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Diario de una neoyorquina

Paula Kling, corresponsal de SEMANA en Nueva York, publica fragmentos del diario que empezó a escribir desde el 11 de septiembre del año pasado y en el que narra, de forma vivencial, lo que ha sido Nueva York en este tiempo.

Por: Semana

Nota al lector: Esto es un fragmento de un diario personal. Las crónicas y las personas son verdaderas.

Septiembre 11, 2001
Querido Diario:

El sol brillaba, la gente cantaba de alegría al saber que aún el frío no llegaba. Ni el café hacía falta para levantar el ánimo. De repente, cerca de las nueve de la mañana, dos aviones se estrellaron en medio de un perfecto día otoñal.

¿Qué pasó? Los locutores de CNN suenan angustiados. El humo está denso y negro. Hace toser, deja un calor en la garganta. Dicen que son las barbas de Satanás, haciéndonos cosquillas. Las sirenas de ambulancia suenan alarmando a los que no saben hacia dónde correr. ¿Hacia las aguas del río? ¿Hacia el norte por las calles que vibran de terror? El ruido de las sirenas llega desde todas las direcciones, dirigiéndose hacia todos los puntos de la ciudad. Huele a quemado. Son las dos de la tarde y los vecinos me invitan a donar sangre. Lo poco que podemos hacer ante tanta carnicería.

Ya no queda comida fresca en los supermercados de la vecindad. "¿No más pan?" pregunta una vieja Italiana, su voz nasal me incomoda. Me dan ganas de preguntarle: ¿cómo puede pensar en pan? Bah. Olvídalo. Les llevo cinco bolsas de comida a los bomberos de mi cuadra: jugos, queso cheddar amarillo, saltinas, galletas de chocolate y jamones, lo que el administrador del mercado me dijo que más les gustaba. Ofrezco a los bomberos volver en unos minutos con pasta y salsa de ragú caliente, pero nadie quiere comer. El silencio domina, la tristeza. Un bombero me dice que me veo cansada, y que me vaya a dormir un rato. Me provoca abrazarlo; es un viejo, flaco, con un bigote blanco, canas en el pelo y arrugas alrededor de los ojos. ¿Por qué él, que está exhausto de combatir al enemigo trata de hacerme sentir mejor? Cinco de sus compañeros que salieron hacia la tragedia hace más de doce horas no se han reportado todavía. En la puerta de esta estación de bomberos están los over-alls de caucho, pesados por el polvo y ceniza encima de ellos.

Ahora es casi la media noche. Lolita López del canal local, NY 1, reporta que han desarmado bombas por toda la ciudad, en Grand Central, en la estación Penn de la Calle 34, en los aeropuertos. No puedo entrar ni salir de lo que llaman la Baja Manhattan. Estoy atascada pues hay barreras de policía que bloquean la ciudad desde la Calle 14 hacia el sur. ¿Será que estoy dentro de una pesadilla? Siento que mi cabeza pesa una tonelada.

Hoy era el día en que Colin Powell, el secretario de Estado estadounidense, llegaba a Lima, Perú, a poner un poco de atención al tema de seguridad en la Región Andina. Latinoamérica empezó como una prioridad para "W" (Presidente Bush) pero el Medio Oriente se robó la plataforma.

- Afanada.

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Septiembre 14, 2001
Querido amigo Diario:

Tres días desde que llego el Demonio. Me encontré con una amiga de una amiga, una extraña que ocasionalmente saludo en fiestas. Me contó que su novio, un doctor que trabaja en Nueva Jersey, justo al otro lado del Túnel Holland, se puso el traje verde de cirujano minutos después de que la segunda torre cayó. (Qué héroe ese doctor. Por lo menos tiene la habilidad de salvar gente en este momento.) Ella me sigue contando pues así fue como el logró fácilmente pasar las barreras de los policías para llegar donde ella. (La imagen del héroe se me derrumba.)



