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Depende de la perspectiva

Nicolás Camacho, banquero de inversión de Violy Byorum & Partners, escribe desde Nueva York sobre la situación financiera de América Latina. Realizando un contraste con la perspectiva negativa presentada por la opinión actual de Wall Street el artículo se centra en las últimas tendencias e indicadores económicos de Latinoamérica.

Por: Semana

Los principales medios de comunicación norteamericanos consideran que América Latina ha albergado de nuevo a los antiguos demonios que habitaban la región durante la infame década perdida de los años 80. Basada en las debacles del colapso económico de Argentina, el fallido intento de golpe a Chávez en Venezuela, los shocks financieros de Brasil y las repetidas protestas callejeras en Perú, Colombia, Paraguay y Uruguay, la opinión internacional no ha cesado durante este año de perfilar a América Latina de nuevo como un paria mundial. Según el Wall Street Journal, "gran parte de la región está al borde del fracaso".

No obstante la delicada coyuntura de algunos países latinoamericanos, una comparación de la situación actual de la región con respecto a la vivida hace una década permite visualizar una perspectiva menos sombría. Sin demeritar la importancia y posibles consecuencias del difícil momento, históricamente la región presenta una mejoría innegable desencadenada durante el último decenio.

Inicialmente, hay que resaltar que el continente ha sufrido una transformación sin precedentes en el ámbito político. A principios de la década de los 80, la mayoría del continente se encontraba bajo la dirección de dictaduras militares o gobiernos autocráticos, con sólo siete países al mando de gobiernos democráticos. Hoy en día, la democracia comanda la inmensa mayoría del área y bajo su orientación se han elegido por voto popular gobernantes tan controvertidos como Hugo Chávez en Venezuela y 'Lula' Da Silva en Brasil.

En materia económica, los principales indicadores también reflejan una recuperación indiscutible, en la que la región presentó crecimiento económico acompañado de inflación controlada y mejor disciplina fiscal. El crecimiento anual del PIB de la región durante la década de los 80 promedió 0,9 por ciento. Para la década de los 90, el área promedió un crecimiento económico del 3 por ciento anual. Adicionalmente, se solucionaron los avatares de la inflación galopante en que se encontraba la región hace 15 años. Mientras que en 1985 la inflación promedio de la región se situaba en 124 por ciento, para el 2001, la tasa de inflación se situaba en un mesurado 6 por ciento. Finalmente, el déficit fiscal promedio de los países de la región decreció notablemente al pasar del 6,3 por ciento del PIB a mediados de los 80 a un 2,0 por ciento durante el 2001.

Esta restauración macroeconómica ocurrió en paralelo a una integración de las economías regionales. Hoy en día, la mayoría de los países de América Latina pertenecen a por lo menos un acuerdo internacional de comercio, donde se resaltan el G-3, Pacto Andino, Mercosur y por supuesto, Nafta, del cual México es parte y Chile está a la espera de ser el próximo integrante. Esta tendencia ha permitido una notoria reducción en la protección arancelaria de los países del área y una integración de mercados bastante significativa. A mediados de la década de los 80, el promedio de tasa arancelaria en la región ascendía a 43 por ciento mientras que a finales del 2001 se situaba en 9 por ciento.

El alcance de estas reformas se reflejó rápidamente en el flujo de capital foráneo que la región recibió durante él ultimo decenio. Durante los 90, América Latina se convirtió en el mayor recipiente de inversión extranjera directa de todas las regiones en desarrollo. Según el Banco Mundial, la región hospedó más de 498.000 millones de dólares durante la década de los 90. En comparación, el sureste asiático captó 470,000 millones de dólares, mientas que Europa Oriental y Asia Central albergaron en conjunto 195.000 millones de dólares.

Lo más sorprendente de este flujo de capitales hacia la región, es el cambio de origen de los inversionistas. Hace algunos años, eran muy esporádicas las inversiones de empresas latinoamericanas en las economías vecinas. La mayoría de la inversión extranjera provenía primordialmente de Estados Unidos seguido de Europa. Sin embargo, durante los últimos cinco años, esta tendencia ha variado significativamente. Hoy en día, los mismos países de la región son responsables directos de la inversión extranjera directa en América Latina. A julio del 2002, las cinco mayores transacciones de fusiones y adquisiciones de la región fueron realizadas por compañías del mismo país o por empresas de la región.

Es así como, el movimiento de inversión interregional, casi inexistente hace una década, hoy acapara la atención del sector financiero. Para citar algunos ejemplos recientes, los brasileños de Petrobras compran la segunda petrolera argentina, Pérez Companc por más de 1.000 millones de dólares. Las cerveceras se mueven en el área dinámicamente, donde Ambev de Brasil, compra Quilmes en Argentina y los venezolanos de Polar y Regional ingresan al Perú. En telecomunicaciones, los mexicanos de América Móvil compran un paquete accionario de la brasileña Telecom América por 2.200 millones de dólares. Inclusive en los sectores menos predecibles se presentan ejemplos dicientes: Farmacias Ahumada, una cadena de droguerías chilena, ingresó al mercado brasileño al comprar la cuarta cadena de farmacias carioca, Drogamed, y recientemente ingresó a México al comprar Farmacias Benavides.

En el caso colombiano, los ejemplos también abundan. Durante los 80, muy pocas empresas locales clasificaban como multinacionales. A partir de mediados de los 90, los miembros de la exclusiva lista multinacional se han incrementado significativamente: Bavaria incursiona en el mercado panameño y peruano al adquirir Cervecería Nacional y un paquete accionario en Backus & Johnston, respectivamente. ISA incursiona en el mercado peruano con la compra de Etesen y Etesur, Exito abre operaciones en el mercado venezolano. Alpina en Ecuador y Venezuela, Colombina en Guatemala, Leonisa y Acesco en Costa Rica, Manuelita en Perú y Cacharrería Mundial en Venezuela.

Es evidente que algunos países se encuentran en una situación crítica y no se puede negar su delicadeza. Sin embargo, el esfuerzo de reformas anteriores no ha sido en vano. La renovación del sistema político y los avances en temas económicos y financieros proveen a la región las herramientas necesarias para superar la coyuntura. El Banco Mundial estima que Latinoamérica será la región de mayor crecimiento al promediar durante los próximos tres años casi 4,1 por ciento. En contraste, se estima que Europa crecerá a un ritmo anual de 2,6 por ciento, Asia y Australia 3,4 por ciento y Estados Unidos a un ritmo del 3,8 por ciento.

De ahí que sea un asunto de perspectiva. Es cierto que el anuncio de la moratoria de deuda argentina a principios de este año por 141.000 millones de dólares se constituye en el mayor de la historia para un país. No obstante, por la misma época, dos empresas estadounidenses, WorldCom y Enron, se declararon en bancarrota arrastrando así con las inversiones de bancos, fondos, pensiones y miles de pequeños inversionistas. Los activos de ambas empresas suman 194.000 millones de dólares, sustancialmente más que la moratoria de deuda de todo el país austral. Todo depende de la vara con que se miden las coyunturas.

* Banquero de inversión de Violy Byorum & Partners