Opinión
De mal en peor
El decrecimiento de la economía de Colombia en el año 2023 es absoluta responsabilidad del desgobierno de Gustavo Petro y sus arrodillados vasallos.
La inversión privada es ahuyentada por una inseguridad rampante en todo el territorio nacional, así como un sistema tributario enemigo del desarrollo empresarial y unas reformas sociales que destruirían los pilares de la sociedad, como lo son la salud, el empleo y las pensiones.
Esto sin mencionar la pérdida en materia de transición energética, luego de crear una catástrofe innecesaria en el sector minero-energético, sumado a la ausencia total de una política agraria con poca posibilidad de apertura exportadora, debido a la inexistente gestión por parte de la Cancillería que ha sido reducida a ser difusora de la ideología comunista y defensora de criminales y victimarios.
Como si esto fuera poco, en vez de hacer una necesaria rectificación de sus posturas obtusas, el equivocado presidente Petro solicita al Congreso de la República abrir el debate para tumbar la regla fiscal, para endeudar al país de manera desmesurada, y así dar cabida a su descabellada idea de incrementar la inversión pública para recuperar el crecimiento económico.
Esto solo generaría en el tiempo reducción de nuestra libertad económica al tomar decisiones sobre nuestros recursos, llevándonos a niveles incontrolables de superinflación, que es por ejemplo lo que pasó en Argentina con inflaciones que superan el 130 %, generando un absurdo empobrecimiento del pueblo argentino y obligándolos inevitablemente a la dolarización de su economía, como una de las pocas opciones que les quedaban para recuperar su libertad económica y las reservas del país.
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Ahora lo más incoherente es que Petro ha hecho todo para ser fiel a su maquiavélica idea de promover el decrecimiento y, ahora, se “asusta” para exponer como responsable al Banco de la República y mostrarse como la salvación con el sofisma de incrementar la inversión pública, es decir, más estatismo y menos libertad, más endeudamiento, inflación e impuestos y menos trabajo.
Mientras no se incentive la generación de empleo, no se generará más riqueza en este país. El rechazo generalizado en los estadios no es un ataque personal contra la hija de un presidente, que no tiene la culpa de las actuaciones de su papá, pero sí el sentir de un pueblo que se resiste a un Gobierno que busca imponer un cambio para mal.