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Sofy Casas

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Colombia, ¿directo al suicidio de su democracia?

Los colombianos no podemos ser ciegos ante la inminente amenaza que representa para el país el caer en manos de este tipo de personajes que siguen el libreto cubano y que se disfrazan camaleónicamente manipulando con las palabras democracia y “paz”, y ese discurso de odio de clases que alimenta aún más el resentimiento social.

18 de enero de 2022

Como colombiana en el exterior queda uno muy desconcertado al ver las últimas encuestas presidenciales de nuestro país. Aunque soy de las que piensa que las encuestas que serán las más acertadas serán aquellas que se hagan después de que cada coalición quede conformada (con candidato único cada una) y cuando después de las elecciones al Congreso se vea cómo quedó constituido dicho recinto, ahí es cuando se medirá con cuánto músculo político cuenta cada candidato. Antes de eso no se puede hablar de que algún candidato que vaya liderando las encuestas será el presidente. En 2018 tuvimos a un Gustavo Petro que también lideraba las encuestas, y cuando el Centro Democrático escogió su candidato y ganó la coalición, Iván Duque no llegaba ni al 5 %. ¡Vaya sorpresa! HOY ES EL PRESIDENTE.

Hay un candidato muy completo como el estadista y mejor ministro de Hacienda entre 2008-2009, Óscar Iván Zuluaga –el cual cuenta con la estructura de partido más sólida del país- y que, sin duda por la disciplina de su partido y el apoyo del expresidente Álvaro Uribe, tiene todas las posibilidades de ganar la Presidencia. También se encuentra Rodolfo Hernández (un candidato que ha ido creciendo en forma exorbitante), que en mi concepto debería negociar una alianza con Óscar Iván Zuluaga para llegar aún más fuertes a la contienda.

Al ver la humillación de algunos miembros de la coalición Equipo por Colombia al candidato del Centro Democrático y al uribismo como tal, Óscar Iván debería emprender también una negociación con aquellos miembros de dicha coalición que siempre fueron respetuosos con él y que jamás le negaron la entrada, e invitarlos a que lo acompañen a trabajar por el país y en no pensar en individualismos. ¡Aquí no caben los egos! A ninguno, óiganlo bien, a ninguno se le pueden cerrar las puertas. Entre más unidos lleguen sumarán las fuerzas necesarias para bloquear la llegada del candidato que representa las políticas fracasadas de Fidel Castro y Hugo Chávez.

Al no llegar unidos se sumarán a las múltiples razones por la cuales Colombia va directo al suicidio de su democracia y tendrán que cargar con el peso y la culpa de que se perdió la patria en las urnas por los egos. Hay que buscar unidos todos los mecanismos posibles para tumbar el mismo discurso populista que sumergió a Venezuela en la peor debacle de su historia. Si no quieren mirar al vecino, ni a Cuba y Nicaragua, por lo menos miren las calles de su propio país, donde los venezolanos se caminan todo el territorio nacional con hijos en brazos y sus pertenencias en bolsas y cajas buscando un mejor porvenir, y hasta se van caminando hasta Chile y otros países de Suramérica con tal de salir de ese infierno en el que ellos mismos se metieron al votar por el candidato de Castro por tanta división entre los partidos de derecha. ¿Queremos esta política y modelo económico fracasado para nuestro país?

Recuerden que el descontento social en nuestro país es muy grande y esto nos puede llevar a cometer muchos errores. Las democracias no mueren, se suicidan. Y los discursos populistas en momentos de descontento social en los que existe el hambre, la falta de oportunidades, la inseguridad y la corrupción desbordada, calan aún más rápido y fácilmente. Una vez perdamos la democracia es muy difícil el volver a recuperarla. Hay que tener en cuenta que Colombia está atravesando por su peor crisis social y económica de los últimos 30 años, en que los populistas tienden a tener éxito porque hay una sociedad inconforme, infeliz y muy molesta. Las peores crisis de la humanidad han llegado después de momentos trágicos cuando líderes populistas e irresponsables como Gustavo Petro son la voz del descontento social.

Los colombianos no podemos ser ciegos ante la inminente amenaza que representa para el país el caer en manos de este tipo de personajes que siguen el libreto cubano y que se disfrazan camaleónicamente manipulando con las palabras democracia y “paz”, y ese discurso de odio de clases que alimenta aún más el resentimiento social. El ejemplo más grande lo estamos viviendo con las alcaldías de izquierda en tres de las ciudades más importantes del país. Si quieren saber lo que sería un eventual gobierno de Petro revisen sus incumplimientos y el detrimento patrimonial cuando fue alcalde de Bogotá, y aún peor, volteen a mirar a la Bogotá de Claudia López, a Jorge Iván Ospina en Cali y Daniel Quintero en Medellín: anarquía total.

Platón decía algo muy cierto: “El precio de desentenderse de la política es el ser gobernados por los peores hombres”. Esta premisa parece que se está aplicando en Colombia.