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De la United Fruit a Odebrecht

Las actividades de Odebrecht en Latinoamérica hacen recordar la injerencia United Fruit que abrió el camino a muchos conflictos en el continente

Juliana Londoño, Juliana Londoño
16 de diciembre de 2017

Mientras que, en los Estados Unidos, el debate sobre la intromisión de Rusia en las elecciones que llevaron a Trump a la presidencia está en su apogeo, en América Latina los gobiernos y las campañas electorales están siendo objeto de diferentes modalidades de intervención.

No hay ahora campaña política que no predique la lucha contra la corrupción como uno de los más importantes postulados de sus programas. Sin embargo, de un tiempo para acá, una modalidad ha vuelto a tomar auge en el continente: la intromisión de las multinacionales.

Esto no es nuevo. Aún se recuerda el caso de la United Fruit la poderosa empresa bananera norteamericana que estuvo en Colombia, en donde incluso resultó involucrada en las confrontaciones laborales que culminaron en la llamada “Masacre de las Bananeras” en 1928. En Centroamérica, la empresa no sólo favorecía a determinados candidatos y grupos políticos, sino que tenía el control absoluto de muchos países mediante sobornos y el auspicio de golpes de estado, con el ánimo de incrementar sus ganancias y defender sus intereses.

La historia se ha repetido en los últimos años. Todavía se recuerda el caso de Alcatel en Costa Rica, que llevó a un primer mandatario de ese país, modelo de democracia en el continente, a la cárcel. Luego del escándalo de la multinacional brasilera Petrobras que dio al traste con el gobierno de ese país y lo ha hundido en una crisis sin precedentes en su historia, han aparecido las actividades non santas de la también empresa brasilera Odebrecht.

Hasta el punto de que son pocos los países latinoamericanos que no se han visto afectados en una forma u otra por la intromisión de esta empresa en la financiación de campañas políticas o el pago de sobornos a funcionarios nacionales, regionales y locales con el ánimo de que los favorecidos, le devuelvan las dádivas, con jugosos contratos. Por que no puede suponerse que la poderosa empresa multinacional entregue millones de dólares, por motivaciones simplemente altruistas siguiendo las huellas de Teresa de Calcuta.

En esta semana el vicepresidente del Ecuador Jorge Glas fue enviado a la cárcel por haber recibido dineros de la empresa, mientras que el presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski afronta una grave crisis por razones similares. Su predecesor Ollanta Humala, así como su esposa y eventual sucesora, están en la cárcel por la intromisión de la trasnacional brasilera, mientras que el expresidente Toledo es requerido por las autoridades peruanas por la misma razón.
A pesar de las confesiones y los golpes de pecho de las directivas de Odebrecht, la gente de a pie, se pregunta por qué esa empresa no ha sido proscrita mancomunadamente en el continente y sigue tan campante.

Todos los países rechazan enérgicamente la intervención extranjera y cuentan con normas que regulan la contratación administrativa y la financiación de las campañas políticas. Sin embargo, empresas como Odebrecht se las arreglan para asegurar de algún modo sus intereses, como en su momento lo hizo la United Fruit. ¿será que la historia se repite?

(*) Profesor de la facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

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