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Intelectuales por Hollman

Es una falla mayor que en su gabinete no estén representados los sectores que lo apoyaron, como el izquierdismo y el despotismo. En síntesis, el petrismo.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
16 de agosto de 2014

Señor presidente:

Los abajo firmantes aprovechamos nuestra condición de faros de la sociedad para solicitar a usted que considere el nombre de Hollman Morris como ministro de Cultura, y permitir con ello que, tanto el sector de izquierda que apoyó su candidatura en las presidenciales, como la más excelsa intelectualidad de avanzada, cuente con representación en su gobierno.

Entendemos que conformar un gabinete que satisfaga todos los intereses no es tarea fácil, y que hay tantas piezas por encajar que ni Armandito Bendetti, campeón de Tetris, sabría cómo hacerlo.

Pero no nos engañemos: su equipo de ministros deja mucho qué desear. Descabezados Amylkar Acosta y Alfonso Gómez Méndez, ya no quedan cuotas afro en su gobierno. A Cristina Plazas, antes que designarla en el ICBF, ha debido entregarla en una de sus sedes. Y seamos sinceros: si Gina Parody representa a los costeños de La U, también representa entonces a las mujeres que no utilizan gafas de marco grueso: ella sabrá mucho de educación, pero –no lo neguemos– en realidad encarna al gomelismo bogotano y es cuota evidente del bodyman de la campaña. El programa educativo de Gina, “Colombia, la más educada, marica”, cuyo primer punto busca que pronunciemos ‘Yeims’ en lugar de James, así lo demuestra.

En la conformación de su equipo reconocemos aciertos, como el nombramiento de Simón Gaviria, quien, influido por la fiebre mundialista que encendió el profesor Pékerman, anda diciendo ahora que él también quiere ser técnico. Y como el suyo es el gobierno de La Equidad, Señor presidente, y dicho equipo ya cuenta con entrenador, el muchacho aterrizó en Planeación, donde seguramente acertará porque, si bien díscolo e iletrado, se trata de un joven versátil, que lo mismo puede manejar un bar, porque sabe de manzanilla, que una panadería, porque sabe de liberales: de ahí que pueda ser el Gran Repostero de la República, el encargado máximo de repartir la mermelada presupuestal.

Aplaudimos otros nombramientos, como el de Lucho Garzón: porque solo los niños y Lucho Garzón dicen la verdad. O el del ministro de Medio Ambiente, Gabriel Vallejo, experto en servicio al cliente. Parecería extraño que un hombre ajeno al sector ambiental ocupe esa cartera; de hecho, el mismo Lucho es mucho más de ambiente. Pero entendemos que el doctor Vallejo atenderá las quejas de las mineras extranjeras para darles la razón: porque el cliente siempre tiene la razón.

También celebramos la designación como superministro de Néstor Humberto Martínez, miembro ilustre del samperpastranismo y abogado de Pacific Rubiales, Sarmiento Angulo y Ardila Lulle, cuya entrada al gobierno significa que el suyo es el mandato de la inclusión, Señor presidente: porque solo un gobierno amplio y liberal, como el suyo, no discrimina al millonario: al revés, lo acoge con cariño, por encima de cualquier incompatibilidad. Y aunque para ocupar el cargo de ministro del Interior parecía más diligente la mujer que, según el diario El Tiempo, sabe hablar con animales, saludamos el nombramiento de Juan Fernando Cristo en esa cartera porque, como intelectuales que somos, sabemos que su designación también representa al escritor Mario Jursich, al menos fonéticamente.

Incluso creemos que entregarle la mitad del Estado a Germán Vargas es una buena idea, teniendo en cuenta que usted vive muy ocupado, y que es realmente original eso de simplificar el Estado complicándolo.

Pero es una falla mayor que en su gabinete no estén representados sectores que lo apoyaron, como el izquierdismo y el despotismo. En síntesis, el petrismo. Y por eso pedimos que recuerde a Hollman, su mejor exponente.

El doctor Hollman –pantalón naranja, blazer de marca, mirada de chusco– dejó saber, humilde, que él se dejaría nombrar. No aplacemos más ese gustico: permitamos que lidere cuanto antes el gran revolcón en Señal Colombia y la fusione con el Dane –“Dein”, según Gina- para que ambas entidades compartan censores.

El programa que Hollman alcanzó a redactar por los días en que su nombramiento era inminente es deslumbrante: ofrecerá canelazo gratis para el artista nacional; excluirá a Álvaro Uribe de los textos escolares; montará el festival Trova Cubana al parque; reabrirá Magitinto y el Bulín, aquel bar en que a las meseras no se les llamaba diciéndoles señoritas sino compañeras; decretará que, como preámbulo a cada película, en las salas de cine pasen el documental que filmaron sobre su vida; otorgará subsidios de rumba a quien sea mayor de 50 años y tenga cola de caballo; contratará a Carlos Lozano en la oficina de patrimonio arqueológico, ora como director, ora como parte del inventario, y propenderá por un ministerio humano, en el que los funcionarios tengan que tutearse. Se da por descontado que, en reemplazo de María Paz Gaviria, una hija del doctor Petro ocupe la dirección de Artbo.

Asígnele, pues, una cartera al señor Morris. Y si no una cartera, al menos una mochila. Permítale que levante el ministerio como la ceja izquierda cuando detecta un fotógrafo de sociales.

Atentamente,

Yeims Rodríguez.

José David Neim.

Hollman Morris. Y otros intelectuales.

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