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Una buena actitud y un buen discurso

El discurso con que se inauguró en la Presidencia de la República el doctor Iván Duque muestra su responsabilidad para con el país, y si se me permite, diría yo su espíritu democrático.

Jesús Pérez González-Rubio , Jesús Pérez González-Rubio
15 de agosto de 2018

Casi todas las ideas que expuso podrían, con matices, ser compartidas por las distintas tendencias en que se divide la opinión pública nacional. Pero quizás lo más importante fue su actitud conciliatoria, su disposición al diálogo, su empeño en unir al país sin perjuicio del binomio gobierno-oposición.

Es el suyo, si nos atenemos a este discurso, un liderazgo consciente de las diferencias de opinión, diferencias que no tienen por qué llevar a estigmatizar personalmente a quienes piensen distinto, menos aún a señalarlos como autores de delitos que no han cometido. Tal como yo lo entiendo, su llamado a la unión es realmente a la  tolerancia con las ideas ajenas, al trato considerado con quienes las expresan, al respeto por los hechos, un llamado al ejercicio de la política con base en la verdad y no en el engaño. Es la aceptación de que uno puede estar equivocado y que la contraparte puede tener razón. De que toda idea es respetable y puede ser un aporte en la discusión de los temas.

Él lo ha dicho: “No dejemos que el odio interfiera en este propósito, no dejemos que nada nos distraiga del camino de la unión” (Negrillas, mías). Palabras que están en perfecta sintonía con las siguientes: “Los invito a que todos construyamos un gran pacto por Colombia, a que construyamos país, a que construyamos futuro y a que por encima de las diferencias estén las cosas que nos unen”.

En el mundo de hoy no existen en los países civilizados las oposiciones ciegas como la que le tocó padecer al gobierno de Juan Manuel Santos que la historia reivindicará sin duda alguna. Baste señalar un solo ejemplo: En España el gobierno de Rajoy era sostenido por el partido llamado Ciudadanos, que estaba en la oposición. Y el actual del presidente Pedro Sánchez es sostenido entre otros partidos por Podemos, que está en la oposición. A nadie le interesa que el gobierno de Pedro Sánchez caiga cuando apenas comienza.    

Las palabras del presidente Duque cobran mayor relevancia después de que el doctor Ernesto Macías pronunciara, destilando todo el odio que había en sus odres, un discurso para el olvido en la toma de posesión del nuevo presidente, en el cual actuó como sectario radical y buen discípulo del expresidente Uribe, y no como presidente del Congreso, desluciendo de esta manera la posesión de Duque, al tiempo que le mandaba un mensaje de advertencia desde los más oscuros y radicales socavones del Centro Democrático, incluso sobre la cúpula militar.

Se ha dicho que “el estilo es el hombre”. Y no puede haber un contraste mayor que entre el discurso del doctor Macías “absolutamente necesario”, según el expresidente Uribe, y el discurso ponderado y civilizado del nuevo presidente. En mi opinión, ese día nació una nueva tendencia política que encarna Iván Duque, muy distinta de la que representan los Ernestos Macías que en el Centro Democrático existen.

Hace bien el presidente Duque en buscar un contacto directo con el pueblo a través de sus ‘Talleres Construyendo País‘, por encima de los partidos políticos, eliminando así el rol de intermediario de estos, pues mucho me temo que en el futuro va a necesitar el apoyo de ese pueblo.

Muy bien hace igualmente en el planteamiento de superar las divisiones de izquierda y derecha y de concentrarnos en las propuestas que llevará al Congreso él al igual que la oposición para que salgan como fruto maduro del aporte de todas las tendencias. Ha dicho: “No más divisiones de izquierda y derecha: somos Colombia. No más falsas divisiones entre neoliberales y socialistas: Somos Colombia”. Es un planteamiento moderno pues esas divisiones de izquierda y derecha desaparecieron con Emmanuel Macron en Francia, el país que las había visto nacer en la Convención de 1792, en los tiempos de la Revolución Francesa: A la izquierda de la presidencia estaban los jacobinos y a la derecha los girondinos. Es una división que no va más.

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