'Ta Mañana,
-Cansada y decepcionada

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Septiembre 22, 2001
Querido Diario:

Eres más barato que los siquiatras, pero sirves el mismo propósito. Diez días han pasado. Un olor a desinfectante invade nuestro barrio; ya no huele al pan fresco que nos despertaba, de la panadería de la Calle Elizabeth. Es olor a muertos, la mayoría de ellos se descomponen al aire libre. Dicen que pueden ser cerca de 5.000, no se sabe. Los hombres de la CIA y el FBI, los Marines, y la Policía del estado y de la ciudad de Nueva York, deambulan por las calles. Un tanque de guerra nos cuida en plena Park Avenue South. Vivimos en la única zona de batalla en la historia moderna de los Estados Unidos.

Alguien, al que le tocó tomarse tres whiskys para narrarlo calmadamente, me contó la otra noche que esa mañana, cuando estaba desorientado en el andén cerca de las torres, embobado en la conmoción, vio varios cuerpos que se arrojaban desde los pisos de arriba. Uno de ellos se quitaba la camisa en el aire, arrepentido de su suicidio tratando de crearse un paracaídas. Otra compartió, después de varios vodkas, con sus manos temblando y con lagrimas en los ojos, que esa mañana había corrido hacia un mercado donde usualmente venden frutas, legumbres y carne al aire libre. Pensó para sus adentros, "¿por qué hay tanta carne aquí?" Eran los cuerpos de las víctimas. Una pareja, también borracha, me explicaba como, desde el techo de su edificio en Tribeca, cuando vieron la primera torre caerse, el viento les arrojó un torso mutilado que les cayó a los pies.

-Desesperada.

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Septiembre 24, 2001
Mí querido apoyo de emociones:

Conocí una mexicana dinámica, Luz María Mendoza, de 31 anos. Ella perdió su marido, Juan Ortega, quien trabajaba repartiendo comida en la primera torre. La pareja llevaba 14 años de matrimonio, y tienen dos niños, de 13 y 11 años, y una niña de 9. Todos vivían con el salario de Juan. El había llegado sólo hace 10 meses, y ya le susurraba a Luz María por el teléfono público que quería regresar lo más pronto posible para besarla. Suavemente. Eternamente.

El gobernador de Morelos, su estado en México, le regaló a Luz María el tiquete de viaje. Y un amigo de Juan, Miguel, la recibió en el aeropuerto. Miguel, quien compartía un apartamento con Juan, ya se había encargado de todo -había repartido fotos de Juan y entregado su cepillo de dientes y de pelo para identificar su AND-. Hasta había convencido al jefe de Juan que firmara una carta diciendo que él sí trabajaba en el restaurante, aunque ilegal, la cual había llevado al Pier 94 y al consulado mexicano. Gracias a Miguel, Luz María de repente recibirá la ayuda económica que amerita. (Un año después, no ha recibido nada.)

Luz María me dijo que el presidente mexicano Vicente Fox, mientras posaba con ella ante las cámaras de los noticieros, le había ofrecido becas para el estudio de sus hijos. ("Pero fueron sólo palabras. Nada más," dijo Luz María por teléfono meses después.) Gracias, "Luz" del camino, por mostrarme tus ganas de sacar tus hijos adelante.

-Más animada.

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Octubre 7, 2001
Querido Viejo-man:

Otro caso, trágico pero con final feliz. Conocí a Flor Machuca, una salvadoreña de 50 años. El 15 de septiembre, ella recibió una llamada en su casa en Copiague, Long Island, donde vive hace 17 años. Era su sobrino, Elías, de 20 años, quien llamaba desde Sonsonate, El Salvador. Angustiado, le preguntaba sobre su hermana, Araceli, de 32 años, quien trabajaba en el piso 101 de una de las torres. No sabía cuál. Ella era indocumentada y durante cuatro meses había trabajado limpiando oficinas, bajo otro nombre y con el número de seguridad social de otra persona. Así, cada par de semanas mandaba unos dolaretes a su hijo de 7 años y a sus papás, ya de edad. Araceli no tenia teléfono en el cuarto que arrendaba, y el único número que le conocía Elías era el de su trabajo en las torres. Elías había cruzado la frontera con la ayuda de un coyote el 10 de septiembre, y pensaba llegar a Nueva York la semana siguiente. Pero temiendo el látigo de las autoridades contra los indocumentados, Elías se devolvió otra vez a Sonsonate por tierra, ante el hecho de que su hermana no aparecía.

