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Cuando el río suena

A pesar de ser audaz y brillante, Rodolfo González tine una de las peores reputaciones políticas del país.

Semana
6 de julio de 1992

POCAS VECES EN LA HISTORIA POLITICA del país se había controvertido más a un ministro antes de ser nombrado. Pero con el caso del ex contralor Rodolfo González sí que ha quedado demostrado eso de que cuando el río suena, piedras lleva. Porque no son piedras sino verdaderas rocas, las que le han llovido encima desde que viene sonando como fijo en el próximo gabinete ministerial.
González es un hombre inteligente, audaz, experto, muy brillante en el tema económico, pero con una de las peores reputaciones políticas del país. Se le acusa de laxo; pero hasta el momento no se le ha demostrado judicialmente nada. Se le acusa de serruchero, pero contra su actual fortuna no se ha adelantado, que se sepa, ningún proceso por enriquecimiento ilícito. A propósito de esto, Vanguardia Liberal decía la semana pasada en un editorial, sin nombrar a González pero refiriéndose obviamente a él, que en lugar de nombrarlo ministro, "lo sano sería ordenar investigar sus procederes anteriores, principalmente en cuanto al enriquecimientio ilícito, que cada día lo vemos ostentar".
Pero básicamemte a Rodolfo González se le acusa de clientelista, porque durante los ocho años que duró de contralor utilizó los miles de puestos que dominaba para montar un estado dentro del Estado, manipulando el Congreso a su antojo. Lo increíble es que hace ya dos años que se fue de la Contraloría, y al grupo que conforman él y sus amigos políticos los siguen llamando "el grupo del contralor". Por eso, y aunque este personaje no ha sido nunca acusado y condenado por ninguno de los sucios vicios que se le achacan, la opinión parece haber llegado a una clara conclusión: la de que si Gaviria nombra ministro a González, podrá resolver algunos problemas políticos del Gobierno, pero empeorará su imagen.
Para mí, sin embargo, el nombramiento de Rodolfo González tendría para Gaviria una consecuencia peor: confirmar un horrible "chisme" que se ha levantado a raíz de la forma como el ex contralor salvó la reforma tributaria en el Congreso.
El chisme, que puede resultar siendo una calumnia, tiene, sin embargo, fundamentos en la forma tan extraña como dos senadores del llamado "grupo de la Contraloría" se voltearon a última hora. María Izquierdo y Tiberio Villarreal no sólo habían jurado públicamente que jamás darían su voto por el IVA, sino que incluso lideraban el grupo de los opositores a la reforma, cuyos miembros se desayunaron muchos días juntos y alcanzaron a dejar redactado, y firmado, un documento consagratorio de su abierta oposición a la reforma, que en este momento reposa en mis manos.
En cuestión de horas, el ex contralor González produjo el extraordinario viraje. De ahí las malas lenguas han deducido que hubo un ofrecimiento ministerial como contraprestación de estos dos votos, que cambiaron la ecuación 8-7 contra la reforma, por una 9-6 a favor, en la Comisión Tercera del Senado.
Sus detractores en el Congreso aseguran que la ambición de González no pararía en el Ministerio de Minas, que por cierto, dicen que es el que busca. Afirman que el ex contralor también quiere imponer presidente del Congreso a su amigo Tito Rueda, y que luego armaría una tenaza Ministerio-Congreso para imponer como Designado a Hernando Durán Dussán. Todo esto también puede pertenecer al reino de las calumnias, y existe la posibilidad de que, nombrado ministro, Rodolfo González se olvide de sus ambiciones políticas para hacer, en cambio, un excelente ministerio. Pero el simple hecho de que, sin haber sido nombrado, esta sola posibilidad desate especulaciones acerca de las maniobras que montaría desde el ministerio, permite medir qué tan mala es la fama del ex contralor, inclusive en los círculos politicos que él maneja tan bien.
Pero tampoco está claro que el ingreso de este nombre en el gabinete ministerial le ayude politicamente al Gobierno. De pronto hasta lo perjudica, porque los samperistas ya han comenzado a decir por ahí que lo tomarían como una auténtica cachetada. Y a nivel de la influencia de González en el Congreso, parece que su fuerza se reduce a ocho senadores y 12 representantes sobre los que influye claramente, pero con los que no alcanza para gobernar. A cambio de eso su inclusión en el gabinete representaría ante la opinión la capitulación del Presidente ante la vieja clase politica liberal, asociación que el país ya no hace con Gaviria, a pesar de que cuando era representante a la Cámara él también perteneció al "grupo del contralor", y de que fue el propio González el que lo hizo elegir presidente de esta corporación, en el año 84.
Sin embargo el presidente Gaviria conserva una ventaja, a pesar de la fuerte polémica que ha desatado el rumor del ministro Rodolfo González: la de que todavía, por fortuna, no lo ha nombrado.

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