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Cronología de un fake

Señores, pueden repetir lo que quieran: Rebecca no era periodista, no atentaron contra ella y ella misma se puso en riesgo al juntarse con personas de dudosa reputación. No mientan.

Luis Carlos Vélez
31 de julio de 2021

Las noticias falsas se están apoderando de Colombia y se han convertido en una estrategia efectiva para que la izquierda radical y sus lugartenientes traten de silenciar e intimidar a quienes los cuestionan. Es una metodología elaborada y peligrosa, que abusa de los más jóvenes y sus bienintencionados deseos de generar cambios. Está basada en el engaño y con el único objetivo de sacar adelante un plan personal y no colectivo, que justifica los medios para lograr su fin: llegar al poder.

Todo empieza el 19 de julio en una entrevista que le realizamos en La FM a la ciudadana alemana Rebecca Sprober, quien formó parte de la llamada primera línea en Cali. Hablamos con ella con el deseo de conocer sus motivaciones para formar parte del grupo y también su conocimiento de la situación en el país. En la conversación, ella relató que llegó a Cali para tomar clases de salsa y español, y que se unió al grupo de “parceros”, porque la indignó que, en medio de la crisis del coronavirus, el Gobierno no le hubiera ayudado a su profesora.

Al final de la entrevista, le hice varias preguntas que me parecieron justas. Por ejemplo: ¿qué pasaría en Alemania si yo le pego a un policía?, ¿qué pasaría en Alemania si yo detuviera el paso de una ambulancia con un paciente adentro?, ¿qué pasaría en Alemania si yo rompiera el vidrio de una tienda o propiedad privada? Ella respondió que terminaría en la cárcel. A lo que concluí: entonces, si no lo hace allá, ¿por qué lo viene a hacer aquí?

El viernes por la noche, Rebecca posteó en Facebook un mensaje en el que relataba cómo hombres armados atentaron contra ella y una persona con la que departía a la que dejaron gravemente herida. Y ahí fue Troya y, por supuesto, el fake. Múltiples cuentas como @ojomudo y @jack_cheikeski empezaron a trinar segmentos editados de la entrevista, asegurando que por culpa de sus declaraciones a la radio habían atentado contra ella. Acto seguido, medios como Publimetro Colombia y muy visitadas cuentas en Instagram como @ojovallenato y @ultimahoracolombia hicieron eco de las mismas versiones infundadas en Twitter sin constatar o preguntar a las autoridades. Repitieron, juzgaron y no investigaron.

A todo esto se sumaron, sin haber corroborado las versiones de lo sucedido, la controvertida exsenadora Piedad Córdoba, cuestionada por sus supuestos vínculos con las Farc, admiradora de Nicolás Maduro y ahora posiblemente en los ojos de las autoridades por presuntamente ser la llave de los megacontratos de Álex Saab con el régimen de Venezuela; Jorge Rojas, lugarteniente de Gustavo Petro, y Gilberto Tobón, otro escudero del líder de la Colombia Humana, para insinuar que la entrevista la había hecho blanco del ataque. Sus mensajes desencadenaron centenares de amenazas de muerte en mi contra.

Horas más tarde, la Policía Nacional publicó un comunicado en el que describió lo sucedido como un intento de robo, enfatizando en que el acompañante de la señorita contaba con anotaciones sobre estafa y hurto calificados. La mujer tampoco denunció el hecho ante las autoridades. Finalmente, Rebecca fue expulsada del país por parte de Migración Colombia por haber realizado actuaciones en contra del orden público.

Señores, pueden repetir lo que quieran: Rebecca no era periodista, no atentaron contra ella y ella misma se puso en riesgo al juntarse con personas de dudosa reputación. No mientan. ¿Qué queda de todo esto? Primero, que, tal y como se lo dije en la entrevista, Rebecca estaba mal rodeada y probablemente estaban usando su desinformación y buenas intenciones como escudo humano de probados actos de vandalismo y violencia. Exponía su vida, víctima de su ingenuidad. Segundo, que la izquierda radical es supremamente intolerante con la prensa y está al acecho para neutralizar a todo quien no sea su simpatizante fabricando mentiras y activando sus redes. Y, tercero, que algunos medios alternativos actúan sin ningún tipo de método de corroboración, y publican, unos siguiendo su sesgo político y otros simplemente por ganar más clics, cosas que no comprueban y que, a todas luces, son falsas.

Este juego de la desinformación y la neutralización digital es muy peligroso. Rápidamente puede pasar del acoso virtual a un acto real. Crea vientos y cosecharás tempestades. Petro, Piedad y sus aliados no descansarán hasta neutralizar con mentiras y amenazas solapadas a todos los que no comulguen con ellos. Ya empezaron a hacer lo mismo con Alejandro Gaviria para asustarlo y generar choques emocionales en su familia.

La izquierda radical cada vez más se parece a Chávez y Maduro. Usan el mismo lenguaje y tácticas. Hablan de dictaduras, regímenes asesinos y le tienen declarada la guerra a la prensa. Seducen con el odio, y con el corazón marchito destilan resentimiento. Se parecen mucho a la nada de la Historia sin fin, que en un galopar oscuro con solo tocar la tierra la desaparecían para siempre. Usan una historia de revolución, pero esconden una realidad de mentiras, traición y sombras. Actúan como los Sith y el lado oscuro que operan en absolutos. Su visión del mundo es ellos o nosotros. Los que no pensamos como ellos tenemos un blanco en la espalda.

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