Flor se deprimió por tres semanas. Sólo salía de su pequeña casa para ir a la fábrica donde trabaja empacando cuerdas de guitarra. Conspiraba cómo le iba a mandar plata a la mamá de Araceli, una señora de 73 años que estaba muriéndose de cáncer del ovario si su propio salario es de 200 dólares a la semana. Flor no quería que la vieja se enterara de la posible muerte de su hija. A esta salvadoreña, le volvieron las pesadillas de la guerra civil en su país, el trauma que la trajo a Estados Unidos.

Elías finalmente llamó hoy, a decirle a Flor que Araceli está bien. También regresó por tierra a su pueblo. Araceli, también temiendo a las autoridades, pensó que podría ser implicada falsamente en la causa del desastre. Un oficial de inmigración me contó que si Araceli se hubiera quedado, hubiera podido recibir hasta 1.500 dólares en beneficios para desempleados por la tragedia. Flor tiene un final de 'colorín colorado', pero muestra cuántos deben estar sufriendo solos y desinformados.

Los diarios dicen que el general Pervez Musharraff, el presidente de Pakistán, dice a sus compatriotas que si no hacen alianza con los Estados Unidos, India -su archienemigo- explotará la situación. India acogerá al Tío Sam para aislar a Pakistán, colapsando su economía. Pero, dice Musharraff, los gringos traen dólares y tanques de guerra. Se trata de libertad y democracia, ¿pero la de quién?

Ramadán, el mes santo de los musulmanes, empezará en noviembre. Los musulmanes de Nueva Jersey dicen estar furiosos: ¿cómo los defensores de derechos humanos pueden seguir bombardeando durante el mes en el cual los otros no comen ni beben hasta que se acuesta el sol?

-Perpleja

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Enero 27, 2002
Querido Diario:

Pasó el Año Nuevo. Pero, siguen sobrevolando aviones de guerra sobre el río Hudson. "Ppffhhuu"? a todas horas del día y de la noche, su ruido nos acuerda de que lo imposible fue posible en nuestra ciudad. De la nada, han aparecido palomitas sentadas en las cuerdas de electricidad, ayudándonos a calmar. Haciéndonos saber que ellas están haciendo su trabajo.

Me contaron que un señor llevó a su hijo a la oficina ese día. Los dos llamaron a su esposa a despedirse, pero el hijo de 8 años no lloraba. "Nos vemos, mami", dicen que él dijo. El papá le contó rápido a la mamá que se iban a tirar por la ventana, pero que no se preocupara -"El cree que es un juego", le susurró por la bocina a su esposa-.

La ciudad de Nueva York ha superado ese tipo de memorias y saldrá en la historia como el ganador. Esta es nuestra ciudad, muchos dicen. Cuarenta y uno por ciento de los 12 millones de habitantes de la isla de Manhattan nacieron fuera de los Estados Unidos. Eso es mucho extranjero e inmigrante. Y gracias a ellos se dice que la Gran Manzana es el centro económico y cultural del mundo. Aquí, cualquiera es libre de volverse lo que quiera. Libre de invertir en la bolsa; bienvenido a expresar sus opiniones políticas en papel o en escultura; hasta se le puede nombrar la madre al vecino y eso es "libertad de expresión".

