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A Dios rogando y con el mazo dando

Los antidemócratas se refugian en el miedo a lo nuevo, se afirman en el temor humano a la incertidumbre y se parapetan en las debilidades del sistema democrático del país.

Álvaro Jiménez M
29 de enero de 2018

La defensa de la democracia debe ser el referente fundamental de la coyuntura electoral.

El objetivo de quienes polarizan el debate político y social no es otro que extirpar los avances que ha conseguido la sociedad frente a una visión antidemocrática de la que conocemos muy bien su discurso, sus formas y su fondo de exclusión, sangre y dolor.

Logros de la democracia colombiana son la maltrecha pero existente carta de derechos nacida en 1991, la sostenida decisión del Gobierno de resolver mediante vía negociada el conflicto armado incubado en las violencias del siglo pasado.

Logros a defender asimismo son la modernización creciente de las relaciones sociales, políticas  e incluso económicas al interior de la nación, el reconocimiento de la diversidad étnica, cultural, ambiental y sexual que contiene la sociedad colombiana.

Profundizar valores democráticos como la autonomía y separación de poderes, el manejo pulcro de los dineros y recursos públicos es lo que está en riesgo por la acción de la antidemocracia.

Los antidemócratas se refugian en el miedo a lo nuevo, se afirman en el temor humano a la incertidumbre y se parapetan en las debilidades del sistema democrático del país.

No es fácil enfrentarlos y será difícil vencerlos.

Nos ha costado sangre como sociedad y aún hoy no cesa el dolor.

La antidemocracia está feliz por los hechos de violencia que han ocasionado muerte y dolor en la policía, en las familias de sus integrantes y de la sociedad.

La violencia y el miedo le casan como anillo al dedo a los antidemócratas porque en ello se fortalecen sus planes políticos y económicos.

¿Cómo superar la antidemocracia?

Algunas ideas:

Lo primero es insistir en que el monopolio de las armas debe estar en manos del Estado.

Las armas que hay en manos de múltiples actores, al tiempo que la corrupción de algunos integrantes de las Fuerzas Armadas, que venden la nación y la acción del Estado a delincuentes de todo tipo sigue siendo la prioridad del Estado.

El reto del Gobierno además de brindar seguridad a los ciudadanos es ejercer el monopolio que la Constitución ha delegado en las Fuerzas Armadas.

Lo segundo es asumir que la antidemocracia se fortalece en la guerra.

Enfrentamos como sociedad una encrucijada terrible con los ataques del ELN y por esa misma razón el Gobierno debe tener el respaldo de los ciudadanos.

Lo más importante hoy, es respaldar su esfuerzo de paz y a las fuerzas armadas en el cumplimiento de sus tareas de seguridad.

No debe haber duda. No debe permitirse que la desesperanza arrase lo que ha caminado el país en materia de paz y reconciliación.

Los candidatos presidenciales y el liderazgo nacional deben mostrar madurez.

Hay que rechazar esta amalgama de violencias y negocios ilegales de manera enfática y hay que cerrar la puerta a un retorno de la violencia.

Por ese camino perdemos aún más.

La soledad es el camino del presidente y de quienes defendemos la negociación política como camino.

Brindar más sangre como escenario de futuro es ‘popular‘ en muchos espacios pero resolver la violencia es el mejor camino para fortalecer el Estado, la institucionalidad y la democracia en el país.

La tercera idea es apoyarnos aún más en la comunidad internacional.

Los retos de la democracia colombiana, las violencias, la corrupción, el tráfico de drogas sumados a la inestabilidad en la zona fronteriza con Venezuela requieren de un acompañamiento multilateral constante y vigoroso.

El actual es un momento en que se ponen a prueba todas las fortalezas aprendizajes y templanzas de la dirigencia pero también de la ciudadanía colombiana.

¡No nos podemos fallar!

El camino de la paz en muchas ocasiones nos obliga a aplicar aquello de que es “A Dios rogando y con el mazo dando”.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

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