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Corrupción en Bogotá debe venir de tiempo atrás

Lo que está ocurriendo en Bogotá debe alertar a los entes de control para que no solo coloquen la lupa sobre todos los aparatos locales, sino que también revisen hacia atrás.

Óscar Sevillano, Óscar Sevillano
27 de mayo de 2013

Con las imputaciones y puesta en prisión en los últimos días a los concejales Hipólito Moreno y Juan José Rodríguez, más la citación de la Fiscalía a Orlando Parada y Andrés Camargo, queda desdibujado el discurso de que en Bogotá lo público era sagrado, y que la ciudad estaba blindada de la politiquería y la corrupción. Falacia que nos vendió el exalcalde Antanas Mockus a quienes habitamos en ella, y que ingenuamente nos la creímos y permitimos que se armara toda una guachafita con los dineros de la capital.

Puedo estar seguro de que si no nos hubiésemos creído tal discurso, seguramente se habría elegido concejales que en verdad les preocupe la ciudad. No estoy diciendo que todos sean así, afortunadamente hay quienes no participaron de la repartición del ponqué en la alcaldía de Samuel Moreno, y por el contrario ayudaron a denunciar lo que estaba ocurriendo.

Lamento eso sí que estas prácticas no se hayan denunciado antes, lo digo porque estoy seguro de que este proceder de algunos concejales de Bogotá y funcionarios públicos de servir como intermediarios en el momento en que los contratistas licitan con las entidades del distrito, sea una práctica nueva, y mucho menos que este comportamiento sea exclusivo de quienes administran Bogotá. Esto mismo puede estar pasando en prácticamente todos los municipios y ciudades capitales del país en las narices de las autoridades de control regional, puestas bajo acuerdo entre alcaldes y concejales o gobernadores y diputados.

Lo que está ocurriendo en Bogotá debe alertar a los entes de control para que no solo coloquen la lupa sobre todos los aparatos locales, sino que también revisen hacia atrás, porque dudo bastante que este proceder de funcionarios, concejales y empresarios, se haya dado únicamente en la administración de Samuel Moreno.

Creo que es bueno revisar si en las administraciones anteriores, no hubo algún funcionario que se prestara a cometer ilícitos con los dineros públicos, y no estoy diciendo que Enrique Peñalosa, Antanas Mockus y Luis Eduardo Garzón se hayan dado a la tarea de crear carruseles de contratación como si lo hizo Samuel Moreno Rojas, pero seamos sinceros, es imposible que un aparato gubernamental tan grande como el de Bogotá, no haya habido algún subalterno torcido, que le haya dado rienda suelta a su ambición. Y precisamente por lo anterior es que me pregunto por ejemplo, ¿si el mal proceder del exsecretario de Salud Héctor Zambrano, que venía de administraciones de Mockus y Garzón, corresponda únicamente al tiempo de Moreno Rojas? Lo misma duda me surgen el caso de Liliana Pardo, quien fue nombrada como directora del IDU por Lucho Garzón y sostenida en el cargo por el nieto del general Rojas Pinilla.

Como ciudadano del común me gustaría que las investigaciones que en materia de corrupción se adelantan en Bogotá, no se concentren únicamente en lo sucedido durante la administración de Samuel Moreno, sino que vayan hacia atrás y ojalá se extiendan también a las alcaldías locales, donde Julio Gómez comenzó capturarlas desde la segunda alcaldía de Antanas Mockus. Estoy seguro de no faltarán las sorpresas con quienes se han prestado a actos de corrupción local en la capital y han hecho de la descentralización distrital, el escenario perfecto para saquear los recursos públicos, aprovechando que la atención está puesta sobre el Palacio de Lievano y así pasar de agache.

También sería bueno que se revise los tiempos en que los Nule comenzaron a hacer presencia en la contratación del distrito (1998), cuando la administración de Enrique Peñalosa les permitió construir andenes para la gente. Lo mismo para la segunda administración de Antanas Mockus, tiempo en el cual se les otorgó el primer gran contrato a estos señores a través de Aguas Capital, empresa que firma con el Acueducto de Bogotá la parte operativa de la zona norte de la ciudad. Acuerdo comercial que se continuó con Lucho y Samuel, quienes siguieron contratando con esta familia. Recordemos que fue Garzón con la dirección de Liliana Pardo en el IDU, quien firmó el contrato de la Av. el Dorado y Moreno Rojas quien les otorgó las respectivas adiciones.

Insisto, no estoy diciendo que los alcaldes de esta época hayan participado de negocios torcidos, pero si resulta muy curioso y extraño que los señores Nule y Julio Gómez, se portaran derechito durante el período 1997 - 2007, y a partir de ahí se hayan desordenado.

Lo mismo para el caso de los concejales, porque es bastante ingenuo creer que este tipo de negocios políticos no se hayan hecho antes, y si no que lo diga Darío Fernando Cepeda y su esposa Luz Marina Gordillo, quienes a través de Seleccionemos Colombia, empresa creada por ellos, “casualmente” le han venido contratando personal a empresas mixtas del distrito, y que según denuncias hechas por Caracol Noticias y Noticias Uno, le han servido tanto a él como a ella, para conseguir votos durante sus campañas políticas a concejo y cámara de representantes.

@sevillanojarami

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