinamiento, que en principio fue vista como audaz, tanto que logró que el Gobierno nacional se concientizara y encerrara al país. Pero la pandemia se alargó y después de ocho meses, así como el resto de la nación, la capital sufre las consecuencias de la extensa cuarentena. ¿Qué está haciendo la alcaldesa por recuperar la economía de la ciudad? Según el Dane, en Bogotá el desempleo para el trimestre junio-agosto alcanzó cifras del 24,1 por ciento. El panorama es desolador y más si tenemos en cuenta que la percepción de la inseguridad se disparó.El mes pasado, el periódico inglés The Guardian calificó a Bogotá como “la capital mundial de la muerte”. La macabra combinación de atracos y asesinatos a los biciusuarios es dolorosa. Solamente el hurto a bicicletas se disparó en 35,8 por ciento y no quiero dejar de mencionar que la administración distrital convirtió en ciclovías varias de las principales calles de la ciudad, condenado a una peligrosa “dictadura de la bicicleta” a millones de bogotanos. Que viva la ciclovía, pero con seguridad.En campaña, Claudia prometió ser una administradora eficiente. Pero en su primer año de mandato la hemos visto con megáfono, cargando bultos de papa, haciendo yoga, culpando de la inseguridad a los venezolanos y peleando con el Gobierno nacional y, peor aún, con la Policía Metropolitana, que debería ser su principal aliado para mejorar la seguridad de la ciudad. Por eso los bogotanos se preguntan, ¿cuál es el plan? Bogotá necesita menos fotos y más gobierno. La alcaldesa tiene una alta capacidad de liderazgo, convocatoria y disciplina. Pero esas cualidades las debe poner en función del bienestar de la ciudad. Tal vez si deja de pensar en sus aspiraciones presidenciales puede concentrarse en los temas para los que fue elegida. Es que quizás la peor de las promesas incumplidas de Claudia es que se comprometió a ser diferente a los políticos tradicionales. Y, hasta ahora, creo que resulta ser más de lo mismo. n

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