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Cooperativas agroindustriales: una buena opción

El pacto agrario debe firmarse con campesinos de ruana y azadón, no con los cachacos de siempre.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
13 de septiembre de 2013

Esperamos que el gobierno no vaya a cometer el mismo error de sentarse en la mesa del Acuerdo Nacional Agrario con los gamonales del agro, que más que campesinos, han sido el peor obstáculo para el buen desarrollo de las duras faenas agrícolas. 

En estos momentos de crisis, se hace indispensable que en lugar de ponernos a llorar sobre los miles de litros de leche derramada, que irónicamente han botado junto a otros productos cientos de productores como una forma de protesta por falta de oportunidades, pensemos más bien con cabeza fría y buena ponderación, para que evaluando el recurso humano frente a los diferentes procesos de desarrollo se den soluciones a los dramas que viven las agremiaciones de subproductores agrarios.

Desde luego, sin apartarnos de que las protestas son más que justas, si es procedente que después de varias semanas las convirtamos en propuestas, las cuales deben ser llevadas a las mesas de negociación para cada caso en particular. Debemos ser claros que el paro nacional agrario, venía gestándose de tiempo atrás. Lo que sucede es que quienes los han promovido siempre caen en el vacío de las falsas promesas de los gobiernos de turnos, que por lo general las cumplen temporalmente, pero después de unos días todo continúa igual.

Hay que aceptar que al sector agrario se lo han venido robando desde hace mucho tiempo, pero lo más grave es que entre el gobierno y los diferentes sectores de la producción, existen una serie de organizaciones que se convierten en cortina de humo para no dejar ver la realidad de lo que pasa.

Por eso, considero que como columnista de varios medios desde hace varios años sobre temas del sector agropecuario del país, tengo autoridad moral para proponer a los diferentes subsectores de  la producción y por ende al gobierno la siguiente propuesta que después de evaluarla, la considero muy viable, puesto que en los actuales momentos existen todos los presupuestos necesarios para sacarla adelante.  

He considerado que esta solución la pueden dar las cooperativas agroindustriales de cada uno de los subsectores, que se podrían encadenar con compradores de los mercados nacionales e internacionales, estableciendo unos parámetros de producción con calidades y cantidades definidas, pero siempre teniendo en cuenta la modalidad de la agricultura por contrato. Es decir, con mercado asegurado para los productos cooperados.

Como estamos en los tiempos de los TLC con Estados Unidos, Canadá, Suecia, Comunidad Económica Europea y otros países de Latinoamérica, es procedente que el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, a través de su Oficina de Comercio y Financiamiento, establezca el potencial exportador de productos agrarios con cada uno de estos países. 

Para lograr el anterior objetivo, las diferentes agremiaciones deberían exigirle al gobierno, que en lugar de girar los recursos de los subsectores a federaciones, fundaciones y asociaciones que actualmente dicen representarlos, lo hagan directamente a las cooperativas agroindustriales, que en el futuro inmediato se puedan constituir y que es la una forma más eficiente y sana para que todos los cooperados se beneficien. 

Si se logra implementar este programa, sería más democrática la participación de los pequeños y medianos productores frente al Estado, puesto que son ellos directamente los beneficiados y administradores de las partidas asignadas, generándose al mismo tiempo programas de desarrollo social como vivienda, educación, prestaciones sociales, industrialización y comercialización de sus productos con valor agregado.

Esta sería la forma más eficiente del Estado para acercarse más al campesino, retribuyéndole en parte los esfuerzos que realiza con sus duras faenas para proveer las áreas urbanas de alimentos con excedentes de exportación. 

Al hablar de cooperativas agroindustriales no se quiere decir que los cultivos ancestrales desaparezcan, lo que se busca es sacar al campesino del monocultivo para que tenga varias alternativas cuando llegan las épocas de crisis, como está sucediendo en  la región cafetera, donde se puede diversificar con la guadua o el bambú,  diferentes frutales, entre otras oportunidades que en los tiempos del TLC, si es que somos un poco visionarios se pueden negociar por contrato y a futuro.

Una de las medidas más eficaces que debe adoptar el gobierno, es hacer que todas estas organizaciones tengan la auténtica representación de los subsectores. Ya el señor presidente lo ha dicho muy acertadamente, que las actuales no los representan en muchos casos. 

Por consiguiente, hay que evaluarlas y lo mas importantes ejercer sobre ellas una auditoría con el fin de establecer si realmente los dineros que han recibido en todos estos años de crisis campesina han sido invertidos para los fines propuestos, puesto que según se rumora, la mayor parte van a parar al bolsillo de los delincuentes de cuello blanco, disfrazados de redentores de los campesinos a través de ONG, fantasmas o de papel.

Es vergonzoso que son muchos los gobiernos de la red de cooperación internacional que se sienten frustrados al saber que sus ayudas humanitarias se dilapidan en ONG fantasmas que  disfrazadas de investigadores, las reciben y finalmente emprenden las de Villadiego sin dejar ningún rastro. Qué importante fuera que en lo sucesivo estas cooperaciones lleguen directamente a las cooperativas agroindustriales con beneficios específicos y con retribución exportable a los países a portantes. 

urielos@telmex.net.co