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CORTINAS DE ODIO

Semana
5 de abril de 1999


MUY 'CHIVOSAS' LAS ULTIMAS DOS SEmanas. Y muy preocupantes también. No solo por el 'Andygate' que
se está cocinando a buena temperatura con sus Avilas, Pardoskopels y Araújos, sino por otros hechos que no
han merecido tanta primera página. Ni lectores. Estas otras noticias son registradas en las páginas interiores y
en píldoras informativas que hay que mirar con lupa. Pero que, en definitiva, son las que marcan el curso de la
historia.
Me refiero a la violencia sin precedentes generada por el racismo, la xenofobia, el antisemitismo y demás
odios viscerales relacionados con la identidad cultural y que tienen en jaque al mundo. Estas son algunas de
esas noticias, sucedidas mientras Pardo Koppel redactaba su carta de renuncia.
En Texas, un joven blanco con el cuerpo tatuado de esvásticas encadenó a un negro al platón de su camioneta
y lo arrastro seis kilómetros hasta desmembrarlo. Su juicio parecia una reedición a color de los famosos
procesos segregacionistas de los 60 (pero esta vez fue un blanco el condenado a muerte). En Francia, un
informe de Le Figaro Magazine mostró cómo las mujeres de los suburbios de París tienen que salir armadas a
pasear a sus perros para defenderse de los inmigrantes africanos. En Gran Bretaña, una comisión
gubernamental divulgó un extenso estudio sobre el 'racismo institucional' que existe en ese país contra las
minorías. En Alemania, miles de jóvenes neonazis de la 'Hermandad Blanca' se congregaron en Magdeburg
para pedir trabajo mientras vitoreaban "Turquía para los turcos, Alemania para los alemanes". Y en Moscú, un
grupo de 250 neofascistas vestidos de negro salieron a la calle para gritar arengas antisemitas en lo que se ha
visto como la creación de pequeños movimientos nacionalsocialistas en busca de una 'mano de hierro' (¿un
Fuhrer posmoderno?).
Estos hechos del primer mundo, anecdóticos pero sintomáticos de un abierto choque cultural, se suman a los
sangrientos conflictos étnicos y tribales en Africa y los Balcanes, a la cuestión kurda, a los enfrentamientos
entre musulmanes y cristianos en Indonesia, a las guerras civiles en Sri Lanka y Afganistán, al histórico
problema judeopalestino, a la propagación de un fundamentalismo islámico que sataniza a Occidente y su
modernidad, y a la creciente xenofobia en Europa, a donde casi medio millón de inmigrantes llegan cada año
desplazados por las guerras civiles o huyendo de la miseria.
Como si esto fuera poco, en Estados Unidos el tema del racismo está más vivo que nunca. En ese país, el 60
por ciento de los 'crímenes por odio' tienen una motivación racial y se ha desatado un acalorado debate sobre
la segregación del sistema judicial luego de que saliera a la luz pública que de los casi 400 presos ejecutados
por el Estadot el 94 por ciento han sido negros.
¡Ah, años maravillosos aquellos de la guerra fría! Es cierto que con el colapso del muro de Berlín se enterró el
debate ideológico. Pero de sus escombros han surgido nuevas y múltiples cortinas de hierro que hoy dividen
el mundo entre blancos y negros, musulmanes y cristianos, nacionales y extranjeros, hutus y tutsis, devotos
y herejes. La identidad cultural tiene enfrentada a la humanidad en una infinidad de guerras santas. Ya no son
dos superpoderes mostrándose los dientes para defender un sistema político -económico sino cientos de
conflictos alrededor del mundo en donde se matan por sus costumbres, sus creencias, su raza y su pasado.
Que es, a fin de cuentas, lo que más le importa a la gente. Ver cómo personas que se criaron y educaron
juntas terminan matándose por rivalidades étnicas =como ocurrió en Bosnia= es un reflejo de la irracionalidad y
complejidad de esta nueva violencia. Y una lección de que el paso de la historia no zanja las brechas
culturales.
Es así como la política mundial de final de siglo, como lo ha dicho Samuel Huntington, se está realinderando
detrás de las raíces culturales. Y producto de esa cruenta tension social ha surgido una dinamica del odio'
donde los grupos radicales han ganado un espacio político y han polarizado el debate público. Es el odio, no
como opio, sino como veneno del pueblo.
Sí, puede ser que las 'chivas' estén en las primeras páginas. Y, en este sentido, el incipiente 'Andygate' arrancó
con buen impulso. Pero los procesos históricos, esos hay que buscarlos en las páginas interiores. Más allá de
los grandes titulares y la bilis de los escándalos.
Además, qué mamera leer en primera la renuncia de Pardo Koppel.

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