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Puro pensamiento

Leonor Zabaleta, una de las más reconocidas representantes del pueblo arhuaco participó en el reciente encuentro convenido por la Procuraduría General para presentar y debatir un eventual Pacto Global Ambiental, una nueva iniciativa de institucionalidad de derecho planetario.

Maria Paula Castro Fernández, Maria Paula Castro Fernández
7 de marzo de 2018

En esa reunión, a la que también asistió Jeffrey Sachs de la Red de Soluciones Sostenibles de Naciones Unidas, expresó su preocupación por el estado de deterioro y amenazas persistentes a los ecosistemas de la Sierra Nevada de Santa Marta y de manera tajante expuso la oposición de su gente a toda clase de minería en el territorio, a la construcción de gran infraestructura y la manipulación de los cursos de agua, a la agroindustria y en general, se deduce y entiende, al modelo industrial que tiene al mundo al borde del colapso. El público aplaudió fuertemente esta intervención y rápidamente acudió a sus teléfonos inteligentes y le dio vida en las redes sociales hasta volverla tendencia. Las cámaras de los medios de comunicación también estaban enlazadas a los satélites.

Los modos de vida de los pueblos de la sierra son profundamente místicos, casi “puro pensamiento”, dicen los mamas. Muchos pueblos de montaña otorgan bajo esta perspectiva agencia a distintas entidades que hacen parte de su entorno geobiológico: no plantean una ruptura entre su propia identidad como gente y la del resto de elementos del ecosistema, una lectura compartida por las ciencias ambientales contemporáneas. La noción de respeto por quienes participan de la existencia es parte de una perspectiva ontológica muy particular de cada cultura y alimento de las discusiones acerca de la convivencia entre sistemas de valores: para los pueblos yageceros del piedemonte, el mundo que percibimos cotidianamente es apenas una fracción de la realidad a la que solo se accede mediante el uso ritual de plantas sagradas que constituyen toda una tecnología de la mente y conllevan una epistemología claramente incompatible con las perspectivas occidentales. Los pueblos amazónicos no piensan igual que los andinos y en la historia amerindia están las huellas de sus acuerdos y conflictos.

¿Podrían 50 millones de colombianos vivir bajo los códigos de austeridad y sentido manifiesto en los discursos contemporáneos de los pueblos originarios? ¿Se traducen los aplausos y reconocimiento a los mensajes de admiración a la sabiduría ancestral de los más de cien pueblos indígenas del país, en actos concretos de manejo de los ecosistemas? ¿Somos hermanitos menores con la disposición a suspender o modificar sustancialmente nuestra dependencia de la minería, la construcción de infraestructura o los modelos de producción agroindustrial bajo sus perspectivas? ¿Qué implica la búsqueda de sostenibilidad para nosotros, bajo la inspiración de pensamiento prehispánico resignificado?

El Dalai Lama sonreiría benévolo como siempre, mientras almuerza su tazón de arroz con yak, imagino. Los asuntos humanos son solo eso: asuntos efímeros, pero igual nos insta a dejar de orar en vano y tomar acción para eliminar el dolor del mundo. El papa Francisco también nos llama al cuidado de la casa común. 13,5 mil millones de humanos en 2050, la mayoría por venir, experimentarán los efectos de las decisiones asimétricas y poco democráticas de las sociedades contemporáneas. Tal vez ayude un Pacto Global…

Mucho pensamiento se requiere, sin duda. Pero desconfío de la pureza.

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