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MinDeporte

El Ministerio del Deporte va jugando. Solo resta la conciliación de los textos de Cámara y Senado, la firma del presidente y tendremos el ministerio aprobado unánimemente en el Congreso, aunque en otros escenarios se ha cuestionado si no bastaba con darle más recursos y alcance a Coldeportes y aplazar su creación para un mejor momento fiscal. Pero el expresidente Santos lo lanzó y el presidente Duque supo recogerlo, herencia que sí aplaudió y empujó para que se hiciera realidad.

Poly Martínez, Poly Martínez
6 de junio de 2019

¿Cómo medir el éxito del futuro MinDeporte? ¿Se tasará en medallas en los Olímpicos? Para Tokio 2020 no aplicaría pues los deportistas llevan tiempo entrenando, con mayor o menor apoyo de Coldeportes y el Comité Olímpico Colombiano.   

¿Se valora en trabajo a favor del juego limpio (incluida la infraestructura antidoping que el propio Coldeportes dejó perder) y la sana competencia en vez del éxito a través del atajo y la trampa?

¿Se reflejará en número de escenarios deportivos que realmente sirvan y no sean elefantes blancos producto del amañe entre las autoridades locales o nacionales con contratistas que siempre logran meter más de un gol y se roban la de oro-plata-y-bronce?

La competencia por los recursos, también con enfoque de construcción de paz, debe tener criterios incluyentes, donde los territorios asolados por la guerra realmente cuenten con escenarios buenos donde los locales puedan encontrarse, compartir, competir en paz y ojalá desarrollar semilleros donde niños y jóvenes encuentren en el deporte una buena forma de vida, sana en todo sentido. En los PDET (Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial) las comunidades han pedido infraestructura deportiva, el alto comisionado Archila dijo hace poco que los recursos están listos e incluyen estos escenarios. Entonces el MinDeportes tendrá allí una buena prueba en la que tendrá que vencer obstáculos para lograr que de esos 20 billones sí se inviertan recursos en infraestructura deportiva, incluidos entrenadores e implementos que hagan práctica esa petición.

¿El éxito del MinDeporte se probará a punta de fútbol o abriendo campo a otras disciplinas? ¿Solo se lucirá con los deportistas élite o preferirá el trabajo silencioso y juicioso con los semilleros? Lo uno no excluye a lo otro, claro está, pero un billón de pesos de presupuesto inicial y dentro de un año, cuando ya esté el ministerio funcionando en Bogotá y no en Cali –lástima que no fuera descentralizado, más allá de si al ministro de turno le gusta o no vivir fuera de la capital-, no alcanza para todo y hay que priorizar.

Pero si no es plata, lo que sí se puede tener es una visión más amplia. El mundo deportivo no se reduce al fútbol. Muchos de los mejores deportistas se lucen –y recogen medallas, que tanto interesan a los dirigentes- en otras disciplinas, como atletismo, BMX, pesas, boxeo, ciclismo o judo, las mismas que por décadas no han recibido mayor atención del sector privado y que piden a gritos y con medallas que les den más recursos. Eso sin hablar de figuras destacadas en equitación, golf, tenis o squash (lo sabe el cuasi ministro Lucena), hechas a pulso también.

Colombia es una potencia en escenarios deportivos naturales y para deportes extremos. Tenemos el récord mundial de apnea y campeones mundiales de trail running (correr en montaña, con terrenos muy complicados y exigentes, casi cabras humanas), figuras del longboard y del skateboard (ahora deporte Olímpico), descenso urbano en bicicleta, parkur (la ciudad como escenario y reto deportivo) y del surf, por ejemplo. Pero de eso poco se han ocupado la dirigencia deportiva, las ligas con esquemas de gerencia obsoletas o los patrocinadores, que también tienen una visión muy reducida del deporte y rara vez se la juegan por otras disciplinas.

El mensaje no es que se deje de apoyar a los deportistas de alto rendimiento, que ojalá sigan recogiendo medallas por donde pasen. Pero no se debe olvidar que un Ministerio del Deporte debe diseñar políticas e invertir recursos en disciplinas que abran otros espacios de encuentro, de interacción constructiva, de juego limpio y de reconocimiento y visibilidad de muchos talentos deportivos ocultos y dispersos por el país.

Ya entrados en gastos, ojalá no se convierta en una cartera burocrática más y en cambio sea un morral lleno de equipos, escenarios, recursos y oportunidades, incluyente y con capacidad de llegar a toda Colombia.   



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