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De Colombia y sus errores históricos

Distintas voces, de diversos orígenes y espectros ideológicos expresan su alarma por la descomposición del país. Durante 30 años, coincidiendo con el auge del narcotráfico y su poder corruptor, y pasando por el proceso 8.000, esta descomposición ha sido referente frecuente para diagnosticar lo que pasa en Colombia.

Mauricio Carradini, Mauricio Carradini
3 de noviembre de 2017

¿De qué descomposición se puede hablar si ya no se sabe de qué estaba compuesta Colombia? Hay un país que no conoce su historia -ni la del mundo-, no la estudia, no la entiende y por ende, no tiene claro cómo la quiere ir escribiendo. Hace tres décadas se empezó a jugar con el plan de estudios de los colegios y esto llevó a la eliminación de la historia como materia obligatoria en la formación de los colombianos.

Se ha ido creciendo como sociedad -que no madurando-, con unos vacíos que se reflejan tanto en los problemas del país como en la forma en la cual se manejan. El desconocimiento del contexto internacional de los últimos 100 años, la ausencia de perspectiva comparativa con nuestros vecinos y las democracias maduras occidentales, y la ignorancia del origen de los retos que enfrenta Colombia hoy, hacen que el país transite por viejos caminos fallidos de otros países y de la Colombia misma.

No existen soluciones correctas con diagnósticos equivocados, y un país que no tiene por costumbre ni disciplina mirar hacia atrás y entender su pasado no puede diagnosticar nada. El estudio de la historia es una sólida y útil formación de ciudadanos en todas las sociedades. Enseñar historia es construir la identidad nacional. Estudiar la historia es aprender a debatir con base en hechos y evidencia, a estructurar el flujo lógico del pensamiento tanto en conceptos como causa y efecto como en correlación y causalidad. Entender la historia es mirar a otras épocas, naciones y sociedades y aprender de lo bueno y de lo malo y discernir entre interpretaciones contradictorias.

Saber de historia es tanto entender de dónde vienen los argumentos de los contradictores como saber qué ha pasado con las sociedades que no han sabido manejar sus contradicciones y a sus contradictores.

Si Colombia no hubiera dejado de educar a sus ciudadanos debidamente, de darles una formación y estructura históricas, el colombiano promedio entendería que nuestros últimos 30 años no tienen nada que ver con reconciliarnos como colombianos como sí lo tenían y tienen que hacer los irlandeses y los surafricanos.

Enseñar historia es indispensable para salir de la Colombia encerrada en sí misma, mirándose al ombligo y planteando un debate electoral sobre conceptos etéreos como "paz" y "corrupción" cuando tiene de vecino uno de los países potencialmente más ricos del mundo -al menos con más efectivo-, jugando a exportar revoluciones y al borde de una guerra civil o de ser un verdadero estado fallido después de acabar con la democracia y empezar a violar los derechos humanos.

Para quienes no estudiaron historia o tienen mala memoria: Cuba empezó con un demagogo que les vendió una revolución social y resultó un mentiroso y tramposo y les entregó una revolución comunista. Venezuela empezó con un descontento general y un populista prometiendo acabar con la corrupción y les entregó pobreza, hambre y violencia.

Colombia tiene que corregir su error histórico y empezar a educar adecuadamente a sus jóvenes, tanto para que como sociedad no repita los errores del pasado, como para que en el futuro a sus hijos no les toque huir de Colombia y de los errores del presente.