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De la pesadilla a la Libertad: el despertar de Irak libre

El Irak de la posguerra no es como los medios lo pintan. Sí ha habido ataques de la resistencia contra Estados Unidos y han muerto decenas de estadounidenses. Pero hay más. El secretario de Estado de Estados Unidos, Collin Powell habla sobre la libertad y garantías que hoy tienen los iraquíes en una columna escrita para los medios del mundo.

Semana
17 de noviembre de 2003

¿Qué deben pensar los estadounidenses acerca del progreso que se logra en la reconstrucción de un Irak libre? Ultimamente los titulares de los periódicos han publicado muchas noticias malas y alarmantes: carros cargados de bombas en Bagdad, andanadas de misiles lanzados contra hoteles, atentados mortales contra soldados estadounidenses, la policía, funcionarios iraquíes y representantes de la comunidad internacional. Sin embargo también hay abundancia de buenas noticias, que no se publican en los periódicos con la misma frecuencia. Esas buenas noticias surgen de una verdad irreversible y decisiva: el pueblo iraquí es libre.

Más que cualquier otro factor, el futuro de Irak lo definirán las esperanzas y los esfuerzos de los propios ciudadanos de Irak. Estados Unidos y otros países ayudan actualmente de muchas maneras a los iraquíes.

En la Conferencia de Donantes de Madrid, el mes pasado, logramos un excelente progreso al ampliar el alcance de esa ayuda; allí nosotros y 72 países más y 20 organizaciones internacionales hicimos una inversión estratégica en la esperanza al comprometernos a suministrar más de 33.000 millones de dólares para la reconstrucción de Irak. Sin embargo y en definitiva, una sociedad respetable, afianzada en instituciones que aseguren la equidad y la libertad, debe surgir de sí misma. Es lo que está

ocurriendo en Irak. Por primera vez en su historia los iraquíes experimentan una cultura cívica democrática en el plano local, y cada vez más en el plano regional y nacional. Con esta experiencia nace la esperanza, y la percepción de la propia capacidad se extiende por todas partes, aún en el "triángulo" sunnita, que fuera el epicentro del apoyo al

antiguo régimen. No obstante, esta libertad es de tal manera nueva para los iraquíes, y por el desajuste causado por la larga pesadilla del desgobierno de Saddam Hussein fue tal, que muchos iraquíes permanecen indecisos y desorientados. Debemos recordar que la pesadilla que significó Saddam Hussein para Irak duró más que la tiranía de Stalin en la Unión Soviética. Esperar que la tragedia del pasado de Irak se desvanezca

rápidamente no es realista. Las heridas toman tiempo en restañar y aún cuando las cicatrices físicas desaparecen, frecuentemente las sicológicas permanecen. Los iraquíes necesitan tiempo para volver a tener confianza, confianza de unos en otros, confianza en un nuevo liderazgo iraquí que ellos mismos escojan, confianza en su propio futuro.

El actual progreso real sobre el terreno da a los iraquíes la esperanza de que la vida mejorará constantemente. La capacidad de generación de energía eléctrica ya excede los niveles existentes antes de la guerra. En colaboración con nuestros socios iraquíes y otros voluntarios de la comunidad internacional hemos reparado más de 1.7000 averías críticas en la vetusta red de abastecimiento de agua. Hemos limpiado 14.500 de los 20.000 canales de riego de Irak que requieren dragado. Hemos renovado más de 1.500 escuelas. Hemos distribuido 22 millones de vacunas entre los niños y las mujeres embarazadas iraquíes. Tres millones de equipos para rehidratación han llegado a los niños que los necesitaban.

También estamos preparando el camino para una atmósfera de seguridad nueva, dirigida por iraquíes. El entrenamiento básico de más de 35.000 agentes de policía civiles comenzará en noviembre y eventualmente, durante los próximos dos años se graduarán mensualmente 1.500 policías civiles cuidadosamente escogidos, recientemente entrenados y equipados. Este cuerpo de policía autóctono traerá nueva estabilidad y confianza en el futuro.

La sociedad civil iraquí prospera. En Irak, donde antes sólo había una fuente oficial de noticias, en la que los iraquíes sensatos nunca confiaron, hoy vibra con una prensa libre. Los maestros pueden enseñar la verdad, no la propaganda de odio del Baath. Los tribunales funcionan. Los bancos están abiertos y hacen préstamos. Los negocios florecen, como se puede apreciar con sólo una ojeada a los artículos disponibles en el mercado de cualquier ciudad iraquí. Los salarios suben, los ahorros salen de sus escondites, la gente gasta y gana dinero.

No solamente los servicios básicos se han restaurado a los niveles de preguerra, sino que en muchas áreas los iraquíes han fijado metas que van más allá. Los iraquíes aspiran, no al sistema de atención de salud que tenían hace 30 años, sino a un sistema mejor. Ya más iraquíes que nunca tienen acceso confiable a la energía eléctrica, agua limpia y educación básica.

Con todo, cuando se traiciona la confianza es difícil restaurarla, aún más que recomenzar una economía. Cuando la vida de generaciones enteras ha sido una pesadilla absoluta, el proceso de recuperación es aún más difícil. Los iraquíes deben persuadirse a sí mismos, de nuevo, que son gente buena y honorable, que ya no hay necesidad de sentirse avergonzados por las condiciones impuestas a ellos por Saddam Hussein y su legión de malhechores y criminales.

Ciertamente, los iraquíes están recobrando su valentía y su honor. Temen cada vez menos expresar su opinión a favor de un futuro mejor. Los iraquíes están haciendo grandes sacrificios, demasiados de ellos han perdido la vida o han sufrido heridas debido a los esfuerzos descarriados de otros iraquíes y sus cómplices extranjeros por frenar el progreso de su país. Habrá más sacrificios, pero esos sacrificios sólo fortalecerán la

determinación de los iraquíes de todas las edades y posición social de mantener el rumbo.

En primer lugar, es por ello que los estadounidenses tienen razón bien fundada para esperar el éxito eventual en Irak. No importa cuán difícil o peligrosa sea la vida para los estadounidenses y otros que tratan de dar a luz el nuevo Irak, nuestro mejor aliado es el pueblo iraquí. Si ellos están dispuestos a aspirar fuerte y aprestarse para una larga jornada, entonces nosotros también debemos perseverar, permanecer a su lado hasta

que la tarea se complete.

Los estadounidenses comprenden que nada que valga realmente la pena hacer es fácil. Irak no es fácil. Ninguna persona seria dijo alguna vez que lo sería. No obstante, merece la pena hacerlo y merece la pena hacerlo bien, así que nos es preciso hacer acopio de paciencia y comprensión a medida que procede la tarea de reconstruir a Irak.

En los años venideros veremos la prueba de nuestro éxito y ya podemos decir la forma que tendrá. Parecerá que la pesadilla de Irak se convierte en un sueño de libertad hecho realidad.

*Secretario de Estado de Estados Unidos

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