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¿Debate de altos vuelos?

Según algunos medios, la altura de los debates sobre el aborto es de resaltar. Me sorprende esta afirmación.

Semana
14 de octubre de 2011

El debate alrededor de la prohibición del aborto tal como está contemplado actualmente en Colombia ha sido candente. Tomó fin, o al menos su aspecto legal, el 12 de octubre al hundirse la ley en el senado. Según algunos medios, la altura de los debates es de resaltar. Me sorprende esta afirmación.

Si el debate fue de altura, si se trató de un intercambio de ideas respetable e iluminado, el Senador Enrique Gómez Hurtado fue la excepción a la regla. En una entrevista que le otorgó a la W radio hizo una demostración de miopía misántropa y lógica limitada al afirmar que no existe un mecanismo para poder demostrar una violación, insinuando por lo tanto que las mujeres podrían aprovechar esta imposibilidad como una puerta abierta para practicar abortos de manera legal. Fungiendo de defensor de la moral, el Senador parece querer insinuar que las mujeres que quieren abortar, por cualquiera que sea la razón, irían hasta a inventar una violación para darle la espalda a su responsabilidad.

Creer, durante siquiera un segundo, que una gran parte de la mujeres, por pereza o por debilidad moral, preferirían abortar a escoger cualquier método anticonceptivo es considerar el aborto como un paseo, como un chiste. Creer que las mujeres que buscan abortar usarían el argumento (falsario, según el Senador) de una violación para lograr su cometido es simplemente absurdo.

El caso del ex director del FMI Dominique Strauss-Kahn y de la empleada del hotel Sofitel Nafissatou Diallo es ejemplarizante en este sentido. Independientemente de lo que haya sucedido, el escrutinio del que fue objeto la señora Diallo muestra lo difícil que es de por si asumir el peso de hablar de una violación en las sociedades en las que vivimos.

Pensar que una mujer por facilismo montaría una película sobre una supuesta violación para lograr un aborto es no solo ignorar la dificultad y las consecuencias que existen detrás de una afirmación semejante para las mujeres, es igualmente desconocer que sería mas fácil buscar un aborto ilegal que embarcarse en una pesadilla legal para lograr ‘salir de la responsabilidad que es tener un hijo’ como lo expresa el Senador. Parece que el Senador considerara que las mujeres tienen una mente profundamente enrevesada y que no dudarían en cometer una serie de bajezas para escapar a su destino reproductivo.

El Senador ignora probablemente que la violencia sexual existe y que a veces resulta en situaciones espantosas como la de escoger si se tiene o no la capacidad de portar el feto del autor de tal violencia. A un episodio extremadamente traumático (el acceso carnal violento, como se llama legalmente) se le agrega el trauma del aborto. Parece que la empatía no hace parte de los valores y de la moral defendidos por el señor Gómez Hurtado.

En esta desafortunada entrevista, cierra con esta críptica afirmación: “Soy experto en términos de moral, soy un defensor del orden y el progreso por eso creo que la familia está desapareciendo, con el divorcio se está acabando la estructura fundamental del equilibrio de la sociedad”

Pasando por alto la paradoja que constituye que el Senador se considere un defensor del progreso, parece que el Senador está confundido sobre la naturaleza del debate actual. ¿O trata de insinuar que el divorcio está relacionado con los abortos y las afabulaciones sobre eventuales violaciones?

Es necesario no confundir moral y derechos fundamentales con una concepción limitada de lo que debe ser una familia, un matrimonio. El filtro utilizado por el Senador para analizar las realidades sociales, aparentemente establece una jerarquía donde el divorcio sería un mal peor que una violación, la malformación de un hijo deseado o una condición médica que pondría en peligro la vida de la madre.

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