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Adivina adivinador : ¿cuál será el próximo paso de Trump?

Lo que Maduro y sus asesores no habían calculado es que “la discreción amistosa” que habían observado con Trump, que inicialmente no se había referido a Venezuela, no ha neutralizado la posición norteamericana contra el régimen.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
15 de abril de 2017

En los procesos electorales es usual que un candidato haga una afirmación o formule una promesa, sabiendo perfectamente que lo dicho no será cumplido. Para no hablar de los ofrecimientos en los discursos de posesión, que, si se convirtieran en realidad, viviríamos en el paraíso terrenal.

Pero hay casos de casos. No es lo mismo que el mandatario de un país tropical diga algo que a la semana modifica y otra que el que lo afirme sea el presidente de los Estados Unidos, sobre aspectos de la política exterior, que tienen profundas repercusiones mundiales.

Donald Trump, que hasta poco elogiaba a Rusia y a Putín, después del ataque norteamericano contra una base aérea siria, cambió de actitud. La visita del Secretario de Estado a Moscú, no consiguió atenuar las diferencias ni evitar que los Estados Unidos forzaran en el Consejo de Seguridad la votación de una resolución sobre el caso, que, aunque sabían sería vetada por Rusia, puso en evidencia la complicidad de Putin con el régimen de Asad.

Después de haber censurado severamente a la OTAN, anunciando incluso la posibilidad del retiro norteamericano de la organización, afirmó enfáticamente que de ninguna manera ésta era obsoleta.

Cuando todavía estaba sin solucionar la crisis siria, lanzó sorpresivamente la mayor bomba no nuclear existente contra el ISIS en Afganistán y envió una fuerza liderada por el portaviones USS Carl Vinson a la península coreana.

Después de que como presidente electo cambió la posición tradicional norteamericana “de una sola China”, lo que enardeció Beijín y alegró a Taiwan, se retractó de ella y en su encuentro con el presidente de China en Florida, le ofreció facilidades comerciales a cambio de una acción vigorosa frente a Pyongyang, que estaría al borde de un nuevo ensayo nuclear.

Pero “si por allá llueve por acá no escampa”. Hace cinco días se celebró en La Habana, una reunión del consejo político de los 12 países del ALBA que con un lenguaje propio de la guerra fría respaldó a Maduro y arremetió contra la "injerencista" OEA. También, en una decisión que no ha trascendido, hizo lo mismo con Nicaragua, ante la iniciativa de 25 congresistas norteamericanos de reintroducir en el congreso un proyecto de ley para que los Estados Unidos voten en contra de los préstamos de entidades financieras multilaterales al gobierno de ese país, para forzar al régimen de Ortega de respetar los derechos humanos, luchar contra la corrupción y permitir una verdadera democracia.

Por su parte, secretario general de la OEA, sigue en su “cruzada antimadurista” y seguramente, estará calculado, si podría contar con los 23 votos necesarios para convocar una reunión extraordinaria de cancilleres con miras a la suspensión de Venezuela de la organización, a menos que “una voz amiga pero enérgica”, haga sugerencias a algunos países.

Lo que Maduro y sus asesores no habían calculado es que “la discreción amistosa” que habían observado con Trump, que inicialmente no se había referido a Venezuela, no ha neutralizado la posición norteamericana contra el régimen.

Entre tanto la oposición venezolana, un poco ingenuamente, hace llamamientos, a las fuerzas armadas para que impidan la acción violenta de las bandas gubernamentales, contra la población civil. Pensar que la fuerza armada venezolana no está politizada después tantos años de régimen chavista, es a mi juicio pensar con el deseo…ojalá me equivoque.

(*) Profesor de la facultad de gobierno, ciencia política y relaciones internacionales de la universidad del Rosario

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