Home

Opinión

Artículo

COMO EN CHICAGO

Semana
10 de noviembre de 1997

Lo que Santiago Medina escribe en su libro y lo que dijo en La FM, con una pasmosa desenvoltura, provoca en uno un extrañísimo malestar. ¿Todo lo que dice es verdad o hay allí muchas cosas que son apenas febriles conjeturas suyas? ¿Será verdad, por ejemplo, que Ernesto Samper recibió los pecaminosos 500.000 dólares de Elizabeth Sarria, la 'Monita retrechera', y se los guardó como un coqueto regalo personal sin entregárselos a la campaña? ¿Existe realmente un recibo con su firma y su huella digital? ¿Fue ultimado Luis Carlos Galán por uno de sus escoltas? ¿De veras hay un video de 17 segundos donde aparece Samper con los Rodríguez Orejuela? ¿Horacio Serpa y el actual secretario de la Presidencia Juan Carlos Posada García-Peña, en unión de dos coroneles, elaboraron tranquilamente un plan para asesinar a Medina antes de que éste hiciera su estridente confesión?
De todas las afirmaciones que cientos de miles de colombianos le escuchamos con la boca abierta al autor de La verdad de las mentiras, ésta última es la más truculenta. Nadie, ni el Fiscal, ni los propios aludidos, deberían pasarla por alto. Según Medina, el entonces ministro Horacio Serpa habría tenido noticia, a través de una comunicación telefónica interceptada, de que el tesorero de la campaña se proponía viajar al día siguiente de Girardot a Bogotá para celebrarle el cumpleaños a una hermana suya. Y en el mejor estilo de una película de gángsteres de Chicago, el Ministro, dos coroneles y el señor Posada habrían decidido eliminar a Medina organizándole un atentado en la carretera. La empresa se habría frustrado gracias a un funcionario del Ministerio, Darío Reyes: casual oyente de estos planes macabros, por hallarse en la antesala del despacho ministerial, habría llamado a Medina para contarle todo lo que estaba urdiéndose contra su vida.
El epílogo de la historia sigue siendo propio de una película de pistoleros. Medina habría anticipado su regreso a Bogotá y visitado a Serpa para indicarle que, en caso de ser asesinado, dejaba un video y documentos por triplicado en el exterior con todo lo que sabía acerca de la financiación de la campaña de Samper por parte del narcotráfico. Y este habría sido su seguro de vida, pues con su muerte ya no se aseguraba el silencio, sino un escándalo aún mayor y en el ámbito internacional. ¡Diablos! Todo esto lo hemos leído en el libro de Medina y lo hemos oído en La FM que dirige Julio Sánchez Cristo, y francamente no es para alzarse de hombros, pues en cualquier parte del mundo, salvo en la República del Congo, se trataría de una acusación gravísima: el hoy candidato presidencial Horacio Serpa y el secretario general de la Presidencia acusados de una tentativa de asesinato. Y una de dos: o es cierto o es una monumental calumnia, pero ni en un caso ni en el otro la Fiscalía puede hacerse la desentendida, pues cualquiera de las dos eventualidades tiene severas implicaciones penales.¿O en qué país estamos viviendo para que esto se diga y nada ocurra? ¿Dónde está la verdad? El supuesto tiro de gracia dado a Luis Carlos Galán por un escolta del DAS parece fábula. ¿De dónde saca Medina semejante versión? Y, por otra parte, a mí y a muchos compatriotas, para ser franco, nos cuesta trabajo pensar que Horacio Serpa y Juan Carlos Posada se sienten a una mesa a planear a sangre fría, como cualquier Al Capone, un asesinato. Pues una cosa es tener discrepancias políticas o ideológicas con ellos, y otra es verlos bajo esa luz tenebrosa. Uno se resiste a creer que tales prácticas existan en el alto poder. Pero...
Pero sucede que si el señor Medina tiene la casa por cárcel es porque, a juicio de la Fiscalía, sus confesiones merecieron crédito y fueron tomadas como una efectiva contribución a la justicia. Y sucede que la 'Monita retrechera', única persona que tenía pruebas de haber entregado directamente a Samper un dinero mal habido, fue asesinada. Y sucede que también fue asesinado en la avenida Circunvalar de Bogotá el señor Darío Reyes, supuesto infidente que advirtió a Medina lo que se tramaba contra su vida. Y varios periodistas sabemos que oscuros agentes o partidarios del gobierno nos han enviado amenazas de muerte. Y se dice que en la Casa de Nariño hay un coronel experto en esta clase de intimidaciones... (Algo saben, a ese respecto, Mauricio Vargas y el presidente de esta revista). Todo esto siembra terribles dudas. De ahí el malestar.Y, justamente por esto, el fiscal Gómez Méndez tiene que buscar urgentes esclarecimientos. No sólo los relacionados con la muerte de Galán, sino también con las afirmaciones de Medina, atrás citadas. No entiendo cómo cosas de semejante calibre puedan escribirse y decirse sin que Horacio Serpa y Posada rectifiquen o entablen una querella por calumnia. ¿No saben acaso que el silencio otorga? ¿Estamos dispuestos a admitir pasivamente tan escabrosas acusaciones? Si se le cree a Medina, altos personajes del gobierno han tenido, como James Bond, licencia para sacar de este mundo a quien estorbe, sin que ello excluya los buenos modales y hasta las cenas con champaña en la casa dada por cárcel a quien hace estas impugnaciones. Sí, esto cada vez más nos recuerda a ese Chicago de la prohibición que inmortalizó el cine.

Noticias Destacadas