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Doce estampas electorales

Un gobierno de verdad autoritario jamás dejaría llegar a alguien del partido de oposición a la Alcaldía de la capital

Semana
3 de noviembre de 2003

1. El Presidente va a un reality show. Se deja manosear (no en el sentido figurado, sino en el sentido literal de la expresión) por muchachitas y muchachitos que lo aclaman como padre del referendo. Un Presidente tan capaz de mantener la dignidad y las distancias con los senadores (hasta los regaña en público), se deja manosear por los niños más cursis del país. Puso todo su tiempo y arriesgó todo su prestigio para sacar el referendo: lo mismo no hizo su bancada en el Congreso. La de la Costa ni hablar.

2. Uribe asiste a un debate más serio (aunque tibio: sin abstencionistas) organizado por Yamid Amat en televisión. Dice algo importante que no se nos puede olvidar: ¡Cómo será de amplia y generosa nuestra democracia que se conceden todos los beneficios legales a los electores que van a las urnas incluso si dejan los tarjetones en blanco, los cuales no suman para el umbral!

3. El ministro Londoño, que había anunciado hace meses unos 12 millones de votos a favor del referendo (su verbo es siempre así, hiperbólico, según él la coca del Putumayo se acabó). Ahora, para intentar ganar un referendo perdido, dice que se debe cambiar el censo electoral y contabilizar los tarjetones y las preguntas no marcadas, no como abstenciones, sino como votos. Restar, en este caso, es exactamente lo mismo que sumar. Como si todos en esos sitios hubieran tenido la intención de votar por el sí o por el no.

4. José Obdulio Gaviria, asesor presidencial, dice por Teleantioquia que las reglas electorales no se pueden cambiar durante (o al terminar) un proceso electoral. Que esa lección el gobierno la aprendió de Al Gore, quien no aceptó cambiar las reglas de juego cuando numéricamente le ganó las elecciones a Bush.

5. Algunos registradores regionales acogen la idea de Londoño y empiezan a sumarle al umbral los tarjetones no marcados. Dicen que así interpretan cabalmente la Constitución. No les importa lo que haya dicho la única entidad que puede interpretar con efecto jurídico la Constitución: la Corte Constitucional.

6. El Consejo Nacional Electoral destituye a esos registradores antioqueños. El Procurador advierte que las reglas de juego no se pueden cambiar en la mitad del juego. Uno no puede decir en medio de una partida, cuando le conviene, que de ahí en adelante el alfil se moverá como el caballo. El Presidente no destituye al que pretende hacer la misma leguleyada desde el palacio de gobierno.

7. En las elecciones del fin de semana perdieron los grandes diarios, los mayores caciques (que se hacen llamar "doctores") y también las corbatas. Pierde El Tiempo, que apoyaba el referendo y apoyaba a Juan Lozano; pierde SEMANA, que cantó su voto sobre el referendo; pierde El Colombiano, que apoyó a Sergio Naranjo; pierden los dueños de El País de Cali, con candidato propio; pierden los dueños de Vanguardia Liberal. En un país de falsos "doctores" e infatigables corbatas, los tres triunfadores de las tres ciudades más grandes del país (Cali, Medellín y Bogotá) no usan nunca o casi nunca corbata: Salcedo, Fajardo y Lucho Garzón. Fajardo, además, es uno de los pocos que en este país es doctor (Ph. D.) de verdad, pero no obliga a nadie a que le diga doctor.

8. Noemí Sanín se desplaza de Madrid al país, para recorrerlo e impulsar el referendo. Descuida la retaguardia y saca un lánguido 14 por ciento en España. En el entusiasmo previo a las votaciones, el grupo de 'Colombianos por el Referendo' anuncia que a la tarde del sábado arrasarán con más de ocho millones de votos. Los gremios, que tanto gastaron durante la campaña, se ahorran al menos la champaña.

9. La izquierda más recalcitrante se queda sin un argumento con la elección de Lucho Garzón en Bogotá. Un gobierno de verdad autoritario jamás dejaría llegar a alguien del partido de la oposición a la Alcaldía de la capital. Un gobierno autoritario tampoco se dejaría vencer en un plebiscito disfrazado de referendo.

10. Sin embargo, el Ministro del Interior y de Justicia se empeña en que creamos que este sí es un régimen autoritario. Intenta convertir, mediante una leguleyada, la derrota en victoria. En esa tónica también podría proponer que los votos de los demás canditatos a la Alcaldía de Bogotá (María Emma, Pizano, Harold Bedoya) se interpreten como a favor de Juan Lozano, pues ideológicamente son más afines a él que a Garzón.

11. María Emma se presenta en su mesa de votación con un documento no válido para votar. Protesta enfurecida porque otras veces la han dejado votar con esa fotocopia. Yo también, algunas veces, me he pasado semáforos en rojo sin que me pongan multa; pero si me la ponen, no puedo aducir lo anterior como precedente.

12. Cada vez que hacíamos llamadas de larga distancia se oía la voz del Presidente invitándonos a votar el referendo. Cada vez que el Ministro del Interior abría la boca sobre el tema decía que quienes no votaran estaban apoyando el terrorismo. Pequeña lección: a nadie le gustan los chantajes morales ni que nos lleven a votar como los bueyes, jalados por la nariz.

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