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De mujer a mujer

Si gana María Emma en Bogotá, cuando comience la campaña de Noemí una mujer llevará meses en el segundo cargo del país

Semana
17 de abril de 2000

No. No voy a comentar la insólita respuesta de la actriz Julia Roberts, que la semana pasada aceptó que le gustaría tener una relación homosexual con Hillary Clinton, “porque la veo muy sola”. Voy a hablar de la Alcaldía de Bogotá.

Porque desde que se supo que por ella competirán María Emma Mejía con Antanas Mockus, en los corrillos políticos se escuchan todo tipo de interpretaciones sobre las consecuencias de lo que finalmente suceda por cuenta de este mano a mano. Al fin y al cabo, se trata coincidencialmente de un enfrentamiento entre los ex candidatos a vicepresidente de los ex candidatos presidenciales Serpa y Sanín, quienes volverán a encontrarse en la arena política, probablemente como finalistas.

Particularmente he detectado la existencia de dos teorías. La primera es bastante simplista, y desarrolla la tesis de que la contienda en Bogotá servirá como termómetro de la medición de fuerzas por la Presidencia de Colombia. Según esta teoría, un triunfo de Mockus beneficiaría indudablemente a Noemí, y uno de María Emma empujaría evidentemente las aspiraciones de Serpa.

Una segunda sostiene que la cosa es más compleja. Que la verdad es que una derrota o un triunfo de Antanas Mockus tiene pocas posibilidades de afectar a Noemí Sanín ni para bien ni para mal, porque a pesar de que Mockus fue su fórmula vicepresidencial, la asimilación entre estos dos personajes de la vida pública no es tan clara ni tan automática por parte de la opinión. Y que al contrario, aunque puede que un triunfo de María Emma Mejía en Bogotá no alcance para asegurar el triunfo de Horacio Serpa, una derrota de María Emma indudablemente ensombrecería las posibilidades presidenciales de Serpa, pues la asociación entre éste y su fórmula vicepresidencial es mucho más clara para la opinión pública que la de Mockus con Noemí, que no era partidista y que no implicaba ninguna especie de matrimonio formal.

Esta teoría tampoco me parece totalmente válida. En cambio, me casaría con una tercera teoría, consistente en que un triunfo de María Emma Mejía le serviría ante todo a Noemí Sanín , sin ser aliadas políticas y sin que se tengan, que se sepa, especiales simpatías.

Si gana María Emma la Alcaldía de Bogotá, para la época en la que comience oficialmente la campaña de Noemí, por primera vez en la historia una mujer ya llevará varios meses ocupando el segundo cargo más importante del país.

Eso implicaría muchas cosas: que los colombianos encontrarían en la práctica una base muy fuerte para creer que también puede suceder lo mismo en el primer cargo más importante del país, y que Colombia, por fin, estaría lista para vencer el tabú del machismo que durante mucho tiempo ha sumido en la incredulidad la posibilidad de que ello llegue a pasar.

Como la famosa propaganda de los cigarrillos Virginia Slim’s (You’ve come a long way, baby), ha transcurrido un gran trecho desde la época en que Belisario Betancur tomó la decisión política de nombrar mujeres en todos los viceministerios. A partir de entonces se puso de moda que las mujeres participaran en los gobiernos de turno como un acto de benevolencia de los hombres. Y así había venido sucediendo, hasta ahora, cuando por sus propios méritos, María Emma podría quedarse con la Alcaldía de Bogotá, y Noemí con la Presidencia de Colombia.

La pregunta sigue siendo si la mentalidad de los colombianos está lo suficientemente madura como para que electoralmente ‘se dé el lapo’. Recuerdo que en el pasado, cuando se evaluaban las condiciones de liderazgo de Noemí Sanín, inevitablemente en las encuestas aparecía la preguntica: “¿Votaría usted por una mujer?”. La gran mayoría respondía que sí. Pero luego cuando se preguntaba: “¿Cree usted que el resto de los colombianos estaría dispuesto a votar por una mujer?” la gran mayoría respondía que no.

A eso lo llaman los expertos una “falsa verdad”, que consiste en que uno dice en una encuesta estar dispuesto a hacer lo que uno cree que los demás no. De allí los expertos dedujeron que por lo menos hasta hace un par de años, el electorado colombiano sacaba una barrera sicológico-emocional frente a la posibilidad de votar por una mujer para Presidente.

Sin embargo, la reciente campaña presidencial de Noemí, a juzgar por los resultados, contribuyó mucho a desmoronar esta barrera, y prueba de ello son las posibilidades de María Emma como eventual alcaldesa de la capital.

Es lo que podríamos llamar de mujer a mujer. Sin que en el interregno hayamos caído en apoyar la cuota que por ley está a punto de aprobarse para que obligatoriamente a las mujeres colombianas se les garantice el acceso a por lo menos el 50 por ciento de los cargos públicos del país, que se convertiría en la herramienta más discriminatoria para hacer de las mujeres colombianas lo que, sin ser en absoluto feministas ni bigotudas, ya creíamos que no éramos: el sexo débil.



Entretanto... ¿Quiénes serán los colombianos más preocupados por lo que el narcotraficante Guillermo Ortiz, después de entregarse al gobierno de Estados Unidos, estará contando?

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