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La Minga política

Además de la indígena, otra minga le quita el sueño al presidente Duque: la “minga Política” que le armaron en el Congreso.

Javier Gómez, Javier Gómez
9 de abril de 2019

Este lunes dio su primer resultado: en la Cámara de Representantes derrotó las objeciones palaciegas a la Ley Estatutaria de la JEP. Lo significativo del asunto es que no fueron solo los partidos de la oposición, que de hecho lo cuestionan, sino también aquellos que lo apoyaron en la segunda vuelta y hoy decidieron montar toldo aparte en el espacio legislativo.

Le propinaron un duro golpe al dueto Duque-Uribe por donde más le duele: los comenzaron a desmontar del discurso del soberbio No. Sin duda, este mazazo político los tiró a la lona y los descompuso; no sólo al Gobierno, sino a la bancada del Centro Democrático que, acorralada en su desorganización y falta de liderazgo, quiso ocultar su impotencia parlamentaria pidiendo públicamente la renuncia a la Ministra de Justicia.   

Nada más evidente que esta contundente derrota para corroborar que al Gobierno no le sale una: decidió combinar todas las formas de lucha para contener la avalancha mingueropolítica que se les vino encima y fracasó. Recurrió al Embajador de Estados Unidos para que intimidara a los parlamentarios que se oponen a las objeciones y, Withaker que es un culipronto mediático con ínfulas de procónsul, asumió la tarea y, por supuesto, le salió mal; después reculó con los magistrados de la Corte Constitucional a quienes desinvitó a una cena en su mansión rosalina cuando en las redes sociales el rechazo a la indebida intromisión en los asuntos internos del país fue generalizado. Sin embargo, para ser honesto, no creo que las sugerencias del poderoso diplomático queden en el vacío, a muchos les tocará cambiar de destino turístico en breve tiempo.

Otra estrategia, más perversa que la anterior, es escuchar en los pasillos del Congreso a los propios Senadores y Representantes decir que la Fiscalía ha intensificado en los últimos días amenazas de investigaciones contra los parlamentarios o sus familiares para intimidar a quienes rechazan las objeciones presidenciales. Grave la denuncia, pero para nada extraño cuando se trata de definir un pulso político hipertenso.

Para nada sirvieron las presiones mencionadas. Medio cuerpo del Gobierno quedó enterrado en la arena movediza de las objeciones concebidas en función de revivir el triunfo del No en el plebiscito. 110 votos rechazaron la propuesta presidencial, mientras 44 votos la apoyaron. Sólo le queda al Gobierno la instancia del Senado en donde la “minga política” es más fuerte y las decisiones de bancada ya están tomadas.

Los partidos de la U, Liberal y Cambio Radical optaron por formar un bloque, en el caso del Senado, de 44 parlamentarios con los que buscan liderar una plataforma de reformas en las que el Gobierno, obsesionado con las objeciones y en hacer trizas el Acuerdo de Paz, descuidó flagrantemente las enmiendas necesarias, como la reforma a la justicia.  Presencia constante y permanente ha tenido la ministra del Interior en el recinto del Congreso, pero ineficaz a la hora de hacer un balance legislativo. No es por la puerta de atrás como pretende la administración Duque cambiar el estado de cosas; es a través de un gran consenso nacional y un acuerdo político. Seguir reivindicando el No como punto de partida y decidir hacer trizas la paz birlando la financiación de la implementación del Acuerdo, no mejoran el clima político y lo ponen contra la pared en el concierto internacional.

Repito, duro golpe para el dueto Duque-Uribe: el primero, en su propio laberinto, no logra destrabar la imagen de desgobierno que lo carcome; y el segundo se metió en un callejón sin salida: no logró construir mayorías para la gobernabilidad y en el Congreso ya no le comen cuento.

@jairotevi

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