Los egos y ambiciones hinchan los espíritus de muchos que aspiran a los cargos de poder en las próximas elecciones, mientras que los apetitos e intereses personales crecen a medida que transcurre el tiempo y los círculos de codicia alimentan con estudiadas respuestas, maquinadas propuestas y manoseadas estadísticas a quienes desean impulsar hacia los anhelados cargos burocráticos, no para buscar el bien y el progreso de las comunidades, sino para cobrar su cuota de poder y recuperar las consabidas inversiones efectuadas para promocionar a sus candidatos.
Colombia no puede ignorar lo que está sucediendo en los campos político, económico, social y de seguridad. Nadie puede permanecer ajeno a los peligros que enfrentamos cada día debido a la aplicación de una ideología de izquierda que busca implantar a la brava el comunismo rampante, lo cual generará una profunda crisis de la que será muy difícil recuperarse; no podemos desconocer la realidad, donde algunos seudopolíticos, aprovechándose de la herencia democrática del país, deformando la verdad y generando una lucha de clases, apoyados por una minoría engañada, logran acceder a los más altos cargos del Estado, para perpetuarse en el poder.
El tiempo pasa y las presiones de las ‘bodegas’ saturando las redes sociales afectan a toda la sociedad, generando una psicosis colectiva, desinformando al colombiano de a pie y polarizando aún más a la población, utilizando estratagemas de engaño, divulgando mentiras y creando falsas imágenes de los candidatos de la oposición, para llevar a los electores a una situación similar a la presentada en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022, cuando el dilema se presentaba en apoyar al menos malo.
Colombia entera debe escoger su futuro, debe decidir qué tipo de vida espera encontrar a corto, mediano y largo plazo, debe optar si quiere seguir la trayectoria desafortunada de algunos países del área como Cuba, con más de 60 años de comunismo, pasando grandes penurias, o Venezuela, nuestro querido vecino, con una crisis humanitaria dolorosa; o Nicaragua, donde el actual gobierno ha sido reconocido a nivel internacional por la violación de los derechos humanos; o nuestros hermanos argentinos, que han sido muy maltratados por gobiernos zurdos. O, por el contrario, la mayoría de colombianos busca que se reestablezca plenamente la democracia y se respeten las libertades y los derechos de todos los ciudadanos para tener un país grande y en orden. ¡Escojan!
El populismo que caracteriza a los movimientos de izquierda esta vivito en nuestro país; la actual administración no gobierna para los 50 millones de colombianos, sino para aquellos que pueden apoyar con votos a la famosa alianza diabólica, para darles legitimidad a sus decisiones ante la sociedad y el mundo. El jefe de gobierno no se ha dado cuenta aún de que está a la cabeza del poder Ejecutivo y actúa como agitador de las masas para imponer por la fuerza los caprichos ideológicos de su tendencia política.
Colombia, y en particular los miembros del Congreso Nacional, no se pueden dejar amedrentar por las marchas, más aún cuando estas no responden a una voluntad popular, sino a las decisiones de sindicatos zurdos que se adhieren al Gobierno, seguramente para obtener beneficios, obligando a los trabajadores a asistir a estas demostraciones.
Es inadmisible que el jefe de gobierno promueva estas marchas para tratar de implantar por la fuerza sus famosas reformas sociales, las cuales han sido muy analizadas, criticadas y rechazadas por sus efectos negativos sobre toda la población; esta intimidación promovida por el Gobierno demuestra la debilidad y la inconveniencia de sus propuestas.
Con el falso eslogan de ‘Marchemos por la vida’, el Gobierno busca fortalecer la votación en favor de la izquierda en las elecciones de octubre, aunque la realidad del país es diferente porque los facinerosos de todas las calañas siguen asesinando miembros de la fuerza pública y personas inocentes, así como extorsionando y secuestrando. ¿Cuál es la paz total tan cacareada por el Gobierno, la paz de los bandidos? Qué vergüenza.
Colombia debe decidir entre el comunismo y la democracia como futuro para el país; hay que asistir a las urnas el 29 de octubre para salvar a Colombia de las garras de los zurdos.