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CONSPIRACION MILITAR

Quedó demostrado que por lo menos un general de la república conspira contra el Presidente.

Semana
4 de diciembre de 1995

A MI JUICIO, EL EPISODIO MAS DELIcado que ha ocurrido en el país desde que se desató el tema del proceso 8.000 es el incidente que involucra al jefe de inteligencia del Ejército, el general Luis Bernardo Urbina.
Semejante afirmación suena aventurada si se tienen en cuenta las cosas que han pasado: un ex ministro de Defenfensa y algunos parlamentarios en la cárcel; las relaciones de Colombia y Estados Unidos en franco deterioro; un atentado contra la vida del abogado defensor del Presidente; el gobierno debilitado por un año de acusaciones nacionales e internacionales, y un proceso en marcha en el Congreso contra nadie menos que el propio Ernesto Samper, por mencionar apenas unos cuantos episodios.
Pero si se mira bien todo el panorama, en medio de la gravedad de la crisis el problema se ha manejado por los canales institucionales. La prensa critica o apoya, los gremios censuran o respaldan, los políticos atacan o defienden, los gobiernos extranjeros elogián, echan puyas o callan, y las instancias judiciales investigan, juzgan y -esperamos- dictan fallos.
Pero el caso del general Urbina es un acto de abierta rebeldía institucional de un alto oficial de las hasta hoy obedientes Fuerzas Armadas de Colombia.
Un recuento frío de los hechos es el siguiente: un brigadier general, jefe de la inteligencia del Ejército, graba o recibe la grabación de una conversación privada del investigador del presidente Samper y la hace pública con el fin de producir efectos políticos en el proceso más delicado de la historia reciente del país.
En este breve recuento hay de todo. Hay por lo menos un delito penal; hay un rompimiento drástico de la tradición militar de utilizar el conducto regular en el interior del Ejército; hay una actitud de claro corte político; hay un ataque feroz de un general activo al Presidente de la República, y hay, en el mejor de los casos, una mentira, y hay un hecho incontrovertible y alarmante: por lo menos un general de la República conspira contra el Presidente.
Las entrevistas que ha concedido el general Urbina (trajeado aún de general) indican sin lugar a dudas que él decidió filtrar la grabación, en la que Heyne Mogollón habla con el gerente de un banco, para descalificar al investigador de la comisión de acusaciones y obligar al gobierno a presionar el cambio de investigador. Yo no recuerdo una osadía más grande que esta en la historia reciente del país. Aunque lo que dice Urbina fuera cierto, el único que no puede conspirar contra eso es un general activo.
La pelea por la autenticidad de la grabación me parece un asunto de poca monta. Si es verídica, se trata de una grabación ilegal que involucra un delito que tiene cárcel. Si es mentira, se trata de un documento falso para realizar el complot. Pero el contenido de la cinta en sí es irrelevante, si se tiene en cuenta que se trata de una conversación bastante simple entre un gerente que le pide papeles a un cliente para tramitar un préstamo. Es más: la veo tan insignificante que me cuesta trabajo pensar que sea el producto de un montaje.
Sin embargo este episodio plantea varios interrogantes, todos inquietantes:
Si el general Urbina asegura que la grabación es real, y al mismo tiempo acepta que no ha tenido cómo cotejar las voces de los protagonistas, ¿en qué basa tal certeza? ¿Grabó él? ¿Confía a tal punto en quien lo hizo? ¿Quién lo hizo?
¿Qué hace una grabación de un parlamentario en un departamento de inteligencia que se dedica casi exclusivamente a interceptar conversaciones de guerrilleros?
¿Qué lleva a un general de un sol a tomar la decisión de filtrar la cinta? ¿Lo decidió él solo? ¿Lo convenció un subalterno? ¿Lo indujo un superior?
¿Qué clase de chiste es ese de que el jefe de la inteligencia militar de un país recibe cintas, cuando se supone que es el que las graba?
¿Qué quiere decir Urbina cuando afirma que hizo lo que hizo por fidelidad a la patria, y en el comunicado de despedida les hace un llamado a sus compañeros de armas para que mantengan esa misma fidelidad?
¿Cuántos casetes más ha filtrado el general Urbina?
¿Cuántos Urbinas quedan en el Ejército?
N. de la R. La anterior columna fué escrita antes del asesinato del doctor Alvaro Gómez Hurtado

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