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Dr. Jeckyll y Mr. Hyde

Barco aprendió a comportarse en Bogotá como un estadista que se paseaba con ‘The Economist’ bajo el brazo, mientras en Caldas fungía como un señor feudal.

María Jimena Duzán
25 de enero de 2009

Si se leen los obituarios que por estos días se están escribiendo sobre el legado político que nos deja Víctor Renán Barco, queda uno con la sensación de que el país perdió a su mejor congresista y a un senador ejemplar, juicioso como pocos en los temas de la hacienda pública, autor de numerosas reformas tributarias y de leyes que fortalecieron los municipios colombianos.

Yo no digo que esos obituarios no sean ciertos ni merecidos, pero sin duda lo que sí tengo claro es que son por lo menos incompletos. Paralelo a ese Víctor Renán Barco estadista que eclipsó la capital, había otro que fue el epítome del clientelismo y la corrupción en Caldas. Al igual que Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, Víctor Renán convivió con estas dos facetas de su vida pública, desempeñándolas a la perfección. Mientras en Bogotá era el némesis de los ministros de Hacienda, como lo recuerda un editorial de Portafolio, en Caldas, sus pupilos -uno de los cuales fue Luis Guillermo Giraldo, hoy centro de un escándalo por la forma como recogió las firmas del referendo reeleccionista- protagonizaron el 'Robo a Caldas', otro de los más grandes escándalos de corrupción.

Lo cierto es que mientras el senador caldense se preocupaba por fortalecer los municipios y proponía leyes que le dieron vida a la descentralización, en su tierra natal, su increíble voracidad clientelista lo llevó a instaurar por espacio de 30 años una fórmula política que le permitió repartirse el poder de forma milimétrica con el conservador Ómar Yepes en el departamento de Caldas. La "Coalición", como desde entonces se le llamó a ese acuerdo político, fue impuesta hasta el día de su muerte de manera implacable por su lugarteniente Ferney Tapasco, sin duda el más temido de sus subalternos. Desde hace dos años, la Corte Suprema compulsó copias en su contra a la Fiscalía por su presunta participación en una reunión política con los paras al mando de Báez que se habría realizado en la Merced en 2005, pero hasta ahora la Fiscalía no le ha abierto investigación. En Manizales pocos se atreven a pronunciar su nombre, por lo que se le conoce como el "innombrable". Así fue como Barco aprendió a comportarse en Bogotá como un estadista de grandes quilates que se paseaba con The Economist debajo del brazo, mientras en Caldas fungía como un señor feudal con un ejército burocrático a su servicio concebido para obtener votos a como diera lugar.

Fue tal su poder en Caldas, que las pocas personas que se atrevieron a denunciar la forma como él se repartía la marrana en Caldas, como sucedió con el periodista Orlando Sierra, subdirector de La Patria, terminaron con un tiro en la cabeza. A lo mejor por eso sea bastante menos idílica la visión que sobre el legado del senador Barco dio el editorial de ese periódico el día de su muerte. Para ese diario Barco fue un cuestionado congresista, "que cometió muchos errores, entre ellos el de haberse rodeado de controvertidos dirigentes partidistas regionales a los que les acolitó errores y escándalos sin sancionarlos".

El editorial se refiere, nada más ni nada menos, al hecho de que dos de los representantes a la Cámara que salieron por las listas del liberalismo barquista en las últimas elecciones estén hoy en la cárcel acusados de haber hecho pactos con el paramilitarismo, como sucede con Enrique Emilio Ángel y Dixon Tapasco, hijo de su lugarteniente Ferney Tapasco.

Pero la historia no para aquí. Luego de la captura de estos representantes de Caldas, entraron a ocupar esas vacantes Jairo Llanos y Carlos Galvis. El primero de ellos tiene ya abierta una investigación preliminar y si resulta involucrado, el que puede sucederlo es un estudiante que fue reclutado aparentemente en esa misma reunión con los paras de 2005. El propio Víctor Renán Barco tenía ya a la hora de su muerte una investigación preliminar en su contra por haber comprado una finca de 'Cuco' Vanoy. Y si hubiera vivido más años, probablemente habría terminado en la cárcel como sus copartidarios.

Su poder en los últimos años venía decreciendo, sobre todo desde cuando en 2002 un nuevo grupo, comandado por Óscar Iván Zuluaga, Alfonso Hoyos y Adriana Gutiérrez, que buscaba limpiar la política y destruir la "Coalición" ganó esas elecciones; este grupo contó con la bendición del presidente Uribe. Hoy, si bien ellos terminaron resquebrajando el poder de Barco y de la "Coalición" en Caldas, lo hicieron recurriendo a sus mismas prácticas. Adriana Gutiérrez está investigada por la Corte por presuntos nexos con paramilitares, y la semana pasada, Mauricio Lizcano, otro de su lista, fue vinculado a un proceso por paramilitarismo.

Si algo no es Víctor Renán Barco es un buen ejemplo de cómo hacer política. Ante todo, la verdad.

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