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Escuela de rebeldía

César Gaviria, Andrés Pastrana, Vargas Lleras y un largo etcétera de operadores políticos tachados por las protestas metropolitanas han ingresado al Palacio de Nariño con las cañas de pescar.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
11 de diciembre de 2019

El neoliberalismo lleva cuarenta años debilitando a la democracia. El sistema político está corrompido por el dinero. El neoliberalismo no tuvo nada de liberal. El neoliberalismo impuso una ortodoxia intelectual con guardianes totalmente intolerantes del disenso. Con salarios estancados y bolsas en alza, los ingresos y la riqueza fluyeron hacia arriba, en vez de derramarse hacia abajo. El neoliberalismo provocará, literalmente, el fin de la civilización. 

Las anteriores sentencias no vienen de un panfleto impreso por un puñado de frikis que se anuncian como “los verdaderos revolucionarios”. Son de Joseph Stiglitz uno de los economistas más reputados del planeta. Las escribió hace unas semanas a raíz de las revueltas que sacuden a varios mundos. Uno de esos mundos es Colombia. Un mundo dominado por neoliberales. Un presidente neoliberal. Un ejecutivo conformado por neoliberales. Un legislativo mayoritariamente neoliberal. Una rama judicial que no pinta nada sobre la economía. Unos polis salidos de madre que disparan a la bartola contra miles de ciudadanos hartos de las políticas impuestas por la minoría neoliberal.

Todo está dicho sobre los reclamantes en Colombia. No voy a repetir lo dicho. Lo único que quiero decir, pensando en Josep Stiglitz, es que todos los reclamantes han recibido algún agravio del sistema. A unos el sistema les ha quitado el pan. A otros les ha quitado la educación. A ellas les han cortado la libertad. Pan, educación y libertad se titula uno de los libros de la trilogía de Petros Márkaris, el escritor turco que puso en negro sobre blanco la inclemente crisis económica padecida por los griegos. Crisis que hoy padece Colombia. Pan para todos los estómagos. Educación para los jóvenes. Libertad para pensar, vestir y amar a quien hiera tu corazón.

Las revueltas han tumbado gobiernos o los han obligado a barajar de nuevo el naipe. En algunos lugares han resuelto la cosa disparado contra la población y encerrando a los lideres. El gobierno de Colombia no piensa claudicar. Cuenta con salvavidas. Con las marrullerías de César Gaviria, Andrés Pastrana, Vargas Lleras y un largo etectera de operadores políticos tachados por las protestas metropolitanas. Han ingresado al Palacio de Nariño con las cañas de pescar. Pescar en las aguas revueltas. Iván Duque, preso de los recalcitrantes del Centro Democrático, contemporiza con la violencia policial. La Conversación Nacional propuesta por el presidente carece de sentido puesto que las políticas neoliberales se aprueban a saco en el legislativo. 

¿Qué consecuencias políticas traerá la revuelta colombiana? El presidente Duque rindió honores a Mao durante su Visita a China. Los comunistas chinos le dijeron a Henry Kissinger en un viaje a Pekin que aún era muy prematuro medir las consecuencias de la Revolución Francesa. Esperemos entonces un poco para medir las consecuencias de la revuelta que comenzó el 21N en Colombia. La única que sabemos, Viejo Topo, es que la revuelta es en sí misma una escuela de rebeldía. Una generación completa está aprendiendo de esta revuelta. La cultura política de esta generación quedará tatuada por el 21N. Ocurrió en España con el 15M. El mapa político se transformó. Los grandes partidos se debilitaron. Nacieron nuevas fuerzas. Dirigidas por nuevas y radiantes caras. La semilla está sembrada en la tierra colombiana. Esperemos que esa semilla germine y rinda frutos. 

Yezid Arteta Dávila

* Escritor y analista político 

En Twitter: @Yezid_Ar_D 

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