Los gringos están llevando los prisioneros Talibanes a Cuba. En el titular de la revista The Economist se lee: "Fidel Castro está actuando amable sobre los prisioneros en Guantánamo". La revista reporta que existe "respeto mutuo" entre Cuba y los Estados Unidos. Raúl Castro, el ministro de Defensa y el hermano del dictador, dice que en caso de que cualquier prisionero se escape, serán capturados y devueltos a los "imperialistas' Jankís," como dicen los cubanos cuando (insertar acento cubano aquí) "com'en arrró co'-ropa viee-já."

-Ansiedad.

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Septiembre 5, 2002
Hola Diario:

Dentro de seis días, habrá pasado un año. Se han confirmado? 2.800 muertos.

La pregunta ahora es: ¿qué va pasar con el espacio donde una vez estaban las Torres Gemelas? El ex alcalde Rudi Giuliani piensa que las 16 hectáreas de Ground Zero deben ser dedicadas a un monumento. El actual alcalde, Michael Bloomberg, piensa económicamente, como el hombre de negocios que es (un millonario que trabaja por un dólar al año, pero saca pecho hasta donde no da más.) Bloomberg insiste en que la ciudad no puede perder este espacio tan valioso.

"Los fatales ataques de septiembre 11 destruyeron edificios y propiedad, pero nunca amenazaron nuestro espíritu", dijo hoy George Pataki, el gobernador de Nueva York, durante la inauguración del Jardín de Invierno. (Sorry, Pataki. Como recuerda Bloomberg, todo gira alrededor de lo económico.)

El Jardín de Invierno, localizado enfrente de la tragedia, fue destruido cuando la torre norte se derrumbó, haciendo añicos el techo de vidrio. Este atrio, cuya reconstrucción costó 50 millones de dólares, es el primer edificio atacado en ser completamente reconstruido, y será abierto al público el 17 de septiembre. Este "oasis urbano," como lo llaman, tiene 16 palmeras "Washingtonia robusta" y 60.000 pies cuadrados de mármol italiano. Hace frío y corre brisa adentro.

"Este es un triunfo absoluto para la gente de Nueva York y un gran paso hacia la reconstrucción de Bajo Manhattan", dijo el alcalde Bloomberg, con los acústicos del jardín haciéndole eco. Los políticos estadounidenses nos recuerdan todos los días: América es donde nació la libertad y la democracia, y donde se celebra cotidianamente el respeto de los derechos humanos y la tolerancia. Por eso, Osama Ben Laden y Al Qaeda atacaron Nueva York. (Habrá que ver qué pasa en Irak y Venezuela si el precio del petróleo sigue afectando la economía del mundo libre, y si los palestinos siguen tirando piedritas en contra de las granadas y los tanques israelitas. ¿Será que Condolezza Rice, consultora para Seguridad Nacional, especializada en relaciones con países comunistas, estará reemplazando la palabra "Guerra Fría" por "terrorismo"? Por momentos el periódico que no cesa de hablar del "eje malvado," definido por el presidente estadounidense George W., parece transportarnos a los años 60.)

Camino por la Calle West, conocida como la autopista del Oeste de Nueva York. Es un día de verano, el sol se quiso quedar un ratito más antes de que caigan las hojas. Los niños de la Escuela Pública Número 89, a dos cuadras de Ground Zero, juegan basketball y comen su merienda. Una pequeña gordita, de origen chino, me sonríe a través de la alta reja negra. Esa es la imagen que quiero recordar, no la de centenares de neoyorquinos corriendo por esta misma calle, huyendo de la candela y el humo.

Acaban de anunciar en National Public Radio que Sadam Hussein, el presidente de Irak, sí dejará revisar su país por un grupo de inspectores, quienes tendrán que ser aprobados por los americanos. Hussein asegura que no tiene armas de destrucción masiva. "W" quiere justificar la posible invasión a este país.

¿Cuando empezarán a protestar los hippies, y a cantar "no más guerra"?

-Confundida.

*Corresponsal en Nueva York

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