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Dos representantes diplomáticos

José María Vargas Vila, colombiano, representó a Nicaragua en Madrid y Rubén Darío, nicaragüense, representó a Colombia en Buenos Aires

Juliana Londoño
17 de abril de 2020

Hace muchos años en las escuelas, en la materia de literatura colombiana, se debían aprender poesías que se recordaban siempre. Además, leer y comentar obras de autores colombianos.

Una de las poesías se denominaba “Colombia”, del gran poeta nicaragüense Rubén Darío: “Colombia es una tierra de leones, el esplendor del cielo es su oriflama, tiene un trueno perenne el Tequendama y un olimpo divino sus canciones”.  

Entre los autores colombianos se contaba a José María Vargas Vila, un extraordinario y controvertido escritor nacido en Bogotá. Una de sus obras fue “Ibis”, una novela que por estar en el “índice de libros prohibidos por la iglesia católica”, si un católico la leía, incurría en pecado mortal. Ahora “Ibis” se considera por los pocos que lo han leído, como un aburrido cuento. Sin embargo, por ella Vargas Vila fue excomulgado por el Papa León XIII.  

Rubén Darío, después de participar como enviado de su país a la conmemoración en España del cuarto centenario del descubrimiento de América, pasó por Cartagena, en donde permaneció medio día, pero se cruzó con el presidente Rafael Núñez, también poeta y literato, que se había retirado a esa ciudad con doña Soledad Román. Rubén Darío le cuenta que quiere viajar a Paris, pero que no tiene dinero para ello.

Núñez le ofreció recomendarle al vicepresidente Caro, quien ejercía la presidencia en ausencia del titular, y también literato y poeta, que lo designara como cónsul de Colombia en Buenos Aires, para que así, con fondos del estado colombiano pudiera viajar a Paris “de paso para la Argentina”. Así fue. Afortunadamente para ellos no había contraloría.  

Darío llegó finalmente a Buenos Aires, en donde permaneció tres años viviendo del erario colombiano, hasta que se aburrió y renunció, explicando que “Mi puesto no me dio ningún trabajo, pues no había nada que hacer, según me lo manifestara mi antecesor, el señor Samper, dado que no había casi colombianos en Buenos Aires y no existían transacciones ni cambios comerciales entre Colombia y la República Argentina”. ¡La delicia para muchos personajes en el momento actual!

El “señor Samper”, era el patricio liberal José María Samper, casado con Soledad Acosta, precursora de los derechos de la mujer en Colombia e hija del general Joaquín Acosta, quien, en 1844 como Secretario de Relaciones Exteriores, salvó los derechos territoriales de Colombia frente a Venezuela. De otra manera, casi que Yopal sería venezolano.

Pero no solamente un nicaragüense fue diplomático colombiano, sino que también un colombiano lo fue de Nicaragua en el servicio exterior.

El gobierno nicaragüense, designó a Vargas Vila, precisamente con Rubén Darío, como representante de Nicaragua, ante el gobierno de España y agente en el pleito de límites entre Nicaragua y Honduras. El Laudo fue emitido en diciembre de 1906 y Nicaragua se negó a cumplirlo.

Vargas Vila, murió en 1933 en Barcelona. La iglesia católica colombiana impidió por muchos años que sus restos fueran trasladados a Colombia y depositados en el cementerio central, “porque el difunto había sido excomulgado”.

Curioso caso en el que dos escritores de características similares se encuentran con temas relacionados con límites, a los que eran totalmente ajenos. Lo que quiere decir que para que alguien asuma un cargo diplomático en el exterior, aunque no sea de la carrera diplomática, solo se requiere que lo nombren.

Una cosa muy cierta dijo bien Rubén Darío: ¡Colombia es una tierra de leones! ...

(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la Universidad del Rosario

 

 

 

 

  

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