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Delitos políticos

Los grandes magnicidios de nuestra historia sólo han tenido autores materiales, pero nunca ¡no faltaba más! intelectuales

Antonio Caballero
15 de mayo de 2005

Acaban de poner preso por asesinato a Alberto Santofimio Botero, ex ministro, ex presidente de la Cámara, ex senador y político profesional de muy larga trayectoria. Lo acusan de haber sido uno de los autores intelectuales, o inductores, del asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán hace quince años. El rumor de su culpa venía corriendo desde en tonces, y él mismo lo había tomado lo bastante en serio como para negarlo formalmente.

No sé si las nuevas 'pruebas' que ahora descubre la Fiscalía (unas declaraciones del delincuente condenado 'Popeye', que fue hombre de confianza del temido y poderoso narcotraficante Pablo Escobar) son pruebas de verdad. Quiero decir: dignas de confianza. Tal vez 'Popeye' exagera. Pues no sólo acusa a Santofimio de haber instado a Escobar a que matara a Galán sino también a Andrés Pastrana cuando era candidato a la Alcaldía de Bogotá, y a César Gaviria cuando se convirtió en el candidato sucesor de Galán. Es decir, lo acusa de ser un asesino en serie, un sicópata como el famoso Jack el Destripador del Londres decimonónico o como los de las películas de Hollywood. Pero aunque haya exageraciones en lo que dice 'Popeye' tiendo a creer que en el fondo su testimonio es veraz.

Porque 'Popeye' no es él mismo un asesino sicopático, sino un profesional, razonable, que no mata sino a quienes por razones de oficio necesita matar. Y porque, sin ninguna duda, el asesinato de Galán fue un asesinato político. Y los asesinatos políticos los suelen cometer los políticos. No se trata ahí de "cherchez la femme", de "busquen a la mujer", como recomienda la tradición policial francesa; sino de "cherchez le politicien", de "busquen al político", según la tradición política universal. A los políticos no les ha temblado nunca el pulso para mandar matar a sus rivales, y ni siquiera a veces para apuñalarlos con su propia mano. Sobran los ejemplos.

Y sin embargo en una tercera tradición, tanto policial como política, que es la tradición de la hipocresía colombiana, nunca se había dado el caso de que un político importante fuera detenido por la acusación de haber asesinado o mandado asesinar a otro político importante. Los grandes magnicidios de nuestra historia sólo han tenido ejecutores materiales, pero nunca -¡no faltaría más¡- autores intelectuales. ¿Quién mandó matar a Jorge Eliécer Gaitán? Hace apenas tres años el ex presidente Alfonso López 'ponía a pensar al país' asegurando que nadie: que simplemente su victimario material, un tal Juan Roa Sierra, había querido con ese crimen impresionar favorablemente a su novia. ¿Quién mandó matar a Rafael Uribe Uribe hace cien años? Nunca se supo. Los dos artesanos, Galarza y Carvajal, que acabaron con él a hachazos no revelaron nunca en sus largos años de cárcel el nombre de quien les encargó el trabajo. ¿Quién mató a Julio Arboleda? ¿Quién mató al mariscal Sucre? No se sabe.

Por eso me parece importante, desde el punto de vista de la salud mental de este país, que se acuse formalmente a Alberto Santofimio Botero del asesinato de Luis Carlos Galán. Que se defienda, y a ver qué sale de ahí: una condena o una absolución. La investigación en sí misma me parece ya importante, porque es la primera vez en la historia de Colombia que el poder judicial toma en serio la acusación de un delito de sangre contra un político. Ha habido otras, de otra índole: de robo, de soborno, de fraude (y la verdad es que casi siempre, no sé si con razón o sin ella, los políticos acusados han terminado siendo absueltos o al menos 'recluidos'). Pero las acusaciones de asesinato no han llegado jamás a los tribunales. Apenas si se han leído en las páginas de los periódicos, y sólo envueltas en las más cautelosas circunlocuciones de respeto se han atrevido a asomarse a los libros de historia.

Yo no sé -y repito aquí nuestro tradicional 'no se sabe'- si el ex congresista y ex ministro y político profesional de larga trayectoria Alberto Santofimio Botero es el autor intelectual del asesinato de Luis Carlos Galán. Pero estoy convencido de que su detención por esa sospecha y la investigación y el juicio consiguientes, sea cual sea su resultado de culpabilidad o de inocencia, son las mejores cosas que le han pasado en varios siglos a la política en Colombia. Suerte. Se la deseo a Santofimio, pero también a Colombia.

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