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Delitos atroces

Lo que muestra el espeluznante reportaje de Botero no es, como cree 'Jojoy', el poder de las Farc, sino su prepotencia y su crueldad

Antonio Caballero
31 de agosto de 2003

El 'Mono Jojoy' fotografiado en la revista Cromos, posando: arrellanado en una silla de plástico rojo, la gruesa cabeza blandamente apoyada en la mano izquierda, la otra reposando en el abdomen, y sobre las gruesas rodillas un arma impresionante. El Mono Jojoy forrado en su uniforme de camuflaje, abre el fondo de un telón de camuflaje, bien calada la boina. El pie de foto informa: "El Mono Jojoy, comandante del Bloque Oriental de las Farc, mientras espera que sus hombres le traigan a los secuestrados".

Y, en la televisión, el Mono Jojoy frente a sus secuestrados, diciéndoles: "Prepárense para largo tiempo". Explicándoles que, si hay un intento de rescate, tendrá que eliminarlos. El Mono Jojoy, en el texto de Cromos, prometiendo, "más radios y menos cadenas", levantándose y yéndose: "Otro día charlamos con más tiempito porque hoy ando muy ocupado".

Mucho le han criticado al periodista Jorge Enrique Botero que haya ido a la selva a hacer ese reportaje sobre los secuestrados de las Farc -27 militares y cinco políticos- que esperan abandonados, algunos desde hace más de cinco años, un ilusorio "canje humanitario" por guerrilleros presos. Le han reprochado que se prestara a ser manipulado por la guerrilla. Y eso es, por supuesto, lo que la guerrilla cree: de lo contrario no le hubiera permitido llegar allá con sus cámaras. Pero se equivoca. Porque lo que muestra el espeluznante reportaje de Botero no es, como cree Jojoy, el poder de las Farc, sino su prepotencia y su crueldad. Nadie que haya leído lo de Cromos o visto lo de la televisión puede seguir creyendo en la bondad y la justicia de las intenciones de las Farc: la inhumanidad de sus métodos las ha corrompido hasta los tuétanos.

Y esos infortunados secuestrados que Botero muestra son los "políticos": los canjeables. Hay además los otros, los muchos miles de secuestrados "comunes": simplemente mercancías, carne de rescate. Los guerrilleros de las Farc se han convertido en mercaderes de carne humana.

Del otro lado, entre tanto, los paramilitares chorreantes de sangre negocian con el gobierno su "reinserción social" a cambio de nada. Y el gobierno presenta al Congreso un proyecto de ley que tiene por objeto "estimular la desmovilización y la consecución de la paz" mediante la eliminación de las penas de cárcel para los delitos atroces cometidos por los llamados "miembros de grupos armados ilegales". El Alto Comisionado de Paz que redactó el proyecto se defiende de las críticas: es que -cito el texto del diario El Tiempo- "si bien los colombianos están adoloridos con los actos de violencia, no deben tener una actitud vengativa hacia personas que manifiestan querer contribuir efectivamente con la paz mediante la desmovilización". Según él, "se debe cambiar el concepto de buscar venganza infligiendo dolor al victimario mediante la cárcel".

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