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Otra explosiva grabación de María Luisa Piraquive

Nosotros tenemos el derecho a discriminar y no nos preocupa que alguien nos demande porque a ese dios lo castiga.

Daniel Samper Ospina, Revista Semana, Daniel Samper Ospina
18 de enero de 2014

La unidad investiga de esta columna obtuvo otra grabación de María Luisa Piraquive, esta vez con representantes de diversos partidos políticos.

–Hoy vengo a despejar dudas sobre la condición física de las personas que quieren subirse al púlpito en las elecciones de este año… Hay gente que aspira a hacerlo sin un ojo, otros sin un brazo, otros sin una pierna… Doctor Navarro, no se salga, que aún no he terminado… Algunos

tienen una mano negra por la espalda, y así quieren subir (sí, doctor Zuluaga, así me haga mala cara). Y eso queda mal. Sucede que había un hermano muy consagrado, muy usado por el Señor (y por todo el mundo)…

–¿Pachito, hermana?

–…que tuvo un accidente y en el accidente perdió la dignidad… sí, hermano, exactamente, Pachito. Él, por ejemplo, ya no puede predicar en el púlpito. Ni siquiera en el distrital. No porque su alma no esté con dios, sino por causa de la conciencia, es decir, del qué dirán de la gente. Porque ven a ese predicador sin dignidad y dirán: ¿pero quién es ese niño con peinado de hongo que pide electrocutar gente? Eso se llama la conciencia. Otros dirían: “Por causa de la estética”. Bueno. ¿Quién tiene preguntas?

–Yo, hermana: soy de Bogotá y allá hay un importante líder, que es muy consagrado, pero no tiene deditos.

–¿Pero es un problema de falanges? ¿Pertenece a una falange? Es decir, ¿estamos hablando del procurador?

–No, hermana, no propiamente.

–¿Cuántos deditos le faltan?

–Pues no creo que tenga ni siquiera dos.

–¿Y los tiene en la frente? Porque si no tiene ni dos deditos de frente, tú debes estar hablando de Simón Gaviria, hermano. No. Él no puede subir al púlpito. Tampoco su papá, porque cuando escupa un diente la gente va a hablar, la gente va a decir, y por causa de la conciencia –es decir de la estética–, que eso está mal. ¿Quién sigue?

–Yo, hegmana, gracias. La consulta no es paga mí, sino paga un amigo. Vengo de Nogte de Santandeg. Conozco a un hombgue que es genial, pego un poquito gago: ¿ahí habgía pgoblema?

–Sí, senador Cristo, como ya te he respondido en ocasiones anteriores. No insistas más. ¿Hay más preguntas?

–Acá, hermana, gracias. Buenos días, compañeros predicadores. Hay un pastor que desde hace cuatro años nos congrega; él tiene el don de la profecía y sabe imponer manos y todo. Bueno: él estaba perdiendo la visión porque tenía los ojitos muy arrugaditos, casi ni se le veían.

–Pero ¿podía ver?

–Pues nadie sabe, hermana: él tenía los ojitos ahí puestos, pero muy tapaditos por los párpados.

–Se puede decir, entonces, que por causa de eso, prácticamente no estaba viendo bien…

–Pues de golpe, hermana, porque su obra de gobierno así lo indica: formulaba reformas malas para todo, no conectaba con la gente, en fin: era un desastre.

–A ver, hermano, pero la cosa que tiene en los ojos, ¿se le nota?

–Pues no, hermana, porque él se hizo una cirugía a finales de diciembre, una blefaroplastia, y ahora sí puede ver.

–¿Y tiene parche?

–Sí: su parche es Rafael Pardo, Aurelio Iragorri, Germán Vargas (de quien, por cierto, hermana, también quisiera hacerle una consulta)…

–Me refiero, hermano, a que si tiene algo que le tape.

–Más que algo, alguien: el columnista Gabriel Silva, que le tapa todo.

–Mi pregunta, hermano, es si tiene alguna pupila que se le vea mal…

–Pues su mejor pupila vendría siendo la canciller, o sea que de golpe sí la tiene mala.

–Y me dices que ya tiene los parpaditos recogidos…

–Sí, hermana.

–Pues en ese caso no habría problema, a menos que nos demande. Sucede que hay iglesias en otros países en que obligan a que el predicador sea un discapacitado, incluso un caballito discapacitado, como la Iglesia de los Doce Apóstoles, en Antioquia. Pero así como ellos tienen ese derecho, nosotros tenemos el derecho a discriminar y no nos preocupa que alguien nos demande porque a ese Dios lo castiga.

–¿Aunque sea el magistrado Armenta, hermana?

–Sí. Y el magistrado Armenta tampoco puede subir al púlpito por causa de sus cuerditas vocales, que le ponen la voz muy aguda.

–Hermana: yo tengo un hermano cojo, mueco y tuerto. Sus amigos le dicen Blas de Leso.

–¡Él no puede subir al púlpito, hermano, y si está en el recinto por favor retíralo!

–Permítame terminar, hermana: él no quiere predicar, sino hacer una importante donación, porque es millonario.

–¡Eso sí se puede! ¡Ahí no hay problemas por causa de la estética, es decir, de la conciencia! Que siga inmediatamente a mi despacho, por favor.

–Hermana: si, como usted nos lo señala siempre, no pueden subir al púlpito belfos, narizones o personas con tres huevos, entonces ¿por quién votamos?

–Muy buena pregunta, hermano: por mi hija Alexandra. Alexandra Moreno Piraquive. Ella no es homosexual y tiene todas sus extremidades, de modo que no ofende al Espíritu Santo. También por el doctor Carlos Baena, que puede pagarte bien el voto, o por cualquier candidato del movimiento Mira, llamado de esa forma porque no aceptamos a quienes tienen problemas en los ojitos. Es eso.

–¿Y por el predicador Santos, que ya se los operó?

Por él no porque tiene miembros malitos, como los miembros de su gabinete. Es eso. Ahora me voy a atender al doctor Blas de Leso. Vayan con dios.