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¡La historia me dará la razón!

La historia del dirigente del Partido Comunista Colombiano que cuestionó la “combinación de todas las formas de lucha”.

Diego Arias, Diego Arias
2 de febrero de 2015

De no ser por la tenacidad de su hijo, el caso de José Cardona Hoyos, su padre, asesinado en Cali en 1986, estaría hoy, además de en la impunidad, también en el olvido. Ahora que en medio de las negociaciones de paz está por agotarse la discusión del tema de víctimas del conflicto armado, ni el, ni su familia, ni tampoco sus mejores amigos, se resignan a que no se conozcan los hechos que rodearon este asesinato, del que están seguros, “fue motivado en sus profundas discrepancias políticas con dirigentes del partido comunista colombiano”, del que fue expulsado.

Su planteamiento fue claro y vehemente en relación con cuestionar el posible apoyo que sectores de esa formación política (PCC) daban a lo que se conoce como “la combinación de todas las formas de  lucha”, incluyendo el accionar armado de las FARC.

Para dejar clara esa discrepancia antagónica entre los discursos públicos que apoyaban la lucha política y los que supuestamente, al mismo tiempo, pero de forma velada, apoyaban a la guerrilla, se aseguró de citar a Jorge Dimitrov cuando dijo que: “Un Partido Comunista no puede hablar oficialmente a sus simpatizantes una cosa y al mismo tiempo hacer lo contrario”.

Como abogado, dirigente, político y catedrático allegó a su trayectoria y experiencia numerosas actuaciones. Ya en la década del cincuenta, en pleno apogeo de la violencia política liberal-conservadora, José Cardona Hoyos, desafiando los peligros, las amenazas y los insultos, trasegaba por los tribunales señalando la responsabilidad de distintos personajes con la ocurrencia de asesinatos partidistas.

Otro tanto de tiempo y riesgos, la década de los sesentas, la asumió en defensa de comunidades indígenas y campesinas del Cauca asediadas por igual por terratenientes, la fuerza pública y las FARC. Fue además concejal, diputado y representante a la cámara; y al momento de su muerte (por cuenta de los disparos de sicarios motorizados) ejercía como docente de “Historia Contemporánea” en la Universidad Santiago de Cali.

Siendo ya un destacado dirigente comunista en el Valle del Cauca aparecen en la obra política suya las primeras elaboraciones teóricas para combatir las que llamó “tendencias extremistas presentes en el movimiento revolucionario”, lo que recogió, en medio de un debate continuo, interno y público, en un pequeño libro editado por cuenta propia y que salió a venta al público justo dos día antes de su muerte, bajo el título “Ruptura”. En él defendió, en tiempos del Gobierno de Turbay Ayala, la idea de luchar por una “apertura democrática”, anotando que “solo de una especie de ceguera intelectual y sectaria puede surgir la idea de que no hay posibilidades legales de lucha política en Colombia” y en el que también sentenció:-“¡La historia me dará la razón¡”.

Leer sus libros y su escritos fue la manera como realmente José conoció más de su padre y aprendió a admirarlo, justamente después de su muerte.

Un hombre de paz


“Mi padre fue un revolucionario abanderado de la democracia y la paz. Con la misma entereza con que siendo congresista del Partido Comunista criticó al gobierno de Turbay Ayala y su proclividad al militarismo, fue tal vez el primer dirigente de izquierda que se atrevió públicamente (además de haberlo hecho antes internamente) a señalar la necesidad de acabar con la tesis de la combinación de todas las formas de lucha para acceder al poder y creía que el lugar de la guerrilla era en la legalidad y sin armas”, destaca José con vehemencia.

De entre los papeles y documentos que José Cardona Jiménez, hijo del dirigente sacrificado, se ha encargado de preservar con especial cuidado están las palabras del cineasta Lisandro Duque, quien en un discurso memorable en los actos fúnebres y al referirse a su copartidario y amigo expresó: “como revolucionario y demócrata a José le parecía tentadora la opción de la paz por encima de la opción de la victoria en razón a que la paz tiene la virtud de permitir la vida que es la mayor victoria del ser humano”.
 
José ha hecho todo lo imaginable y posible para aclarar el caso de su padre, reivindicar su nombre y enaltecer su memoria. Reconstruyó judicialmente el caso luego de hacer detalladas pesquisas en los antiguos juzgados de “instrucción criminal” y recoger un testimonio aquí y otro allá, incluyendo los de antiguos miembros del partido comunista.

Acudió a múltiples instancias en un intento por hacer parte de las comitivas de victimas que fueron convocadas a la Habana pero al final, sin importar el mecanismo, lo único que le dará tranquilidad es saber que su petición ha sido recibida y respondida. Y no quiere que su demanda de que se conozca la verdad sea utilizada o manipulada por sectores críticos u opositores a ultranza del proceso de paz, en el cual cree profundamente y desea termine bien.    
 
“Hoy, sin rencor, sin ningún ánimo de venganza -pues sería un agravio al ideario pacifista con el que mi padre supo brillar en vida- lo único que espero es la rectificación de las FARC”, finaliza.


Una fotografía de José Cardona Hoyos (D) junto a Fidel Castro (I). Foto: archivo particular



La carátula de su libro, Ruptura. Foto: archivo particular

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