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De criar cuervos o de las falacias de un desagradecido

No es cierto que los medios hayan minimizado la gravedad del fenómeno para. De hecho, han sido los medios los que han impulsado las investigaciones.

Semana
9 de junio de 2007

Los medios de comunicación en Colombia “están financiados por el paramilitarismo”. Esos mismos medios han estado “sobrevaluando (sic) la violencia de las Farc y subvalorando la paramilitar”. Como resultado, “la gente en Colombia no entiende la seriedad de lo que está ocurriendo”. Semejantes afirmaciones no las hace cualquiera sino el nuevo Catón de la patria, el senador Gustavo Petro. Apurado cuando lo confrontaron, tampoco tuvo problema endecir que se refería “a los dos más importantes (medios) televisivos y no a los periodistas” y que para afirmarlo se basaba en las declaraciones de Salvatore Mancuso.

Seguro que Petro no se sonrojó cuando dio sus declaraciones a un periódico extranjero y “aclaró” en la radio nacional. Los que no tienen pudor no se apenan con nada, ni aunque tengan una historia borrascosa que avergonzaría al más guapo. Algunos simplemente no tienen vergüenza y van por ahí como los inocentes. Hay incluso quienes pretenden convertirse en adalides de una ética que jamás practicaron, a ver si los demás se olvidan de su pasado. De paso, algunos aprovechan que “el sistema” nunca les exigió verdad alguna. Ni justicia ni reparación, habría que añadir.

 Y sí, a algunos les falla la memoria Pero hay quienes todavía recuerdan y a esos incómodos es mejor silenciarlos. No quiero que se me malentienda. No digo que Petro vaya a acudir al asesinato, ni más faltaba. No tengo razones para no creer que esas prácticas criminales, las de su grupo, digo, las haya abandonado cuando se desmovilizó. Me refiero, en cambio, al afán que trasluce Petro de acallar a quienes no comulgan con él, un afán que en Venezuela significó el cierre de Rctv y ahora la persecución de Globovisión a manos del coronel Chávez, tan caro a los afectos del senador. Digo, pues, que tras sus declaraciones está el espectro de la censura y el agazapado deseo de contar con otros medios, acaso unos en los cuales la guerrilla tenga mejor cara, unos a los cuales se pueda controlar, unos que no recuerden.

 Hay varias falacias en el planteamiento de Petro, en todo caso: una, suponer que la violencia guerrillera es “mejor” que la paramilitar. Imagino que su posición es resultado de que él mismo fuera guerrillero. Pero no, aunque Petro quisiera que fueran distintas, en verdad sus prácticas delincuenciales son similares. Bastaría acordarse de Escobar Soto, José Raquel Mercado o la toma del Palacio de Justicia, por ejemplo. De hecho, el paramilitarismo es un gemelo menor de la guerrilla, un hijo indeseado de ésta que intentó emularla usando sus mismos métodos para someter a los civiles. Los unos y los otros, guerrilla y paramilitares, son de la misma laya, bandidos de la peor calaña, criminales sin escrúpulos que han sembrado de muerte nuestra tierra y enlutado miles de hogares.

 Tampoco es cierto que los medios hayan minimizado la gravedad del fenómeno paramilitar o sus daños. De hecho, han sido los medios los que, con valentía y mucho riesgo, han impulsado con sus denuncias las investigaciones judiciales y el conocimiento público de la magnitud del paramilitarismo.

 No es verdad, además, que los medios estén siendo o hayan sido financiados por los paras. Eso es una infamia. Alegar que eso dijo Mancuso es torcerles el cuello a las declaraciones del jefe para. Mancuso dijo que los paras recibieron dinero de distintas empresas. Pero nunca afirmó que ellos, los paras, financian a los medios o específicamente a Caracol y RCN, como afirma el senador. 

 Por otro lado, no deja de intrigarme la “inocencia” con que Petro da por cierto todo lo que Mancuso dice y que se atreve a repetirlo, deformado a conveniencia, a medios internacionales. Petro le sigue el juego a Mancuso, que ha decidido contar verdades, medias verdades y abiertas mentiras y volver en victimarios a algunas de sus víctimas y en financiadores del crimen a algunos de quienes fueran por él extorsionados. Petro debería saber que a la vuelta de la esquina estará el criminal que decida imputarle unos cuantos delitos. Y que algún día pedirá que sea la justicia, como debe ser, quien decida si es verdad o no lo que de él afirma el bandido de turno que decida “confesar”.

Entonces este Petro desagradecido (pocos como él tan consentidos por los medios que ahora calumnia) se quejará porque alguien con mala leche y torcida intención decida difamarlo.

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